Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

Por eludió: Danilo Umaña Sacasa

El señor Herman Rodolfo Martínez, haciendo uso de un generoso recurso que nos dispensa La Gaceta, publicó el día 5 de julio de 2019 una opinión feroz al pie de mi comentario sobre El Escapulario Verde, el libro en imprenta de Guillermo Flamenco. Don Herman atacó a Guillermo pero a mí me eludió, de ahí que no me doy por aludido sino por eludido.

Entre otras cosas, don Herman acusa de plagio a Guillermo Flamenco al afirmar -con una duda razonable socavando las manos- que El Escapulario verde, fue escrito por Alejandro Cotto.

Desvirtúo absolutamente cualquier acusación de plagio contra Guillermo y afirmó categóricamente que el libro jamás pudo haber sido escrito por Alejandro ni por otra persona que no fuera Guillermo. No solo porque sus vivencias personales han recibido la dosis exacta de literalización, sino también por su indiscutible calidad de escritor. Y al respecto me complace agregar que Guillermo no solo goza de una fuerte robustez moral sino que le sobra talento como para recurrir al plagio.

La acusación, sin embargo, invade los territorios de la ilegalidad porque el plagio es un delito. Según lo define Google, plagiar es copiar una idea o una obra literaria, artística o científica de otro autor, presentándola como si fuera propia. Y así lo contempla la legislación salvadoreña en los artículos 226 y 227 del Código Penal.

Por cierto que el mismo Código Penal establece en el artículo 178 el delito de difamación. Y cito: Art. 178.- El que atribuye a una persona que no esté presente una conducta o calidad capaz de dañar su dignidad, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación, será sancionado con prisión de seis meses a dos años.

Pero estoy seguro que Guillermo tampoco presentará el caso ante tribunal alguno. Como la gran mayoría de suchitotenses, Guillermo también sufre de corazón fácil.

Ahora bien, atacar a un escritor porque conecta el escapulario con las peripecias de una prostituta es ridículo y enfermizo. No dudo, desde luego, que los primeros en comprender esta relación literaria será la gente de Iglesia, especialmente porque la novela hace justicia ante ese desequilibrio social que condena las acciones de la Tiznado y aplaude los abusos de los hombres. Y en este punto se me ocurre divagar en la idea de que don Herman se pronuncia en este caso porque pudo haber sido de aquellos que abusaron de la Tiznado.

Por lo demás, vale la pena traer a colación que el mismo Guillermo es un militante devoto de la Iglesia y que por lo mismo comprende los límites que le impone el evangelio.

Eso sin mencionar que la literatura permite al escritor hacer uso de una serie de géneros y de recursos para estructurar su obra en beneficio del solaz de los lectores. La novela, especialmente, es producto de mezclar la realidad y la ficción. De hecho, el género de la ucronía le permite al escritor estructurar una historia con hechos posibles que no han sucedido realmente.

Guillermo es un consumado escritor que comenzó su carrera antes que el embalse del Cerrón Grande nos obsequiara las bellezas del lago Suchitlán.  Y dicho en broma y en serio, también ha escrito muchas cartas. Su poemario De este barro somos, causó una experiencia exquisita en el paladar de los buenos lectores, tal como las causaron aquellos artículos publicados en La ventana de Colores, apadrinada por don Serafín Quiteño, en las páginas de El Diario de Hoy.

Y sí, como lo dice don Herman, sería bueno ir a la presentación de El Escapulario Verde para salir de dudas, de todas las dudas que pudieron haber sido montadas para desprestigiar a un hombre de 86 años de edad que solo merece nuestra gratitud, nuestro cariño y nuestro respeto.

Sin embargo, en lo que a mí respecta y para evitar malos entendidos, debo aclarar dos cosas:

1. Guillermo no ha comprado mi pluma para escribir comentario alguno sobre El Escapulario Verde. De hecho, no soy adicto a las alabanzas, excepto cuando la obra realmente lo merece. Y la obra de Guillermo lo merece, no solo por su calidad sino porque a sus 86 años sigue activo y produciendo literatura como un ejemplo para todos.

2. No tengo la dicha de ser nicaragüense. Soy orgullosamente «jalvadoreño», así con la j como consonante velar. Nací en la tierra bañada por los cuatrocientos ríos, donde pernocta el pájaro que nos deleita con sus cuatrocientas voces, donde creció el Izalco y el tentique nos adereza con delicadeza los platillos de gallina india.

Por lo demás, agradezco a don Herman -de quien no tengo el placer de conocer- la oportunidad de ampliar mis conceptos sobre la obra de Guillermo. De cualquier manera, la oportunidad es válida para reiterar mi adhesión a la ansiosa multitud que espera la publicación de El Escapulario Verde.

.
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Lo último

Espacio para Publicidad
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

Publicaciones

Scroll al inicio