Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

Las “quemas” ¿responsabilidad de quién?

Recientemente participé de un foro sobre las “quemas” y la deforestación, y al respecto quedaron algunas reflexiones sobre el impacto de esta depredación del medioambiente y nuestra apatía a abordar el tema para buscarle solución. Parecería que el tema es lejano y “no nos atañe”, sin embargo, es responsabilidad de todos y lo explico:

Desde que recuerdo, nuestros campesinos quemaban los rastrojos luego de recoger las cosechas. Poco a poco se logró que nuestros campesinos comprendiesen que los rastrojos son abono natural para la misma tierra cuando se descomponen. Pero luego, el mono cultivo de la caña (al igual que el algodón en su momento) nos cambió el paisaje y consumió nuestros recursos. Luego las quemas han sido una práctica “normal” para bajar los costos de la limpieza y recolección de la caña de azúcar. Estoy consciente que regular esta práctica implica afectar los intereses de los grandes productores de caña de azúcar; pero como en otros temas polémicos, priva el interés general sobre estos intereses.

Es obvio considerar que en el interior de los cañales habitan muchos animales (pequeños mamíferos, aves, roedores, insectos, etc.) que sufren y pierden la vida por el fuego, ya que difícilmente pueden salir del cañal en fuego; así las quemas afectan la biodiversidad, el ecosistema y el equilibrio biológico. El calor extremo también afecta los agentes y la actividad biológica y microbiológica que existe naturalmente en el suelo.

Pero, además, como cualquier incineración, el material vegetal produce CO2 que es se libera a la atmósfera, contribuye al efecto invernadero y por tanto, al Calentamiento Global del planeta.

Al quemarse los rastrojos de la caña, la materia orgánica que se habría depositado en el suelo desaparece, eliminando así el proceso natural de mineralización y humificación que contribuye a restituir parte de los nutrimentos extraídos por las plantas del suelo durante su crecimiento. Esto empobrece el suelo. Algunos nutrientes minerales esenciales para la actividad metabólica y fisiológica de la misma caña de azúcar se gasifican, volatilizan y pierden con la quema, el Nitrógeno (N) y el Azufre (S) principalmente, por ello obliga la fertilización con estos minerales. Al quemar el cañal se deja sin cobertura vegetal la superficie del suelo, se favorece e incrementa la pérdida de humedad por evapotranspiración, sobre todo por ocurrir en la época del año más seca, limitando con ello la productividad de la tierra.

La erosión. Al eliminar la cobertura vegetal (hojas verdes y secas, cogollos, restos de tallos, raíces, malezas, tallos) que son resultantes de la cosecha, se deja sin protección al suelo, que queda expuesto a la erosión provocada por el agua. El fuego por su acción y naturaleza es peligroso, potencialmente incontrolable (no se puede hablar de incendios controlados) y muy riesgoso para la integridad y seguridad de las personas, animales, instalaciones, plantaciones, etc., y pasa a ser un incendio forestal.

Como si fuese poco, la gran cantidad de cenizas producidas por las quemas afectan severamente las personas que padecen problemas respiratorios de salud, como acontece con niños y adultos mayores.

A este punto la pregunta es ¿a quién corresponde regular esta depredación del medioambiente?, y ¿Qué se está haciendo al respecto?, ya que cada año vemos en las noticias como algo “normal” que se reporten incendios forestales y quemas de cañales.

¿Acaso necesitamos un mayor grado de desertificación de nuestro país para que las autoridades intervengan?

Por Alejandro Gómez Lara

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