Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

Su mirada profunda ilumina su rostro al recordar las hazañas ejerciendo la partería durante una vida. Tomasa Jovita Torres tiene 72 años de edad, con nostalgia recuerda sus más de 90 partos atendidos; segura que su vida ha estado dedicada a “hacer el bien sin mirar a quien”. Sus inicios fueron en Santa Ana, en la época del conflicto armado en el país.

Hoy “la niña Tomasa” vive en una comunidad en el municipio de Suchitoto. Para viajar a la ciudad debe caminar por al menos una hora y tomar un autobús que la lleva a recorrer la histórica ciudad, donde se reúne con sus compañeras y amigas de la Asociación de Parteras “Rosa Andrade”. En una de sus visitas me reuní con ella en un encuentro de mujeres dedicadas a la labor de la partería.

Desde que recuerda ha atendido a mujeres adultas y jóvenes en proceso de parto; mencionó que “muy pocas personas han reconocido su labor”, dos personas alguna vez le entregaron unas monedas luego de realizar la asistencia del parto. “Muy pocas personas reconoce nuestro trabajo de parteras” los servicios que ha ofrecido por años.

Los pliegues que recorren su rostro reflejan las historias que le ha tocado vivir a Tomasa. “Cuando estaba criando a mi primera hija, la partera que me atendió, murió, la mataron en la guerra”. En el lugar donde vivía había dos mujeres embarazadas. Cuando una de las muchachas primerizas inició con dolores, no sabía qué hacer; su única opción era buscar ayuda. Fui a buscar a la de sanidad, quien estaba a cargo, como promotora del lugar y le dije ¿Celina vas a dejar a morir a Zoila? -, Celina – ¿Qué tiene? -, Tomasa -dolores de parto – promotora – “no me siento capaz”-.

Celina salió a buscar al médico a cargo, mientras tanto Tomasa se quedó con Zoila. Fue la primera vez que observó un alumbramiento“. Yo había parido, pero nunca atendido”. Desde entonces se decidió que tenía que  ayudar a otras mujeres que necesitaran asistencia en el parto“. A partir de ahora me vas a atender” le dijo Zoila.

Desde hace más de una década la atención ha cambiado porque les dijeron que no podían seguir atendiendo partos, “ya no estamos autorizadas”; pero no han dejado de trabajar, ahora recorren las comunidades llevando controles de embarazos, entregan vitaminas, hacen consejerías con las mujeres y jóvenes“. Siempre hemos hecho el bien, sin mirar a quien” fueron las palabras con las que Tomasa cierra la conversación con una sonrisa en su rostro.


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El sol inicia a pintar el cielo con sus característicos colores del atardecer y se acerca la hora para que Tomasa Jovita Torres regrese a su hogar. Con el cabello plateado y su andar cansado por las muchas historias de vida que carga sobre sus hombros, aborda el autobús que desaparece en una carretera con árboles y matorrales a ambos lados. Luego de un largo recorrido y conversación con las personas que la reconocen; llega a su destino, pero le falta un camino que debe realizar a pie para llegar a su casa. La esperan sus aves de corral y el huerto que debe cuidar. Lista para ayudar a otras mujeres que requieran sus servicios de partería y consejería en su comunidad.

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