El caso judicial reciente de un magistrado y la resolución del sistema, han dejado en evidencia que las niñas, jóvenes y mujeres en general no tienen derecho a justicia en este país. Queda claro que, pese a los grandes esfuerzos de las organizaciones de mujeres, todavía seguimos viviendo una sociedad profundamente machista, donde las practicas siguen humillando, abusando, violando y agrediendo los derechos de la niñez, la juventud y las mujeres de la manera más impune.

El creciente aumento de situaciones de abuso, violencia y feminicidios es alarmante, y debe obligarnos a revisar nuestras conductas, prácticas y relaciones de poder en nuestros hogares, comunidades y sociedad en general.

Por eso, es urgente y necesario identificar algunas de las prácticas y condiciones que promueve el sistema patriarcal donde por años, ha visto y usado a las mujeres como objetos de entretención. Es necesario superar nuestra doble moral, que por un lado condena algunos hechos, pero por otro promueve eventos y practicas donde se propicia y presentan a jóvenes mujeres mostrando y exhibiendo sus cuerpos para medir su belleza física ante un público, donde muchos de estos son hombres y no diga que no se sabe que es lo que estos ven en cada una de estas jóvenes.

Exagerados y mal pensados dirá usted, pero le remitimos a los hechos donde cada vez son más los abusos y agresiones contra las niñas y mujeres. El sistema patriarcal a hilvanado conductas que a lo largo de los años las hemos naturalizado como prácticas normales, pero que en el fondo si abrimos bien los ojos solo promueven la cosificación del cuerpo de las mujeres.

Suchitoto ha sobresalido por enarbolar diversas luchas en las que sobre sale la defensa del agua, y los derechos de las mujeres, pero debemos superar la sutileza del sistema que enmascarada de tradición y costumbre nos quiere seguir haciendo creer que las mujeres son objetos de espectáculo, feria o pasarela, para admirar sus cuerpos.

Una de las prácticas sutiles del sistema, en la cosificación del cuerpo de las mujeres, son los concursos de belleza, o su emulación con la elección de reinas de las fiestas patronales de los municipios. En estos eventos se exhibe y muestra a las jóvenes (la mayoría menores de edad entre 15 a 20 años) naturalizando y romantizando estereotipos sobre las mujeres como objetos de belleza, sensualidad y dejando de lado la integralidad de ellas como personas con otras características que valen la pena resaltar asociadas a capacidades, inteligencia y apoyo a la comunidad. Estos concursos, aunque no lo parezca están diseñados para la entretención del público; un público compuesto por una significativa parte de hombres; donde sigilosamente al exhibir y mostrarlas, hace que se instale en el imaginario individual y colectivo de ellos la idea errada de que están a disposición.

Por otra parte, estos concursos también son dañinos en la medida que refuerzan la competencia entre las mujeres y en lugar de unirlas las separa bajo la idea de competir por estándares estereotipados de belleza, que les hace verse como rivales por la aceptación de un público, una corona  y un titulo de reinas. Además, las elecciones a reinas de las fiestas patronales contribuyen a marcar las desigualdades sociales por lugar residencia al sectorizar y dividir a las participantes según su origen urbano o rural.

Pero, ¿Qué es eso de la cosificación del cuerpo de la mujer? La cosificación es el uso que se hace de la mujer, del concepto de mujer o de su imagen, total o parcial, para fines que no la dignifican como ser humano. La cosificación deshumaniza las mujeres y las muestra como cosas, como objetos que pueden ser expuestos, explotados y utilizados como se desee.

La cosificación es una forma de violencia machista que nos cuesta identificar como tal por la normalización social que hemos hecho justificándola y uniéndola a otros eventos como es el caso de las fiestas patronales o actividades de beneficencia entre otras múltiples formas de disfrazarla.

Aunque se pueden inventar una infinidad de justificaciones y excusas, nada puede ocultar que este tipo de eventos son prácticas sistémicas que contribuyen a construir en el imaginario colectivo estereotipos erróneos de la mujer.

Por ello, no podemos seguir sobreponiendo una tradición o costumbre, debemos de parar esa práctica que durante décadas han convertido a las mujeres en meros objetos expuestos a las miradas del público masculino. Por eso invitamos a decir alto y hacer un esfuerzo por empezar a erradicar prácticas que sigan cosificando a las mujeres en nuestro municipio.

¿Qué podemos hacer para erradicar esta práctica?

¿Qué tal si -para no ir contra una costumbre, ni ser políticamente incorrectos- mantenemos la elección de la reina de las fiestas patronales, pero en lugar de exhibir su belleza física, mejor demostramos su inteligencia, sus talentos, sus cualidades y compromiso con la comunidad? ¿Qué tal si en lugar de un concurso de belleza hacemos un certamen donde se valore su trabajo, inteligencia, aportes y talento, sin importar su edad, estatura, peso, talla, origen o vestuario?

¿Qué tal si instauramos el premio a mujeres destacadas del año? Un certamen que cada año, premie y reconozca una reina de las fiestas patronales, pero por el trabajo de las mujeres en sus barrios y comunidades, que reconozca su liderazgo, sus talentos y aportes en las artes, el deporte, en la educación, en su trabajo y compromiso con la comunidad. Un certamen donde la población pueda participar y proponer a sus candidatas de cada barrio, colonia o comunidad, por sus cualidades y aportes a la comunidad. Un evento que fomente la sororidad y no la competencia entre mujeres, que cambie los patrones del sistema patriarcal y se convierta en ejemplo para otras comunidades y municipios.

El creciente número de casos de abuso, agresiones y violaciones a los derechos de las mujeres, exige que actuemos y marquemos la diferencia, rompamos con las practicas sutiles del patriarcado y demostremos que en Suchitoto las costumbres y tradiciones se pueden trasformar positivamente en favor de la vida y la dignidad de las mujeres.