Compartimos una reflexión gracias al Padre Adonay Orellana párroco de la Iglesia Santa Lucía, quien nos habla del significado religioso y de comunión social, que representa celebrar 30 años de uno de los festivales con mayor tradición en Suchitoto, dedicado al maíz, el grano que alimenta, une y reúne a toda la comunidad de Suchitoto.

Hace 30 años nace en la ciudad de Suchitoto el Festival del Maíz. Aún estaba finalizando el conflicto armado y aquella población que durante la guerra emigró hacia otros departamentos y países cercanos como Honduras regresaron repoblando así las comunidades de nuestro querida ciudad de Suchitoto. Este evento histórico fue como un nuevo renacer porque los campesinos nuevamente comenzaron a cultivar las tierras que habían abandonado a raíz del conflicto bélico.

Era necesario, pues, reconstruir la unidad sociológica que se había casi desvanecido durante la guerra. Crear la unidad social era uno de las tareas más nobles a realizar en ese nuevo renacer.

En esta suma de circunstancias Dios inspira al padre Alberto Menjivar junto con su equipo pastoral de dar inicio al primer festival del maíz; con un objetivo muy preciso: crear la comunión.

Ahora bien, en la Iglesia la comunión no es sociológica o política. La Comunión en la Iglesia es teológica. En griego la palabra comunión es: KOINONIA.

Hay muchos documentos que nos hablan del significado de esta palabra. Por ejemplo la congregación para la doctrina de la fe el 28 de mayo de 1992 presentó una carta dirigida a los obispos sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión.

En ese documento riquísimo en contenido teológico se subraya que la Comunión tiene dos aspectos: el invisible y el visible. El aspecto visible significa la comunión de los santos, es decir la Iglesia celeste (los santos y la Iglesia purgante) y terrestre que somos todos los hombres que participamos de la naturaleza divina. El aspecto visible, en cambio, se refiere a la comunión con el Obispo de Roma (el Papa) y su colegio episcopal. Por tanto, la comunión en la Iglesia no nace de abajo, nace de arriba, de lo alto.  Es un don de Dios, es la comunión íntima con Él que se comunica a través de los sacramentos y que se extiende creando una nueva relación con los demás. Es comunión con el Obispo y sus colaboradores, es decir sus Párrocos.

He aquí porqué en sus orígenes el festival del maíz inició como una fiesta religiosa, donde nuestros agricultores daban gracias a Dios por las bendiciones recibidas, por el agua, por la tierra y los cultivos.

Esta comunión teológica, celeste, de unión con sus pastores se ha extendido creando una nueva forma de relacionarse unos con otros, desarrollando así la comunión social, comunión tan noble y necesaria que se había debilitado durante el conflicto armado. Las comunidades donan sus primicias en maíz a la parroquia y todas la pastorales y los movimientos eclesiales trabajan en la elaboración de todos los platillos típicos. Esta unidad social tiene a la base la fe de un pueblo que realiza un camino de crecimiento donde se aprende a ama a Dios y a su prójimo como así mismo.

Y así en el pasar de estos años este festival tiene dos momentos: el religioso y el cultural. Por eso, año con año iniciamos con una procesión que concluye con la Santa Misa en acción de gracias, para luego pasar al segundo momento: los actos culturales en la Plaza central.

Texto: Párroco Adonay Orellana, Parroquia Santa Lucia.  Fotografías: Casa de la Abuela Suchitoto.