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De transiciones y relevos en las organizaciones comunitarias

Es claro que hay una gran diferencia entre un caserío y una comunidad. Un caserío es un montón de casitas que comparten un mismo territorio, pero una comunidad es la que vive en común y comparte, un territorio, una identidad, sueños, problemas y esperanzas en espacios comunes donde entienden que el trabajo en colectividad es el camino para el bienestar y la prosperidad de todos y todas.

En realidad, construir comunidad es uno de los ejercicios más complicados y retadores. Es difícil concertar visiones, reunirlos y crear entendimientos que posibiliten rutas armónicas. Sin embargo, es el único camino para salir de un sistema capitalista donde todo mundo centra su interés en lo económico, como sinónimo de poder, pues suponen que mientras tengan dinero y poder no necesitarán de los demás. Esta visión errónea y egocentrista del sistema es la que tiene presa a muchas y muchos miembros de las comunidades y las juventudes. Todxs corren tras un buen empleo, un carro, ropa fina, dólares y posiciones, que los aleje de sus orígenes humildes y campesinos, con prisa por quitarse el polvo de sus zapatos. Inmersos en estas ilusiones y metas, vemos como cada vez se alejan de la comunidad, la familia y sus orígenes.

Si bien es cierto no se puede generalizar con todos y todas, también es cierto que el modelo capitalista del sistema ha ejercido gran poder y calado en nuestras juventudes. Pese a los grandes esfuerzos, los círculos familiares, religiosos, escolares y organizacionales cuentan con cuotas de responsabilidad compartida en la construcción de idearios y modelos de vida y liderazgo en la sociedad.

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La mayoría de organizaciones que hay en el municipio cuentan con posiciones de liderazgo que en muchos casos han ostentado de manera privilegiada por años. En casi todas se dice incorporar la participación juvenil, aunque de diferentes modos y niveles (pasiva, numérica y activa). En varios casos quienes lideran los colectivos tienen empatía y gozan del reconocimiento comunitario, pero en muchos es evidente el agotamiento y cansancio de llevar estas responsabilidades que son altamente demandantes de tiempo y energía.

Es aquí, donde cobra vital importancia la participación de la comunidad, como soporte articulador para lograr objetivos comunes que beneficien a la comunidad y aunque no siempre a todos y todas. Saber lidiar con las diferentes posiciones y tipos de miembros de las organizaciones es complicado, pero no debería obstaculizar el avance sino más bien enriquecerlo.  Por ello es necesario crear o fortalecer los espacios de participación desde donde se construyan procesos de dialogo, debate, relevo y transición.

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Dentro del fortalecimiento institucional de las organizaciones, se debería considerar por norma y algunas personas por convicción política, que llega un momento en que se debe dejar ese espacio para dar lugar a que se fortalezca el colectivo con nuevos liderazgos que tambíen sean competentes y cuenten con la visión y compromiso comunitario.

Las comunidades cambian constantemente junto a sus necesidades y esperanzas, y su evolución nos ha enseñado cómo estos procesos deben aportar a la sostenibilidad y continuidad de los movimientos sociales. Muchas organizaciones o colectivos, transitan en liderazgos y coordinaciones, cada una desde su propia práctica y experiencia organizativa, algunas de manera estructurada y planificada y otras casi por azar o inercia. En todo caso cada organización o colectivo tiene sus propias formas de constituirse y construirse y en esto no hay formulas ni reglas, si hay comunidad y entendimiento entre ellas.

Lo cierto es que los colectivos deben de estar dispuestos a revisiones autocriticas y constructivas, que les permita gestionar sus visiones, sus estructuras, y formas de congregar e interactuar con la comunidad y sus propósitos.

Y por otra parte las y los miembros de la organización y la comunidad deben de participar, aportar y apoyar las decisiones del colectivo, entendiendo que no siempre estaremos de acuerdo en todo, pero siempre estando dispuestos a mantener unida a la comunidad. Procurando siempre la inclusión y protagonismo de las juventudes, quienes deben aprender a gestionar su participación de manera creativa y activa en la toma de decisiones.

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Ahora bien, los procesos de relevo no solo se deben de dar porque las cosas anden mal en el colectivo, sino más bien como parte de un proceso de renovación, revitalización y construcción de nuevos liderazgos que puedan ser acompañados por el colectivo. Se deben dar oportunidades, delegar responsabilidades con libertad de acción y no como tareas diseñadas. La inclusión de este ejercicio permitirá al colectivo estar preparado para los tiempos de crisis direccional.

Las transiciones deben surgir de la necesidad de trabajar de manera conjunta, entre generaciones, y más allá de los rangos etarios. Transitar es colaborar, transmitir experiencia y conocimiento entre generaciones de manera horizontal. También debe ser un tránsito hacia espacios de poder y toma de decisiones

Las transiciones y relevos deberían ser parte del fortalecimiento organizacional. Es bueno para las organizaciones contar con personas renovadas, y frescas más allá del rango etario. Las transiciones tienen que ser integrales, considerando edad, aportes, capacidades y experiencia… eso es fortalecer el movimiento social y político. Pero eso pasa por crear procesos de formación y liderazgo que vayan más allá de la política partidaria.  Es una apuesta política (no partidaria) y de alguna manera implica trabajar en el marco de la perspectiva de juventud.

Se debe de tener presente que las transiciones, no son una carrera de relevos. Las transiciones como apuesta política deben partir de la base de no poner en riesgo la sostenibilidad de las organizaciones, ni de los proyectos y las redes de las que se es parte.

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Los procesos de transición consisten en transitar acompañadxs entre quien se mueve, entre quien llega y quien se va a otro lugar. Moverse no es irse, es transitar a otro espacio donde su conocimiento y experiencia va a seguir aportando dentro del movimiento social. No se debe confundir la transición como exclusión. La transición responde a una lógica ordenada, pensada y planeada teniendo muy claro los roles de cada quien, poniendo plazos, haciendo consensos, diálogos continuos y entendimiento mutuo.

Por otra parte, están las juventudes que en teoría serían los llamados a aportar en estos procesos de transiciones. Sin embargo, -como hemos comentado- la mayoría de las juventudes no están dispuestas a sacrificar tiempos ni esfuerzo en proyectos colectivos. Pareciera que están empeñadxs en obtener éxitos rápidos y trabajos express. Además, lastimosamente en el municipio, los pocos procesos de formación de cuadros en liderazgo están vinculados a la política partidaria de gobiernos en turno, que desvirtúan el foco de compromiso con el partido sobre lo comunitario.

Esta situación pone a muchas organizaciones ante las disyuntivas de quedarse con los liderazgos que tienen y no contemplan relevos y transiciones, debido a la falta de cuadros comprometidos con las causas y luchas comunitarias.

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De ahí surge nuestra convicción de estimular la continuidad del trabajo en el tema de juventud y para las juventudes, pero sin estigmas ni sesgos. Las personas jóvenes tienen mucho que aportar en la construcción de la sociedad, en los espacios de construcción política y de transformación social, comprometidos con la igualdad de derechos y la dignidad.

En la búsqueda de jóvenes con capacidades de asumir relevos organizacionales, primero que se tiene que tomar en cuenta son las diferencias que hay entre las organizaciones de jóvenes y las organizaciones que trabajan con jóvenes. Trabajar con jóvenes no siempre implica trabajar desde una perspectiva de juventud. A menudo se están apoyando modelos organizativos que no trabajan desde la perspectiva de juventudes.

De modo que cuidar la salud y el bienestar de las organizaciones y colectivos pasa por revisar los procesos de participación y renovación colectiva en nuestras comunidades.

md/

Fotografías: Edwyn Guzmán

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1 comentario en “De transiciones y relevos en las organizaciones comunitarias”

  1. Miren este es un tema bien sensible y delicado para la gente de las directivas de las comunidades. La mera verdad es que la forma en que se ponen a los directivos o dirigentes es por simpatia a la hora de elegir esos puestos en las asambleas. Casi siempre las directivas hacen asambleas cada 1 o 2 años y eligen por votación a quienes seran los lideres de estos comites o directivas. Y casi siempre se le tira el muerto como decimos a la nueva directiva sin haberlos preparado antes.
    Es bien interesante lo que plantea de preparar a los nuevos cuadros y de acompañarlos y de que el cambio de alguien no significa que lo esten sacando. En las oneges el caso es diferente, los que estan en esos puestos no sueltan el poder y se aferran a eso. Algunos hacen un buen trabajo pero otros no hacen ni dejan hacer. y a los jovenes a veces solo los usan, para actividades y nunca para las deciciones. Es bueno hablar de eso, me gustaria que entrevistaran a algunos lideres para saber que piensan ellos.

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