Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

«DE ESTE BARRO SOMOS» un libro de Guillermo Flamenco Parada

Sin duda alguna, Suchitoto es uno de esos excepcionales lugares magnéticos y enigmáticos que ponderan a El Salvador.

Por un lado nos atrae con esa magia lúdica revestida de añil cuyas raíces de jiquilite se ocultaron para siempre bajo las piedras de sus calles centenarias. Por otro lado nos subyuga con esos enigmas coloniales que van y vienen rompiendo la barrera del tiempo con un cargamento de historias que a muchos provocan escozor e insomnio.

Hay, pues, en ese viejo cargamento adulterado por el atavismo, historias que corren como fantasmas tímidos o que saltan de boca en boca para esconderse de la gente. Y hay historias snobistas que -en su intento de dejarse atrapar por el anzuelo de la leyenda- se lucen a la luz del día o en las sombras que acompañan a las noches de luna llena, así sea en las plazas del pueblo o en la intimidad de los viejos rincones de aquellos caserones.

Algunas historias quedaron cautivas en las paredes de la Iglesia de Santa Lucía, otras quedaron atrapadas en el kiosko del parque San Martín con el fondo musical del cuarteto de cuerdas. Unas más nacieron en las veredas de El Roble o Palo Grande para flotar en el río Lempa y hacer crecer suspiros sobre el torrente de sus aguas. Otras aprendieron a leer en las aulas del Grupo Escolar “Isaac Ruiz Araujo” o del Instituto “Juan Cotto” para repetirse con insistencia en las reuniones intermitentes de los coterráneos que se agregaron a la diáspora o de los que decidieron matar el tiempo en “las casitas de adobe/de balcones y de tejas”.

En todo caso, Suchitoto no se reduce sólo a la belleza del lago ni a la ventilada comodidad del Puerto San Juan. Su identidad tampoco se limita a la antigua arquitectura de la Iglesia de Santa Lucía, ni al pétreo farallón de Los Tercios que en el invierno se acicala con su hermosa cabellera de agua; ni mucho menos a la hospitalidad de sus hoteles o al menú vernáculo de sus restaurantes.

Suchitoto es su gente. Su gente de ayer y su gente de hoy. Su gente de siempre y de todos los tiempos. Gente contradictoriamente nostálgica y emprendedora que ha sido formada con el barro sagrado, milenario y virtuoso. Ese es el verdadero y esencial Suchitoto.

Y la responsabilidad sobre esta última afirmación no recae precisamente sobre mis espaldas sino sobre el talento de Guillermo Flamenco Parada. Fundamentalmente porque nuestro amigo es el autor de DE ESTE BARRO SOMOS, ese opúsculo de un hermoso y elocuente poema artesanal con que rinde homenaje a los suchitotenses de siempre.

Sin embargo, para evitar virulentas interpretaciones, vale la pena aclarar: los poemas artesanales en los que según el autor “se ausenta la rima/se destroza la cadencia/y se hace añicos la métrica” requieren de tanto talento, de tanta creatividad y de tanto esfuerzo como requiere un soneto o cualquier otro tipo de poema.

Un poema artesanal no es producto de debilidad literaria alguna. Lejos de eso es producto de la fortaleza literaria del autor que por alguna subjetividad prefiere embellecer sus poemas con el colonialismo del empedrado a cambio de dañar las imágenes del texto con la modernidad del asfalto.

 

DE ESTE BARRO SOMOS es un poema de setenta y cinco páginas que sirven para montar la escenografía de un “nacimiento navideño” en el que aparecen los hombres y las mujeres que ocupan el corazón de Guillermo. Una figura en la que también florece la inmensa e inquebrantable fe cristiana del autor, condimentada de paso con la nostalgia de los recuerdos.

Guillermo recurre a la figura del “nacimiento navideño” para colocar en el tiempo y aflorar en la memoria colectiva las imágenes de sus paisanos. Y no sólo imágenes de personas sino también imágenes de eventos y de instituciones locales. Allí aparece “La bala perdida” evocando sus páginas de “pica-pica”, el portal o los portales del pueblo, las posadas de Navidad, y las “recuerdas” para las capitanas olvidadizas. El Club Deportivo Brasilia se juega el mascón de su historia, y en el día del Centenario aparece solemnemente engalanado el benefactor y estimado Grupo SALA.

Para decirlo con las modestas palabras del autor, el esfuerzo de escribir y publicar DE ESTE BARRO SOMOS

No pasa de ser

una sonrisa, un suspiro;

darle vado al sentimiento

en un extraño exorcismo

de nostalgia y de recuerdo

que mejor van a entender

los nacidos en mi pueblo.

Los nacidos en Suchitoto, o personas comunes como yo que nacimos en otras regiones, y que después de degustar este “extraño exorcismo” poético hemos logrado visualizar e identificarnos con una serie de personajes.

En el poema, para decirlo de otra manera, desfila la historia de Suchitoto en la pública intimidad de un “nacimiento”. Pero quizás sea más justo decir que allí desfilan los hombres y las mujeres que construyeron la identidad de Suchitoto.

Posiblemente falten algunos y algunas cuya ausencia lacere la vanidad de sus descendientes. Pero con seguridad aparecen otros y otras cuyo anonimato se hizo añicos con los versos de Guillermo y cuyos retoños consideren que se ha hecho justicia con el nombre y la memoria de sus antecesores.

Hoy jugará el Brasilia,

ya va Fernando Miranda

a colocar las redes

en los marcos de la cancha.

Esa es la devoción

del famoso “Tío Nando,

cada domingo que hay juego

es quien llega más temprano.

Juzgar la ausencia o la presencia de algunos personajes no es atribución de este texto. Tampoco creo que haya sido la intencionalidad explícita de Guillermo. En todo caso DE ESTE BARRO SOMOS dista mucho de ser un texto histórico, sobre todo porque es fundamentalmente un libro de poesía.

Poesía artesanal si se quiere, pero poesía artesanal que ha ganado a pulso propio el sello que autentica su calidad de exportación.

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DATOS SOBRE EL AUTOR.

Guillermo Flamenco Parada, nacido en el agreste Suchitoto de 1933, tuvo la audacia y el coraje de publicar DE ESTE BARRO SOMOS, su primer libro, a los setenta y cinco años de edad. Desconozco si el fenómeno es producto de la causalidad o la casualidad pero su poema de setenta y cinco páginas tiene una relación cabalística con sus setenta y cinco años de vida. Año por página o página por año.

Desde luego, se vuelve imperativo aclarar cualquier desnivel de interpretación que pueda existir entre la edad y la calidad literaria de guillermo flamenco parada. Sobre todo porque la ausencia previa de trabajos bibliográficos de Guillermo responde a una decisión personal y no a falta de calidad literaria alguna.

Docente durante los primeros años de su juventud, Guillermo abandonó el magisterio para dedicar una larga trayectoria profesional a la industria publicitaria donde destacó como un avezado creativo. Sus amigos y compañeros de profesión recuerdan con agrado algunas de sus campañas, pero de manera especial la letra de un comercial de Canal 12 de Televisión que con evidente capacidad de síntesis recoge los aspectos fundamentales de la identidad salvadoreña. “En donde estrenaste el llanto, / donde un pezón te nutrió, / donde los brazos maternos / te mecieron con amor, / al compás de una sencilla / dulce y tierna canción. / Allí te nació la patria / que hoy vibra en tu corazón…”. Con seguridad que el lector maduro habrá tarareado en más de alguna ocasión la letra de aquel comercial con el fondo musical del promo original.

La personalidad de Guillermo también presenta las aristas del articulista observador y propositivo. En esa condición ha escrito numerosos trabajos de opinión para los diferentes periódicos del país a lo largo de los años, incluso como invitado especial del desaparecido Serafín Quiteño en su “Ventana de colores” que por muchos años publicó El Diario de Hoy.

No dudo, sin embargo, que uno de los mayores orgullos de Guillermo es escribir día tras día la cotidianidad de su prole en compañía de Merceditas, el ángel que con el barro de su alma dio forma a su vida y a la de su familia, y a quien precisamente dedica su libro.

Quizás por eso -confiados en la vena de su verdadera vocación- tenemos la esperanza de que el próximo libro de Guillermo devele aquellas historias que corren como fantasmas tímidos y saltan de boca en boca para sellar los labios que se formaron con el barro inmaculado de Suchitoto.

Mientras aquel momento llega para bañarnos con las historias vedadas de la “Ciudad pájaro flor”, me permito concluir esta nota con el broche de oro que cierra el libro de Guillermo:

Demos gracias mis paisanos

a Nuestro Dios y Señor

porque nos dio como cuna

“La Ciudad Pájaro Flor”.

 

De este barro somos,

de esta FLOR QUE VUELA,

portal y pesebre

de gozos y de penas.

 

Ya con esto, aquí termino

porque aburrirlos no quiero…

¡perdónenme si algún amigo

se que quedó en el tintero!

 

Una reseña escrita por: Danilo Umaña Sacasa.

15/04/2010

Foto portada: Café Literario Eluney.

 

 

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