Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

Anécdotas y recuerdos de Aguacayo.

Aguacayo. El nombre proviene de “aguact” y “yulu”, o sea «corazón de aguacate».

Su historia se remonta lo que fuese un asentamiento humano de finales del Siglo XVIII. Ya en 1807 era conocido con el nombre de San Luís de Aguacayo, y el 8 de febrero de 1859 fue declarado Cantón de Suchitoto, Suchitoto – (“Xochitl Tototl”, Pájaro Flor).

Aguacayo, se ubica atrás del Cerro de Guazapa en el Municipio de Suchitoto. Desde la Carretera Troncal del Norte Hay una carretera que serpentea por 20 kilómetros y que conduce de Aguilares a Suchitoto. Desde Suchitoto, solo hay una distancia de dos kilómetros, y estamos en Aguacayo.

Como cualquier otro asentamiento humano de la época, estuvo marcado por la presencia de religiosos, quienes a su paso, paralelo al gobierno de la Corona y sus representantes en nuestro suelo, construían Iglesias, delimitando así , terreno y jurisdicción. El templo católico fue edificado entre 1819 y 1820, con fondos donados por Don Felipe Herrera y el esfuerzo de toda la comunidad, según se detalla en la página 122 del libro «Estadística General de la República de El Salvador de 1858-1861», en el informe correspondiente al municipio de Suchitoto.

Su desarrollo local fue notable y se adelantó a su época, recibió energía eléctrica y servicio de agua potable domiciliar con un potente sistema de bombeo. Una de sus ventajas como comunidad fue su desarrollo que se concentró y creció alrededor de la Iglesia.

Presentación13El pueblo estaba dividido por la calle principal que era empedrada, en los de arriba y los de abajo (según su ubicación), su población hasta el momento del último “censo” que hizo uno de mis tíos, Rogelio Lara, de oficio Sastre, y responsable ante el Ministerio de Salud del control del Paludismo (Campaña Nacional Antipalúdica), quien al levantar un croquis del trazo del pueblo para establecer lo que hoy conocemos como “mapa de riesgo”, contabilizo unos 1,100 habitantes, los del casco urbano o centro de pueblo y los alrededores.

Los servicios de salud no se requerían con frecuencia, la población en general era sana, los servicios los prestaba el Hospital Nacional de Suchitoto, que para nosotros estaba a solo unos kilómetros de distancia y se tenía acceso rápido, así como una buena relación con el personal del Hospital.

Quienes estudiamos en Suchitoto, caminábamos mañana y tarde (12 Kms/día) para poder estudiar, algunas veces corríamos tras el Pick Up GMC Celeste de las Doñan (los jaboneros como les llamábamos, tenían un taller de producción artesanal de jabón) para un aventón. En verano correr tras el camioncito representaba tragar muuuucho polvo, en invierno era terrible el lodazal que terminaba en nuestra espalda, en la camisa blanca del uniforme… pero eso era la vida, sencilla, sin más complicaciones que pasarla bien, bañarse en el río bajo el puente a la salida de Suchitoto al salir de clases, vida de pueblo.

En Suchitoto, nos quedábamos algunos a almorzar donde la Licha López casada con Adalberto López, quien era Secretario de la Alcaldía, padres de Beto López, además de almuerzo, nos daba un lugar donde esperar la próxima jornada, tenía un casa grande de pueblo colonial, cuadrada con jardín y fuente al centro y corredores en los cuatro costados, tenía varios árboles grandes y era una casa fresca. Las tortugas de diferentes tamaños que vivían el jardín eran uno de los atractivos de la casa.

21100921 10154996089852992 1726001145 n

Las Mujeres del pueblo.

Las “Dulceras” a quienes hoy he recordado (sin que sean todas, por supuesto) incluyen los nombres de: Lucía, la Vicenta Valle (Chenta), Rosario (la Chayo), Amanda Leiva, madre de María del Carmen Leiva Asheshov y Delmy Leiva, Tula (esposa de Carmelo Gómez), Ernestina (Tina) y Marta Ventura, Julia esposa de Baudilio, Consuelo, María Luisa Leiva de Pineda, Vicenta Fernández, Catarina, Amelia y Milagro Parada, Cruz Ventura, Milagro y Ángela Castro, Marta Alas, Tita y Carmen Pérez, Albertina, Laura Landaverde, Carmen Fernández, Lucía Alas, Petrona, Tana y Lucia, Juana Landaverde, María Victoria e Hilda Lara, Luisa y Carmen, Marta Ventura, Ana Mercedes López, Ely Patricia Leiva y tantos otros nombres que se quedan, son quienes por muchas generaciones fueron guardianas de las recetas los dulces, pasados por tradición oral desde las abuelas de la época de la colonia, hasta este día que las escribo. Ernestina Lara, Tula de Carmelo y la tía Yita López madre de Delia López, también horneaban, la Vicenta Valle preparaba quesadillas ocasionalmente. La tía Yita también preparaba sabrosos refrescos de fruta y de horchata, los que no podían faltar los Domingos.

Estas mujeres que nos dieron nuestra herencia cultural, nos formaron con dulces, el pueblo tiene orgullo de haber formado para el País, Administradores, Consultores, Abogados, Militares Médicos, Economistas, Hoteleros, Profesores Ingenieros, Enfermeras, Políticos prominentes (como ya dije, le dimos hasta un Alcalde a la ciudad de Suchitoto y hasta un Vice Ministro al País), y casi cualquier profesión, con los dulces de colación…

Texto: Alejandro  Gómez Lara.

Alejandro Gómez Lara, consultor especializado de la Organización Mundial de Turismo OMT en temas de Desarrollo Local y Turismo.

 

.
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Lo último

Espacio para Publicidad
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

Publicaciones

Scroll al inicio