Francisco Martinez Criado llegó a El Salvador en el 2009 cargado de muchos ideales y sueños. En sus ojos brillaba la utopía de construir y aportar a un mundo mejor. Venía de conocer las realidades de Honduras y África. De El Salvador había leído la historia de la guerra y conocía el país de la nota roja en los periódicos con su vorágine interminable de violencia.

El solo venía por unos meses, y se quedó por más de cinco años. Francisco Martinez Criado, fue conocido en Suchitoto como «Paco» el español, (creo que si alguien pregunta por Francisco Martínez Criado nadie le recordara).  «Paco» abanderó un ideal  simple, el de dar y compartir sus conocimientos, su experiencia y su fe en la solidaridad. Orgulloso de su profesión y oficio no tenía remedos en decir que era carpintero y profesor, con mucha paciencia transmitió   sus conocimientos e impulsó a muchos jóvenes no solo a trabajar la madera sino también desarrollando talleres de pedagogía e historia del arte.

Firme en sus principios y visión de mundo convivio con el pueblo de Suchitoto, conociendo sus historias, leyendas, retos y esperanzas. Compartió con los jóvenes su fe en el futuro. Conoció, compartió y vivió Suchitoto, con la humildad de un pueblerino más. Hasta que un día sonó el despertador y la lección había sido ya aprendida.  En el 2014 deja Suchitoto, y vuelve a su natal España. Desde donde casi tres años después en el 2017 lo encontramos con un libro en la mano y el deseo de compartir una historia. La historia de sus días y recuerdos por El Salvador.

Compartimos la primera parte de esta entrevista con francisco Martínez Criado  (Paco)

Cuéntanos un poco de tu vida, de tus días de infancia.

– Nací en un pueblo llamado Mengibar, en el sur de España. Ahí mismo estudié y me formé profesionalmente. Mi infancia, no fue diferente a la de cualquier otro joven de mi generación.

Háblanos un poco de tu profesión.

– Yo he trabajado tanto de carpintero como de profesor de carpintería. Es un oficio que me gusta y me llena.

Cuéntanos ¿cómo llegas a convertirte en voluntario y como empiezas a viajar por el mundo?

– Todo nació a raíz de mi compromiso social, desde hace años estoy involucrado en el mundo de las ONGs. En 2008 me propusieron aprovechar mis vacaciones para viajar a Honduras, y lo que iba a ser unas vacaciones se convirtieron en una vivencia de varios años.

¿Cómo llegas a El Salvador y Suchitoto?

– En un principio me ofrecieron hacerme cargo de una iniciativa en una comunidad de Suchitoto, sólo para unos meses, pero, al final, me quede el país.

¿Cuál fue la primera impresión y tu primer tarea En Suchitoto?

– La primera impresión fue muy buena. Encontré a gente muy comprometida y con ganas de trabajar. mi primer tarea dar clases en la comunidad Agua Caliente a un grupo de jóvenes que querían montar una carpintería.

¿Cómo se convierte Francisco Martínez Criado en “Paco” el español?

– Jajajaja… No sé, imagino que con el paso de los años la gente del pueblo comenzó a conocerme así.

¿Por qué tanto tiempo en Suchitoto?

– Porque había un proyecto muy ambicioso y para realizarlo, necesitaba mucho tiempo. Luego me fui enamorando del pueblo y llegué a sentirme como en casa.

Cuéntanos las experiencias que más te impactaron de Suchitoto

– Sobre todo aquellas que tienen  que ver con la violencia… Los testimonios de las víctimas… el miedo.

Tú eres un soñador y te vinculaste mucho con los jóvenes, ¿crees que nuestra juventud tiene los sueños necesarios para construir un mejor futuro?

– Desde luego que sí, el problema es la sociedad que no les permite cumplir esos sueños, eso genera frustración.

¿Cómo eran tus días en un pueblito como Suchitoto?

– Trabajo en las comunidades, en la oficina, siempre procuraba asistir a todos los actos y eventos del pueblo. En general, diría que una vida tranquila.

¿Alguien o algo te robó el corazón en Suchitoto?

– Todo me robó el corazón, la gente, el clima… aunque, reconozco, que quienes más me lo robaron fueron la gente de la Asociación Los Angelitos.

¿Cómo ves el trabajo de las organizaciones en Suchitoto?

– En general bastante bueno, se nota que es un pueblo bastante concienciado.

¿Cuál fue tu mayor bandera de lucha en Suchitoto?

– La que he llevado siempre, el compromiso con las menos favorecidos.

Cuéntanos un poco del trabajo que hiciste en las comunidades.

– En Agua Caliente formamos una carpintería con un grupo de jóvenes. Realizamos un curso donde se incluyó dibujo técnico, diseño de muebles, etc… Y además, colaboraba en todas las actividades que organizaban mis compañeras de trabajo.

¿Cuándo y por qué dejaste Suchitoto?

– En 2014. Fue un cúmulo de causas. Había abandonado la ONG con la que llegué allí, por diferencias en cómo ellos planteaban la intervención e invertían el dinero de los socios, y además, tanto física como mentalmente, necesitaba un descanso.

¿Extrañas algo de Suchitoto?

– Si, muchas cosas… la gente, el clima, las frutas, las pupusas…

¿Cuál es tu vivencia o recuerdo más especial de Suchitoto?

– Es difícil elegir una sola, fueron tantas y tan variadas que es difícil elegir… Seguramente, el trato a diario con la gente.

¿Cuál sería tu lección más grande vivida en Suchitoto?

– Te respondo con un fragmento de mi libro: Suchitoto y El Salvador me enseñaron a valorar las cosas con el corazón y no con la cabeza, a ser más humilde, más humano… a ver las cosas con otros ojos.

  Me enseñaron a valorar las cosas con el corazón y no con la cabeza, a ser más humilde, más humano… a ver las cosas con otros ojos.»