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Sobre la tolerancia y la aplicación de ordenanzas en la ciudad

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En varias ocasiones hemos conversado sobre la importancia de dialogar sobre la convivencia ciudadana, los problemas que conlleva el crecimiento urbano y los de compartir espacios públicos en la ciudad.

Esto nos recuerda que la ciudad es una urbe en constante crecimiento y está llena de mucha vitalidad, formas de ver, entender, sentir y convivir que, van configurando y dando forma a lo que llamamos comunidad. Sin embargo, el desarrollo y crecimiento de la ciudad siempre trae algunos problemas e inconvenientes espaciales y de convivencia.

Entre otras cosas, la convivencia implica compartir el uso del espacio público; espacios que son de y para todos y todas. Esto significa que ante el uso y compartimiento de los espacios que son comunes, debe de primar, la empatía, comprensión, tolerancia y justicia. Nadie debe de reclamar para sí mismo, el derecho de exclusividad de un espacio que es de la ciudad y para el uso común de todos y todas.

Por ejemplo, las calles y aceras son espacios comunes que deben de ser cuidados y compartidos por todos hy todas y la responsabilidad de mantener el orden y mantenimiento de estás se les ha delegado a las municipalidades. Es decir, la municipalidad es la encargada por el mantenimiento, el orden y buen uso de los espacios y recursos de la ciudad.

Sin embargo, ocurre que en ocasiones los dueños de vivienda o negocios, exceden el uso de los espacios; y de lo privado pasan al uso del espacio público, como las aceras y calles de la ciudad. En realidad, si esto no representara algún inconveniente y fuera un acuerdo de ciudad o vecinal, no pasaría nada.

Pero ¿qué ocurre cuando las acciones de un vecino incomodan a otro u otros?, ¿qué ocurre cuando alguien viola las ordenanzas municipales sobre el uso del espacio público? ¿Debería la municipalidad ser imparcial en la aplicación del orden público? ¿Debería la municipalidad esperar a que alguien denuncie un abuso para aplicar ordenanzas sobre el ordenamiento de la ciudad?

Para conocer la realidad sobre el uso de las calles y aceras de la ciudad, solo basta recorrerla, y veremos como algunas aceras son ocupadas por pequeños y grandes negocios.  Lo mismo ocurre con las calles que se llenan de vehículos sin ninguna consideración de los vecinos.

¿Qué se puede hacer frente a esta situación que altera el orden y paz vecinal?

En primer lugar, ser empáticos y tolerantes, y comprender que estos espacios son comunes y que tanto uno como los demás tiene derecho de usarlos, siempre y cuando se haga dentro de un mínimo de respeto. No es correcto señalar la mesa que saca la vecina para vender su café, sus verduras o pupusas y no decir nada del gran negocio que se toma la acera y la calle para vender sus productos. La municipalidad debe de buscar maneras de ejercer justicia equitativa en la aplicación de sus normativas sin golpear solo a los más pequeños a costa de quedar bien con los más grandes.

En muchas ocasiones los empleados de la municipalidad van y exigen a pequeños negocios que no saquen sus mesas a la acera, mientras que otros gozan de las consideraciones de la municipalidad. ¿La explicación? “Eso depende de las denuncias, no de nosotros” dicen los empleados de la municipalidad. Es decir que mientras no exista alguien que exija la aplicación de las ordenanzas estas no se aplican con equidad, como tantas otras buenas iniciativas municipales que se planifican, pero nunca se ejecutan y cumplen responsablemente.

¿Qué hacer ante esto? Una, podría ser denunciar y exigir la aplicación de las ordenanzas municipales en torno a la convivencia ciudadana y el uso de los espacios públicos. Pero hay algo mejor que eso y es el diálogo y entendimiento vecinal. Converse con su vecino con respeto y tranquilidad, reúnanse y busquen juntas y juntos alternativas donde ambos puedan convivir en paz y armonía. Sea tolerante, empático y solidario, la bonanza de algunos no es la de otros y muchos deben de rebuscarse para sobrevivir, busquemos puntos de entendimiento y equilibrio donde todos y todas podamos hacer buen uso de nuestras calles y aceras sintiendo que somos parte de una comunidad.

Sin lugar a  dudas, decirlo es fácil, pero por favor inténtelo, trate de generar en lo posible el dialogo vecinal respetuoso y conciliador, busque intercesores y lideres o lideresas de su barrio o comunidad que le ayuden a gestionar los conflictos antes que estos suban de tono, y si, después de intentarlo no se puede, pues recurra a las autoridades municipales, documéntese con imágenes, testimonios y exija que el uso de los espacios públicos sea respetuoso e igualitario para todos y todas.  

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