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Día de Finados en tiempo de pandemia por COVID-19

Cada Día de los Fieles Difuntos, coronas de ciprés, ramos de mirto, recedos, borlas, rosas, chastas, nardos e infinidad de flores parafinadas elaboradas por las manos artesanas.

“La muerte es dulce, pero su antesala es cruel” – Camilo José Cela –

Cuando en el cielo se ven las bandadas de azacuanes volando al sur, es el anuncio que en El Salvador el invierno esta por despedirse y que se acerca el 2 de noviembre. Fecha en que se visita los cementerios para honrar a los seres queridos – que como dijo Séneca “no han hecho más que adelantarse en el camino” – llevándoles flores, elevando una oración por ellos o dedicándoles desde un salmo, un cántico religioso, hasta canciones populares de su predilección, creando en el campo santo en el Día de Finados un ambiente que mezcla risas, lágrimas, suspiros y silencios. La caridad cristiana incluye la obra de misericordia de enterrar a los muertos. La fe cristiana refuerza la dignidad de los difuntos que han sido templo de Dios y que él les resucitara al final de los tiempos “Porque no dejaras mi alma en el sepulcro, ni permitirás que tu santo vea corrupción” salmo 16.

Cada Día de los Fieles Difuntos, coronas de ciprés, ramos de mirto, recedos, borlas, rosas, chastas, nardos e infinidad de flores parafinadas elaboradas por las manos artesanas de nuestra gente, junto al aroma de las empiñadas, hojuelas y hasta ayote en miel de panela, dan un colorido singular a los cementerios; y quizá es cuando no es tan tétrico estar ahí junto a nuestros muertos.

Recibir la noticia que ha fallecido un ser querido impacta a cualquiera, incluyendo al más fuerte, aunque en algunos casos por el diagnóstico médico ya es predecible ese final. Es en esos momentos en que las muestras de afecto son justas y necesarias: un abrazo, el acompañamiento, un responso, un apretón de mano… dan animo al doliente.
Los protocolos ante la muerte por el COVID-19 no permiten ni dan tiempo de acompañar y expresar físicamente nuestra solidaridad a quienes la muerte de su familiar les entristece alma y corazón, y es quizá eso, lo que afecta emocionalmente más a un doliente, ya que en la mayoría de los casos no hay tiempo ni espacio ni siquiera para una oración junto a la familia.

En Suchitoto hemos y seguimos viviendo esa triste realidad. Familiares y amistades han sido sepultados a toda prisa, casi de la misma forma que narra la biblia la sepultura de cristo. Unos más osados han logrado a través de las redes sociales compartir ese duro momento, otros desde el tapial del cementerio solo han visto como los hombres de blanco de las funerarias entierran a toda prisa a quien en vida compartió con nosotros, aumentando de por sí la tristeza del momento.

Cuando se escucha el doblar de las campanas, rápido llega a la mente las preguntas ¿Quién será?, ¿Habrá sido por el COVID-19? Esta última determina se podrá hacer presencia en acompañar a los dolientes, o bastará una llamada telefónica, un texto en redes sociales o una oración en la distancia.
Nadie en el mundo estaba preparado para esta pandemia, y aun ni para la muerte misma ni por edad ni motivo. Plutarco decía: «La muerte de los jóvenes constituye un naufragio; la de los viejos es un atracar en el puerto.” Para los que han perdido un ser querido ya sea por COVID-19 o no, en estos tiempos ha sido más dolorosa vivir esa situación por las restricciones que obliga el protocolo de la pandemia, pues el enfermo paso en soledad sus últimos días y la familia sin haber podido estar cercana en esos difíciles momentos. Por tanto es ahí donde debemos estar atentos de los dolientes que necesitan aún más de nuestro afecto.

En nuestro municipio estos últimos casi dos años, la pandemia ha fortalecido algunas acciones de solidaridad ante la muerte ya sea por COVID-19 u otra causa, principalmente en el plano espiritual, en el que los diferentes líderes religiosos han estado pendientes de la parte emocional de su feligresía. En la entrevista que Noticias La Gaceta Suchitoto realizo el viernes 22 de octubre al Padre Adonay Orellana, párroco de la Iglesia Santa Lucía, él hacía referencia el cómo esta situación afecta emocionalmente a los dolientes y de cómo la Iglesia Católica en este caso ha acompañado y continúa haciéndolo a cada familia que pasa está difícil situación. En este caso la iglesia es madre y maestra, como madre ha estado cercana espiritualmente a los dolientes, pero también como maestra ha ido más allá, al volverse solidaria y empática con los pastores y feligreses de otras denominaciones religiosas, acompañándolos en el dolor a través de la oración y en otras necesidades. Amaos los unos a los otros sentencio Jesús”.

Para muchos desde creencia religiosa, este Día de Finados les permitirá en el cementerio rendir un homenaje o realizar un rito que no pudieron hacer a sus deudos al momento de su muerte. Si bien San Agustín decía que una flor sobre la tumba se marchita, una lágrima se evapora, pero una oración por su alma la recibe Dios.” Cada quien con su fe y sus tradiciones ira a enflorar o coronar a sus difuntos. En una tumba se escuchará La Salve, sobre alguna lápida un salmo, frente a una cruz canciones populares y mirando al cielo más de alguien exclamará: “más allá del sol yo tengo un hogar, hogar dulce hogar, más allá del sol …”

Para quienes asistan al campo santo, favor no olvidar el uso de la mascarilla, estar poco tiempo en dicho lugar y cumplir las medidas que implementará el Ministerio de Salud y la municipalidad.

Ánimo suchitotenses, no bajemos la guardia en el combate ante este virus, las vacunas no son en vano.
Que el alma de nuestros fieles difuntos descanse en paz. Así sea.

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