Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

La crónica de los días desde los Hospitales

“Ayer y hoy hemos superado nuestros límites de pacientes críticos. Han sido días extenuantes, con canapés devorando pedazo a pedazo los pasillos de nuestra emergencia, dejando cada vez menos áreas seguras. El virus y su estela mortal se extienden inexorablemente, impasibles, ante nuestros ojos. Ayer falleció un paciente en Máxima Urgencia, donde permaneció un par de días esperando cupo en algún lado. Anoche dos más; esta mañana ya tuvimos el primer fallecido en un pasillo. Y así, poco a poco, vemos crecer nuestra impotencia.

En el fondo prefiero y agradezco que haya sido así, fatigosa y exigente la labor del día. Con tanto dolor en el alma, no puedo sentarme a llorar mientras hay tanta necesidad desparramada. Hay que cuidar de todos ellos, por aquellos que no pudimos cuidar en persona”.

Don Atilio (nombre ficticio) ha pasado allí más de 24 horas esperando poder recibir suplemento de oxígeno. Gracias a Dios su condición no es crítica, aún, y ha podido soportarlo. Frente a él ha fallecido a media mañana de hoy don Gerson (nombre ficticio), un señor mayor, quien llegó apenas ayer en muy mala condición. El manómetro (dispositivo para regular el flujo de oxígeno) que tenía don Gerson es sanitizado para colocárselo a don Atilio. No sé qué pasará por su mente, pero ciertamente es una situación espantosa para cualquiera: que tu vida dependa del fallecimiento del paciente a tu lado. Es horrible.

Junto a él está Francisco (nombre ficticio). Tiene apenas 35 años. Apenas si pregunto algunos detalles de sus síntomas y su probable fuente de contagio, pues está muy cansado. La mayoría lo están, y no hay mucho tiempo para detenerse con cada uno, salvo lo imprescindible para evaluar su condición actual. Francisco me pregunta que si está bien -yo sé que no lo está- y yo trato de dar esperanzas. Y me hace una petición: -«Haga lo posible, doctor»…. Y yo contesto: -Hacemos hasta lo imposible. No deje de luchar. Ore y ponga toda su fe en el Señor, y deje que El haga su voluntad…

Cuando llega la hora de salir, me despido de la manera más cruel, pero inevitable: -Los pacientes de la camilla 1, 2 y 3 están en condición crítica… Es probable que fallezcan más tarde…

Salgo a prisa del lugar. La desolación y el temor allí son aterradores. Hay que retomar fuerzas, y esperar en Jesucristo, que cumpla su voluntad en mí. Todavía falta mucho tiempo y mucho dolor hasta el final…”. (Dr Benjamín Pompilio Coello Villalobos)

Esta anécdota, como él la llama, permite ver un poco al interior de lo que se vive el personal de salud en nuestros hospitales.

En poco tiempo la situación obligó nuevas y drásticas medidas. La emergencia se trasladó al primer nivel del edificio y prácticamente toda el área que antes ocupaba la emergencia se dedicó a la atención de pacientes con problemas respiratorios. El COVID ya era una abrumadora realidad.

Los servicios de emergencia como este, están diseñados con un flujo de trabajo que inicia en la Recepción, donde se separa a los pacientes según riesgo, luego pasan al médico que selecciona y luego al consultorio donde se inicia su historia clínica, examen físico y toma de exámenes para su diagnóstico, dependiendo del caso pasan a observación o donde corresponda, y si es un caso grave a la Máxima Urgencia, donde hay personal especializado para este tipo de atención. Aquí hay equipo de monitoreo y diagnóstico, así como oxigeno (que en el caso que nos ocupa es vital) para asegurar la atención, pero en este caso solo habían 2 camas con acceso a instalación de oxígeno (el que esta empotrado a la pared)! La situación fue tal, que el Gripario se volvió insuficiente y se necesitó TODA el área de emergencia para convertirla en área COVID, quedando el área que inicialmente fue Gripario, para la atención de los niños con el tamizaje neonatal y las inmunizaciones.

Rápidamente, el personal de los equipos de salud empezó a contagiarse. En un solo día la Emergencia tuvo que retirar por sospecha de contagio a 22 personas, entre médicos y enfermeras. Aunado a esto el hospital ayudó a reforzar a otros hospitales que requerían más personal. Esto es muy grave, significa que los pacientes no tendrían suficiente personal en el sistema de salud para atender la emergencia. No había suficientes equipos de oxígeno y respiradores mecánicos para atender a los pacientes que se ahogaban y se vio la opción de hacer uso de cilindros de oxígeno; ¡pero no había manómetros de presión (reguladores) y el Ingeniero a cargo de la Administración vivió un calvario para obtenerlos era fin de semana y todo estaba cerrado! solo había 2 camas con oxigeno (en la Máxima).

No había suficientes cilindros ni reguladores y empezó la crisis a nivel hospitalario dentro de la red, prestando equipo de unos a otros. Lo mismo pasó con los equipos de protección personal que son más que mascarillas, según nivel de exposición requieren de diferentes piezas (zapateras, gabachones, gorros, guantes, mascarillas quirúrgicas o KN95 −según sea el caso−, mascarilla acrílica y/o anteojos protectores).

Asimismo, había que preparar áreas y rutas seguras para que el personal se cambiara minimizando el riesgo de contagio, para lo cual también existe un procedimiento específico, así como personal de monitoreo que asegura la protección de los médicos y enfermeras, que han de ingresar a las áreas de riesgo contaminadas y evitar contagios.

Había días duros en los cuales el Administrador se vio en la necesidad comprar mascarillas de emergencia para cubrir los fines de semana. Los equipos de protección personal son desechables y se requieren de por lo menos 4 por equipo para cubrir un turno (no se puede estar con el equipo de protección personal más de 6 horas).

De pronto y sin haberse preparado para esto, ¡el hospital paso de ser un hospital ´transfer´ a un hospital COVID!, mientras debía seguir atendiendo a los pacientes de otras especialidades que igual seguían llegando al hospital.

Estando fuera del hospital podía ver lo que sucedía y era una locura, el virus es intimidante, se desconoce mucho aún para combatirlo efectivamente, los protocolos son nuevos y a diario estamos en una situación de prueba y error, son cambiantes. Hubo muchas declaraciones de algunos profesionales de la salud y medicamentos que levantaron polémicas entre los especialistas sobre el manejo, había mucha confusión sobre el uso de anti inflamatorios, Ivermectina e Hidroxicloroquina y, a la fecha, después del primer año del COVID-19, los investigadores continúan aprendiendo.

Cada día, entre las víctimas había médicos y enfermeras, muchos conocidos y amigos, buenos profesionales, para diciembre 11 de 2020 el Colegio Médico ya reportaba 70 médicos fallecidos a causa del SARS-CoV2 (solo en julio fallecieron 30 médicos), y 154 empleados del sistema de salud. Al 6 de diciembre 2020, se reportaba ya 40,131 casos confirmados, el número aumentó a 44,619 para el 27 de diciembre de 2020 y para el 02 de enero 2021 ya se reportaban 46,242 casos confirmados.

Por Alejandro Gómez Lara

(3/5 partes) Espere en la cuarta parte la continuidad del relato desde el principal campo de batalla: los hospitales.

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