Hace tres años, Tania Mata Parducci llego a vivir a Suchitoto. Desde entonces, ha trabajado y colaborado con los proyectos del Centro Arte para la Paz, siendo la coordinadora de la iniciativa del Museo Comunitario la Memoria Vive que desde hace más de 10 años se impulsa en el CAP.

Pero ¿quién es Tania Parducci? Para conocer un poco más sobre su vida, experiencia y labor en uno de los espacios más importantes de la vida artística y cultural de la ciudad, compartimos una conversación en dos partes.

Tania Mata Parducci y El Centro Arte para la Paz

¿Puedes contarnos un poco de tu trabajo y responsabilidades en el CAP?

Cuando entré, empecé a llevar un poco la coordinación de los talleres de arte y el museo, pero a partir de este año, viendo la necesidad de estar agilizando la próxima exposición, me estoy dedicando única y exclusivamente a terminar la exposición y también con la posibilidad de que sea, una exposición que vaya creciendo un poco más; por esa razón me quedaré como encargada del museo para poder ir generando actividades en relación a la exposición, que sea algo que se vaya montando y que no sea solamente estática.

¿Por qué decides regresar de España a la capital y venir a vivir a Suchitoto?

Lo de venir a vivir a Suchitoto fue la mejor casualidad que me pasó en la vida, porque en realidad yo me fui a España y después de haber vuelto de 12 años de exilio con mi familia. Cuando se firman los Acuerdos de Paz, volvimos al país y pues obviamente para mí, como para muchas personas que crecimos en el exilio, pues se no hizo difícil acomodarnos y ese fue un motivo por el que no me podía adaptar muy bien a El Salvador, por esa y otras razones, y también quería conocer un poco más.

Así que me decidí volver a España a experimentar y ver qué pasaba; no me fui con beca ni nada por el estilo, nada más me fui a vivir y terminé quedándome 18 años en España. Sin pensar que iba a volver, nunca me lo había planteado, jamás, pero como esa palabra es muy grande que no se puede decir y en algún momento sentí la necesidad de volver a la raíz y entonces fue que decidí volver.

Hace 4 años que llegué en enero a Suchitoto porque casualmente mi hermana fue parte del equipo que formaron los primeros voluntarios del museo, que por eso yo conocía de este lugar y cuando vuelvo, llaman a mi hermana para hacer la exposición de Ciudades y ella propone que yo participe como diseñadora.

Después resulta que ya no puedo hacerlo, pero luego me llamaron para saber si podía asumir la parte de diseño, entonces ahí se dió la conexión, lo de la exposición fue un trabajo puntual; pero al cabo de 2 o 3 meses, me propusieron que si quería como formar parte del equipo del CAP, para hacerme cargo de la Escuela de Artes y del Museo y lo que se ha ido es modificando con el tiempo mis actividades y ahora estoy en la parte que me gusta bastante, que es la del Museo.

¿Puedes hablarnos sobre tu experiencia trabajando y viviendo en Suchitoto?

Creo que me he quedado en El Salvador porque estoy en Suchitoto, posiblemente si no hubiera tenido la suerte de encontrar un trabajo y vivir aquí, talvez me hubiera regresado o hubiera buscado otro lugar donde irme a vivir porque San Salvador me desespera muchísimo, me sobrepasa.

Para mi ha sido una suerte, como una casualidad de las se dan en el momento que se tienen que dar, llegar a esta ciudad para poder quedarme; entonces cuando entendí eso, si he venido para quedarme y se están dando todas las condiciones. Me entusiasma hacer algo que realmente incida en la comunidad y este trabajo tiene la posibilidad de hacerlo.

Al principio fue complicado porque estando afuera uno pierde muchos códigos y formas de funcionar y es como readaptarse a hacer las cosas, como la dinámica, el lenguaje y además te leen como extrajera, aunque sepas que no lo eres, es un shock un poco extraño.

El trabajo me a entusiasmado bastante, porque es como acercarse a la realidad, a las comunidades y que me ha dado la posibilidad de conocer más la historia del país de cerca. Porque el museo tiene esta parte del Museo Móvil, que va a las conmemoraciones, las repoblaciones después de las masacres y para mí ha sido un gran aprendizaje. Es como ir viviendo esa parte de mi vida en la que estuve en el exilio y estar rescatando aquí esa memoria, es lo que a mí me hace quedarme.

¿Qué significa para ti el Centro Arte para la Paz?

Para mí es un espacio con muchas posibilidades de generar otras maneras de estar en el mundo, es una posibilidad  para la gente, especialmente para los jóvenes de poder expresar de otra manera todo el descontento. Creo que es un país con mucha frustración, con mucha tristeza metida y mucha rabia y al final el arte, y aunque suene una frase hecha, “el arte nos salva” de alguna manera o por lo menos nos alivia el alma. No sé si nos salva, pero nos alivia el alma. Entonces para mí es una gran posibilidad y una oportunidad.

A veces siento que se aprovecha poco, no termino de llegar a entender cuáles son las circunstancia que hace que se aproveche tan poco, porque ya hubiera querido yo tener un espacio gratis, donde me den la posibilidad de meterme en todos los talleres y tener instrumentos de música que pueda venir a ensayar cuando quiera.

Creo que es algo que a veces me da la sensación de que quienes lo tienen aquí, no saben o no lo dimensionan, porque en otros lugares y en otros contextos, pagar por una clase de música es carísimo o una clase de pintura y además tener un espacio como éste, es un lugar súper agradable. Además de que el lugar es súper bonito y con mucha paz; pues creo que es una oportunidad poco aprovechada, es mi experiencia desde que llegué, no sé cómo era antes, pero siento que a la gente le falta aprovecharlo.

Al frente del Museo la Memoria Vive

Hagamos un poco de memoria ¿Cómo surge el Museo y desde hace cuánto tiempo existe en Suchitoto?

Yo llevo en el museo tres años y lo que sé de lo que era anteriormente el museo me lo han ido contando, también leyendo algún documento. Entiendo que hace un poco más de 10 años se abre la primera exposición y lo que yo sé, es que surge como una necesidad de la propia comunidad de tener un espacio de memoria colectiva; que es lo que hacen los museos comunitarios. La posibilidad de que la vida comunitaria sea parte de un conocimiento colectivo y la mejor manera es tener un museo para compartirlo con el resto, es como un aprendizaje.

Cuando yo logro leer lo que Peggy quería con este sueño, es algo parecido a esto; un lugar donde rescatar todas esas memorias y esas vivencias que muchas veces, por no tener un carácter de gran acontecimiento, parece no ser tan importante, se piensa que hay cosas que solo pueden estar en un museo por ser acontecimientos de grandes magnitudes o grandes obras de arte y yo creo que al final todas las vidas de todas las personas son grandes y grandes obras de arte y todo ese conocimiento son las que hacen la historia. Yo lo que he logrado entender, es que el sueño de Peggy ha sido crear ese espacio.

¿Cuántas exposiciones ha realizado el museo en estos años?

Han pasado 7 exposiciones, la séptima, la que se encuentra en este momento fue la que yo diseñé y con la que entré en este proyecto la cual lleva ya tres años.

¿Cada cuánto tiempo más o menos se han ido cambiando las exposiciones?

Como mucho, han estado en el museo 2 años, la exposición actual ha roto el récord con tres años ya. Creo que es, porque se ha tenido bastante visita de colegios, por el tema que está dentro de las temáticas de las escuelas y se ha ido más allá de la comunidad, es un tema bastante educativo y eso ha hecho que muchas escuelas aún fueran de Suchitoto, vengan a visitar el Museo. Muchos colegios de afuera han venido a ver el museo y creo que con eso ha habido una apuesta a la próxima exposición, para que sea un poco más rigurosa en el sentido de la investigación, del tiempo que se necesita para montar una exposición.

¿Cómo se han ido creando y produciendo cada una de las exposiciones en el Museo?

Yo llegué como diseñadora de la exposición actual. El tema lo tenían pensado, entiendo que las personas que trabajan en la dirección del museo, deciden un par de temas que les pueda interesar y a partir de ahí se empieza la investigación a nivel comunitario o donde haya que investigar. Entonces cuando yo llegué a trabajar en la exposición actual, el tema ya lo tenían definido y buscaron una antropóloga que hiciera la investigación y yo hice todo el diseño. Lo que yo creo que es la parte más importante en un museo es trabajar en conjunto más que los trabajos individuales como de investigación que se hicieron.

En realidad, un museo necesita de muchísima gente atrás, es de tomar en cuenta que, en un museo con poco recurso, es difícil llevar a cabo una exposición en poco tiempo. En un museo no es solo la antropóloga e investigadora, es la guionista, la diseñadora, el fotógrafo, el que se encarga de todas las estructura, es un montón de gente adentro y aquí se está trabajando a dos manos; son muy pocos recursos humanos y hay que hacer de todo, ‘todólogas en acción’.

En la segunda parte seguiremos hablando sobre su experiencia y la nueva exposición que el Museo La Memoria Vive esta preparando.

Por: Getsemaní Villalobos

Fotos:Centro Arte para la Paz.

Getsemaní Villalobos soy arquitecta, tallerista y músico. Me atrae el arte y las historias de gente sencilla. Soy de Suchitoto y quiero dejar mi impronta por aquí.