En El Salvador, el embalse Cerrón Grande, también conocido como Lago Suchitlán, se extiende como una inmensa masa de agua que, desde lejos, parece regalarnos vistas panorámicas de increíble belleza. Para los turistas y visitantes, es un lugar de paz y un refugio visual. Sin embargo, lo que muchos no saben, o eligen ignorar, es que bajo esa superficie de 135 kilómetros cuadrados con aparente calma se esconde un problema ambiental alarmante y cada vez más peligroso.
Con el paso de los años, el Cerrón Grande se ha convertido en una especie de «monstruo dormido» que recoge y retiene todos los desechos sólidos y no sólidos, la basura y contaminación que llega desde las zonas urbanas, especialmente desde el gran San Salvador. Lo que parece ser un lugar de calma y serenidad es, en realidad, una trampa silenciosa y mortal para la biodiversidad y la salud humana. Las aguas del embalse están cargadas de desechos orgánicos e inorgánicos, pesticidas de la agricultura, plásticos, y químicos industriales que afectan la calidad del agua y su equilibrio ecológico.
Al recorrer las orillas o pasear en lancha por el lago, es fácil ver basura flotando, troncos podridos y plásticos, muchos plásticos atrapados en el agua. Aunque las autoridades y algunas organizaciones intentan limpiar las áreas más visibles, la contaminación está profundamente arraigada en el fondo del embalse. En pocas palabras, lo que vemos en la superficie es solo una pequeña parte de una podredumbre que se está gestando en las profundidades y que sigue acumulándose sin cesar.
¿Por qué Suchitoto debería preocuparse?
Suchitoto, una ciudad conocida por su riqueza cultural y turística, se encuentra en la cuenca de Cerrón Grande, sus riberas ocupan más del 50% del embalse. Con un sinsabor histórico de su fundación, durante años, los habitantes han admirado el lago por sus vistas y por ser un símbolo que transformó su territorio, identidad y tradición. Sin embargo, si la situación sigue empeorando, es solo cuestión de años para que las aguas contaminadas comiencen a afectar a la ciudad y a sus comunidades.
El gran problema es que el embalse no solo retiene basura, sino también residuos tóxicos que contaminan los peces y otras especies acuáticas. Con el tiempo, las personas que dependen de la pesca en el lago están expuestas a sustancias dañinas que podrían afectar su salud y la de quienes consumen estos productos. Además, el turismo, una de las principales fuentes de ingresos para Suchitoto, podría verse comprometido si el Cerrón Grande se convierte en un lago fétido, con aguas sucias y sin vida, ni biodiversidad.
La grave situación del Cerrón Grande ha sido evidente durante años, pero parece pasar desapercibida o no recibir la atención que merece. De vez en cuando sus aguas nos gritan y se llenan de ninfas, jacintos o lechugas, tratando de llamar nuestra atención y recordarnos de su grave situación. Sin embargo, la falta de recursos y de voluntad política hacen que simplemente pasemos la escoba y nos olvidemos del problema.
Por otra parte, el sistema de saneamiento y gestión de residuos en el país es deficiente, y en lugar de tomar medidas firmes para evitar que los desechos lleguen al lago, se sigue viendo a Cerrón Grande como una solución conveniente, un lugar al que todo puede llegar sin consecuencias visibles para nuestras generaciones, sin importar las consecuencias para las generaciones futuras.
Además, aunque se han hecho campañas de limpieza, estas suelen ser temporales y limitadas a las áreas superficiales, sin abordar el verdadero problema: la contaminación que llega desde la capital y sus alrededores. El embalse sigue funcionando como un vertedero natural, mientras que las comunidades locales, como Suchitoto, se acercan cada vez más al impacto de esta crisis. Un vertedero conveniente donde nadie dice nada y de paso una de las principales fuentes de generación de energía eléctrica y mucho dinero para el país.
Una amenaza a futuro:
Si no se toman medidas contundentes, el Cerrón Grande seguirá acumulando desechos hasta que el ecosistema colapse de alguna manera. Las aguas, eventualmente, podrían convertirse en una fuente de enfermedades, afectar la calidad del aire y transformar lo que hoy es un símbolo de identidad en un pantano tóxico y sin vida.
El cambio climático y la acumulación de residuos pueden acelerar este proceso, aumentando el riesgo de desastres ecológicos. Esto afectará directamente a las comunidades cercanas al embalse, con Suchitoto como uno de los principales perjudicados. Las futuras generaciones heredarán un lago muerto, incapaz de sostener la vida y de mantener la belleza por la que tanto se le admira.
No podemos seguir viendo al Cerrón Grande como un problema ajeno o que afecta solo a unos pocos. Este embalse recoge las acciones de toda una nación, y las soluciones deben venir de todos los niveles: gobierno, empresas y ciudadanía. Es fundamental implementar acciones, sistemas de saneamiento y reciclaje más eficientes, desarrollar políticas de educación ambiental y crear conciencia sobre la importancia de reducir el uso de plásticos y residuos tóxicos.
Suchitoto, con su riqueza cultural y su espíritu comunitario, puede ser un líder en esta lucha. Para ello, por ejemplo, se puede seguir dando el mantenimiento adecuado a la planta de tratamiento de aguas residuales. Organizar jornadas de limpieza y promover la educación ambiental son algunos pasos iniciales, pero también es crucial que se exija a las autoridades locales y nacionales acciones para que trabajen juntas en reducir la cantidad de contaminantes que llegan al embalse.
El Cerrón Grande es un hermoso lago que oculta en sus profundidades una crisis silenciosa que, tarde o temprano, explotará. Si no actuamos ahora, el embalse que hoy nos ofrece postales hermosas y paz se convertirá a la vuelta de algunos años en un pantano tóxico, un recordatorio amargo de lo que ocurre cuando la indiferencia y el descuido se convierten en el monstruo dormido de nuestras acciones. Por el bien de Suchitoto y de todas las comunidades que dependen de este recurso, es tiempo de seguir poniendo mucha atención a las medidas y acciones que se toman o pueden hacer en el Cerrón Grande antes de que sea demasiado tarde.
Foto: cortesía Jacinto Tobar, alcalde de Potonico. Documentos: LABTOX-UES