Habitamos uno de los períodos más difíciles y complejos para el mundo; un periodo de cambios donde sin mayores reflexiones localmente presenciaremos la reducción de Suchitoto de municipio a ser convertido en un distrito. Son tiempos difíciles donde creemos que caminamos seguros, pero caminamos por la desigualdad, la injusticia y la violencia verticalista; las cuales, por cierto, no son nuevas en nuestro mundo, aunque ahora se presenten como senderos seguros.

Transitamos también la opacidad, de un mundo donde las relaciones de opresión y dominación se han vuelto invisibles y difusas; entre otros, porque apelan a nuevas y sofisticadas tecnologías y lenguajes, tanto materiales como simbólicas, donde los derechos de los buenos, está por encima del derecho de los malos, pero ¿quiénes son los malos en un mundo de complicidades y espejos rotos?

Nos enfrentamos ante el reto de la incertidumbre del futuro, donde cada vez más se invisibilizan y minimizan las grandes luchas y logros de las mujeres en los territorios, nos enfrentamos a la validación de discursos de odio y estigmatización de poblaciones diversas. Nos enfrentamos a un sistema que sigilosamente nos quiere imponer un modelo de silencio y obediencia, que invisibiliza y omite demandas esenciales para más de la mitad de la población.

Las realidades se sobreponen y anteponen múltiples retos para sostener la racionalidad ante las luces y el smog cibernético de los días. Son tiempos difíciles, con ciudadanías prendidas de realidades que filtran la verdad por teléfonos, redes y conexiones de mundos multiversos, la verdad a la medida de algoritmos, tendencias y virilidades. Donde poco a poco se quieren ir silenciando las voces divergentes a la retórica del poder. Son tiempos difíciles, sí, pero también tiempos de templanza y resistencia.

Por tal razón en este medio digital asumimos los retos de las circunstancias, los tiempos y las luchas; seguimos con la firme convicción de promover el dialogo y la participación ciudadana. Nos juntamos y transformamos para eso: para encender un fósforo sobre la oscuridad, para aclararnos y cuestionar de qué se tratan estas realidades que nos tocan vivir, sin la resignación de que las cosas son así por que sí. Creemos que cuestionar no es la solución, pero sí constituye un primer paso para empezar a recorrer un camino. El camino de la resistencia.

En estos tiempos de silencios, si importa lo que decimos, pero también cómo construimos las palabras, los caminos que recorremos, los pasos que vamos dando: en los últimos años la mayoría de textos y contenidos -de este periódico- han sido redactados por personas que viven y luchan aquí, no en algún coloquio formal sino en un largo proceso de intercambios que han hecho que muchas de las ideas que aparecen en nuestros contenidos no sean, en rigor, ideas de una u otra persona sino textos tejidos e hilvanados a muchas manos y muchas voces.

Estamos luchando y resistiendo. Importa lo que decimos, pero también cómo construimos los espacios para el intercambio de ideas, el diálogo, los caminos al encuentro de la palabra colectiva, construida y tejida desde la comunidad y la colectividad. Por tal razón escribimos. En este marzo de 2024 celebramos 7 años, tejiendo y entretejiendo palabras, para resistir, y transformar. Para entender y cuestionar estos tiempos que nos tocan transitar, para compartir y dialogar, para construir un pequeño espacio ciudadano para hacer valer su voz, nuestra voz.

En estos tiempos de cambios y reestructuraciones territoriales, de luchas y resiliencia, seguiremos enarbolando la palabra y el diálogo sobre los tejados de esta ciudad, que un día nos vio nacer. En este marzo llegamos a los primeros 7 años de hacer periodismo comunitario, de seguir haciendo un periodismo desde abajo y desde adentro. Frente a la transformación territorial y la adscripción a Cuscatlán Norte, reafirmamos a Suchitoto como nuestro territorio y principal centro de atención y contenidos. En nuestra mesa de redacción, Suchitoto seguirá siendo nuestra casa y nuestra causa.