Entre muchas cosas positivas, Suchitoto tiene la fortuna de tener una cantidad regular de voluntarios y voluntarias, que deciden pasar una temporada apoyando la labor de organizaciones sociales desde donde realizan una infinidad de tareas de apoyo. Estas personas vienen de diferentes partes de mundo y se involucran tanto en la vida del municipio, que terminan quedándose mucho más tiempo del previsto o llevándose algo más’ que buenos recuerdos.
Todas y todos recordamos nombres y rostros de personas que dejaron su huella, tiempo y esfuerzo en la ciudad, personajes que, sin hablar bien el español, trascienden el lenguaje de la empatía y la solidaridad.
Una de las organizaciones donde solemos ver voluntarios/as es el Centro Arte para la Paz. Aquí hemos visto pasar a un centenar de personas voluntarias. Desde hace más de tres años, llegó desde el norte de América, Clara Chavarría (24 años), una joven fotógrafa, inquieta, alegre y divertida a quien hemos conocido en diferentes facetas, como instructora de talleres de arte y fotografía en el CAP, hasta emprendedora haciendo tortas y panes junto a su esposo en manos enharinadas.
Durante tres años Clara ha hecho muchas cosas; con entusiasmo y alegría ha ido superando la barrera del idioma y desarrollando sus tareas en el CAP, pero sobre todo viviendo uno a uno sus días en Suchitoto. Pero en este andar por las calles empedradas ha encontrado algo más que un segundo hogar, Clara nos confiesa haberse enamorado y encontrado en Suchitoto también el amor. “Si, me casé con mi esposo, Mauricio Chavarria, en julio pasado, y este octubre estamos esperando nuestro primer hijo”.
Clara Chavarria.
Soy muchas cosas: mujer, hija, esposa, futura mamá, fotógrafa, entusiasta del café, amante de las plantas, artista y todas las demás posibilidades donde pueda estar y compartir en solidaridad.
Del frio Estados Unidos al caluroso Suchitoto
En diciembre de 2020, me gradué de la universidad con especialización en Estudios Interdisciplinarios: fotografía, estudios globales, filosofía y antropología cultural. Antes de graduarme, comencé a buscar oportunidades para trabajar fuera de lo Estados Unidos. Me entrevisté con una organización que envía voluntarios a todo el mundo. Una vez que supieron de mí, pensaron que El Salvador sería el lugar perfecto. Dejé que Dios y la fe guiarán al resto y me encontré aquí en febrero de 2021. De hecho, me deportaron la primera vez que estuve aquí y terminé regresando a principios de marzo.
Recuerdo en el viaje en carro del aeropuerto a Suchitoto, como me sorprendí mucho de lo verde que está todo. Incluso durante la estación seca, había abundancia de plantas. Sin embargo, mi primera impresión de Suchitoto fue el calor. Cuando salí de los Estados Unidos, todavía era invierno y hacía mucho frío. Ha sido una dura adaptación al calor que hace aquí. Aunque hace calor, Suchitoto es un pueblo tan hermoso y colorido. Uno de mis primeros días aquí, deambulé tomando fotografías de todas las casas pintadas de vivos colores, las flores y las calles empedradas.
Sobre mis días en Suchitoto
Vine aquí para ser voluntaria en el Centro Arte para la Paz. Durante mis tres años aquí enseñé violín, talleres de acuarela, fotografía y conversación en inglés. Cuando no estaba dando clases, tomaba fotos en el Centro. El Centro Arte para la Paz, es un lugar tan importante, porque ofrece la oportunidad de aprender algo nuevo, crear, relajarse y escapar de la rutina de las cosas cotidianas. Me encanta que las clases no sean solo para niños o jóvenes, sino también para adultos. No es fácil que los adultos hagan tiempo para sí mismos, pero es tan emocionante verlos haciendo arte.
La luz de este lugar es hermana Peggy, que, como yo, es y se dedica a muchas cosas. Ella es una inspiración para muchos, sino para todas y todos, una líderesa, una mujer fuerte y el corazón detrás del Centro. Ella vive, respira y transpira la misión de Centro Arte para la Paz.
Los retos de vivir lejos de casa
Mi vida aquí ha sido la más dura pero la más hermosa. Pasé muchos días enferma, soy alérgica al mango (lo pueden creer) y el calor me hace sufrir los días más duros. Sin embargo, también es muy difícil no enamorarse de esta pequeña ciudad y su gente. Me enamoré de la sencillez de los pequeños detalles, de mis alumnos y alumnas y por supuesto del amor, de mi increíble esposo.
Radiografía a Suchitoto
Creo que todas las personas que vienen de afuera quieren vivir en Suchitoto por una razón, la atmósfera pacífica del lugar. Aquí hay un ambiente tranquilo, la gente es amigable, hospitalaria y en general, es un lugar seguro para estar y caminar.
Suchitoto tiene una rica historia que aún se siente a través de su gente. Lo mejor de Suchitoto para mí son las comunidades que la rodean. La gente es trabajadora, apasionada, amable y cariñosa. Ellos son la verdadera cara y el resumen de la gente de El Salvador.
¿Lo malo y feo de Suchitoto? Creo que depende de a quién le preguntes. Para mí, el calor y la contaminación del lago son lo malo y feo de Suchitoto.
Los descubrimientos en Suchitoto
Encontré otra familia aquí en Suchitoto. Encontré sanación, fuerza y mayor fe. Hay muchas cosas buenas, pero también los tiempos difíciles nos brindan habilidades que, en general, nos cambian para mejor. Encontré una versión diferente de mí misma aquí.
Vine aquí sola y uno de los mayores regalos es que me iré con mi propia familia. Nunca esperé encontrar el amor aquí, pero ha sido la mejor parte de los últimos tres años. He llegado a ver y enamorarme de El Salvador a través de sus ojos. Mauricio es una de las personas más trabajadoras y humildes que conozco y su dedicación me inspira todos los días.
He viajado mucho por el mundo, pero nada se compara con Suchitoto. Sin embargo, creo que vivir en algún lugar durante un largo período de tiempo, ofrece otro punto de vista que uno no tendría como turista. No puedo comparar mi tiempo aquí con otros lugares porque nunca viví, trabajé y me enamoré en ese lugar. En ese sentido Suchitoto es único porque es el hogar donde he vivido y me han hecho sentir bien.
De regreso al norte
Mi día más feliz aquí en El Salvador fue obviamente el día de nuestra boda. Nos casamos en el jardín de la casa en la que vivía con Marta Rivas. Fue sencillo, bajo un árbol de limón y rodeado de nuestros amigos y familiares más cercanos. Incluso vinieron mis padres.
Mi día más triste, mientras escribo esto, aún no ha sucedido. Pero pronto regresaré a Estados Unidos, sin mi esposo, para dar a luz a nuestro hijo que esta por venir. Ha sido una decisión muy difícil de tomar, pero hemos puesto toda nuestra confianza en Dios para darle lo mejor a nuestro hijo y reunirnos lo antes posible.
Como mencioné, me voy porque hemos decidido que es mejor que nuestro hijo nazca en Estados Unidos. No sé cuándo podremos viajar juntos, pero El Salvador siempre será el lugar al que pertenece mi familia.
A todas las personas que he conocido aquí, gracias por mostrarme su amabilidad, pero más importante aún, su amistad y sinceridad. Cada sonrisa y saludo ha significado mucho para mí. Muchas gracias por todo el cariño y amor demostrado, me hicieron sentir parte de su comunidad y familia. Hasta pronto.
1 comentario en “En Suchitoto encontré el amor”
Buenas tardes
Me pueden brindar el número telefónico del CAP para informarme sobre los cursos que ofrecen.
Muchas gracias de antemano