A 31 años de la firma de los Acuerdos de Paz, las mujeres veteranas de guerra de San Salvador, Chalatenango, Cuscatlán, Cabañas y Morazán conmemoraron en un encuentro, realizado en Suchitoto, sus aportes y luchas durante el periodo del conflicto armado en El Salvador.
El papel que realizaron las mujeres en la guerra civil ha sido invisibilizado desde siempre; sin embargo, rompieron esquemas al incorporarse a la par de los hombres tomando las armas, los botiquines y las radios, además, organizaron a la población y lideraron los campamentos guerrilleros.
Toda esa lucha y los aportes que hicieron las mujeres no deben quedar en el olvido, por tal razón las veteranas de guerra se han organizado en colectivas para seguir luchando por sus intereses comunes. Las mujeres conmemoraron a las caídas durante el conflicto armado.
“Fuimos mujeres del fogón a la trinchera”.
Cuando el conflicto armado empezó, las mujeres eran amas de casa. Las veteranas expresaron que estaban sometidas a la figura masculina del hogar: “nos decían que teníamos que atenderlos”.
Las mujeres campesinas y amas de casa murieron exigiendo que a las y los combatientes no solo se les dieran una tortilla, sino que también café endulzado. “Cuando salimos a protestar nos empezaron a matar”, dijeron.
La incorporación de las mujeres en la guerrilla implicó el inicio de la reivindicación de sus derechos humanos.
Aunque los Acuerdos de Paz significaron el fin de una época que vulneró derechos humanos, estos carecieron de enfoque de género. “Nos quedaron a deber los derechos de las mujeres”. Pero fue momento propicio para que empezaran a organizarse y caminar juntas en la lucha por las reivindicaciones.
“Logramos bastante pero todavía falta mucho por conquistar y la única manera de hacerlo es mediante la organización y lucha social de las mujeres”, mencionaron.
¿Pero cómo ha sido la situación de las veteranas desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992? Durante el encuentro, las veteranas reflexionaron sobre la realidad que viven en el país en términos de educación, trabajo, seguridad, política, salud física y mental.
La situación laboral para las mujeres ha sido difícil, “nos piden preparación y experiencia, solo hay trabajo de cocinera y no tenemos oportunidades de trabajo con prestaciones sociales”. Ligado a ello está la educación, las veteranas siguen teniendo bajos niveles de escolaridad y tampoco se reconoce el trabajo que hicieron las maestras populares.
“Pasamos de los fusiles a la educación”. Las veteranas mencionaron que sí hubo cambios en la educación, pero que no ha sido gracias al Estado salvadoreño, sino a las exigencias y luchas de las comunidades, con el apoyo de organizaciones sociales e instituciones. Sin embargo, los pocos avances se perdieron en los últimos años y se intensificaron con el cambio de gobierno central. “Las capacitaciones de Educación Integral en Sexualidad han desaparecido, también la Escuela a Tiempo Pleno (…) han prohibido la educación en género en las aulas escolares”.
El conflicto armado dejó huellas imborrables en las mujeres, las cuales siguen afectando su salud mental y emocional. “Nos sentimos fregadas porque todavía tenemos un trauma. Sentimos que andamos en combate, que nos van persiguiendo. Si hubiéramos recibido atención, tal vez estaríamos mejor”. Tampoco han recibido atención médica de calidad. “Se nos han muerto varias compañeras”.
En términos políticos, las veteranas se enfrentan a un contexto de represión por ser lideresas comunitarias; además, enfrentan persecución. “Este es solo el inicio, nos van a perseguir por la lucha que llevamos”. Las mujeres no están seguras ni en las calles. “La violencia intrafamiliar también ha aumentado”.
El Estado tiene deudas con las veteranas, empezando por el reconocimiento al aporte y la lucha que hicieron en el conflicto armado. También debe reparación a las familias de las niñas y mujeres desaparecidas, violadas, torturadas y asesinadas durante la guerra civil en El Salvador.
