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Una de las señas de identidad más auténticas de los hogares salvadoreños, era la colocación de un pequeño altar en algún lugar de su casa. Generalmente este podía contener la estampa o figura de una imagen religiosa y/o la fotografía de uno o varios seres muy queridos de la familia que hayan partido. Adornado de flores, algún objeto personal y velas, estos altares eran un tributo para honrar y mantener presente la memoria de sus muertos en el hogar. Estos pequeños altares, era remozados, cada aniversario de la muerte del difunto y en las celebraciones del día de los muertos en noviembre.
Por otra parte, encontramos la tradición del día de los difuntos, que se lleva a cabo todos los años, el dos de noviembre, aunque el primero de noviembre -según la tradición-, solo se celebra a los niños/as que son difuntos y el dos se les celebra a los adultos. Según el sincretismo religioso de la tradición salvadoreña, en estos días se dedican oraciones a aquellos fieles difuntos que han terminado su vida terrenal; se recuerda y honra sus memorias visitando sus tumbas y adornándolas generalmente con flores y otro tipo de arreglos.
Una tradición es un acontecimiento que se repite cada año y que es transmitido de generación en generación. Las tradiciones suelen reflejar la idiosincrasia e identidades de un pueblo.
En los últimos años estos pequeños altares domésticos dedicados a seres queridos que existían en los hogares han ido desapareciendo o siendo sustituidos y cada vez es más frecuente encontrarnos con influencias de tradiciones foráneas en la elaboración de altares dedicados a los difuntos. Así aparecen las catrinas, ofrendas, estandartes con calaveras y otros sortilegios que conforman los coloridos altares de muertos en la cultura mexicana.
Los años de conflicto armado en el país, dejaron a miles de personas desaparecidas. Personas que no tuvieron una tumba donde hoy poder honrar sus memorias o dejarles una flor. En Suchitoto existen varios espacios dedicados a recordar los nombres de estos desaparecidos. Y desde hace unos años el Centro Arte para la Paz promueve un pequeño altar para recordar y honrar la memoria de aquellos que desaparecieron durante el conflicto armado en estos territorios.
Un altar para la memoria de los muertos en Centro Arte para la Paz
Para conmemorar el día de los fieles difuntos, el 2 de noviembre el Centro Arte para la Paz (CAP) hizo un altar en homenaje a la memoria de las personas fallecidas en las masacres ocurridas en Suchitoto durante la guerra civil.
Las y los suchitotenses acudieron al llamado del Centro Arte para la Paz para participar en la construcción colectiva de un altar dedicado a la memoria de sus seres queridos, quienes murieron en las masacres que ocasionó el conflicto armado en Suchitoto durante los años 80s.
“El altar es especial porque está dándonos la oportunidad de recordar a la gente que nadie sabe dónde está”, dijo Hna. Peggy O´Neill, fundadora y directora del CAP. Con fotografías, ofrendas, velas y mensajes se honró la memoria quienes perdieron la vida en las masacres de: Copapayo, Marianella García, San Rafael, Tres Ceibas, Apolinario Serrano, El Bario, Las Peñas, Guadalupe y Tenango, Sitio Cenicero, Zacamil, Palo Grande, El Roble y Los Jirones.
Mensajes como “la recordamos con amor” acompañaron las fotografías de los ya fallecidos. “Los muertos son la memoria histórica de Suchitoto”, agrega Peggy.
Desde hace cuatro años el Centro Arte para la Paz realiza esta conmemoración para honrar a los difuntos, pero también para preservar la memoria histórica de Suchitoto y “darnos la esperanza que la lucha continúa para mejorar la sociedad”, concluye Peggy.
Por Carolina Mena
