Por el rescate de la historia de los pueblos originarios, las raíces y los saberes ancestrales de las agricultoras y agricultores, las semillas criollas y nativas, este domingo 21 de noviembre se realizó en la plaza central de Suchitoto el Festival Raíces 2021. Esta actividad fue organizada por la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local, Concertación de Mujeres, y la Asociación Ecológica de Permacultores y Permacultoras, organizaciones que forman parte de la Mesa de Soberanía Alimentaria. Dichas organizaciones promueven la agricultura orgánica y la producción de alimentos con enfoque permacultural.
“La idea de realizar un Festival Raíces es enseñarle a la gente que no solo debemos sembrar maíz, frijoles o caña de azúcar, sino que hay un infinidad de productos que podemos cultivar”, dice Daniel Rivera de la Asociación Ecológica de Permacultores y Permacultoras del Municipio de Suchitoto, departamento de Cuscatlán. Esta asociación enfoca su trabajo en tres éticas: el cuidado de la madre tierra; el cuidado de la gente; y la tercera es el uso racional y distribución equitativa de los recursos.
Esta actividad ha sido realizada por primera vez en el municipio de Suchitoto. Debido a la pandemia y con el fin de evitar concentraciones de personas y contagios por Covid-19, el festival no fue realizado, como en años anteriores, en un evento nacional que reuniera a la red de organizaciones, campesinos y campesinas que conforman la Mesa de Soberanía Alimentaria.
“Hemos hecho una invocación inicial para dar gracias a los cuatro elementos pilares que sostienen la vida, para que podamos tener una buena cosecha, una buena semilla que se reproduzca y produzca alimento. Esto contribuye a la soberanía alimentaria y la soberanía de un pueblo”, dijo Fátima Landaverde, permacultora e integrante de la Colectiva de Mujeres para el Desarrollo Local.
En el festival destacó la participación de mujeres productoras que cultivan sus alimentos de forma agroecológica, representantes de las comunidades de: San Antonio, Laura López, Valle Verde y Copapayo; así como también mujeres agricultoras y emprendedoras de San Pedro Perulapán y San Bartolomé Perulapía, municipios del departamento de Cuscatlán.
Esperanza Sánchez, productora agroecológica del cantón Copapayo, de 48 años de edad, mencionó que cultivar sus alimentos de manera ecológica ha tenido un impacto positivo en su vida y su economía familiar, y a su vez, asegura que ha mejorado su alimentación por el consumo de frutas y verduras cultivadas sin agroquímicos.
“Sale más barato porque ya no tengo que venir hasta Suchitoto a comprar, me queda lejos desde mi cantón (…) yo aprendí a cultivar con el apoyo de la Colectiva Feminista y Permacultura, nunca había recibido un taller así de amplio. Ahora he empezado a cultivar tomate y chile; he aprendido a hacer el bocashi, eso se lo aplicamos a la planta como abono, sin necesidad de poner abonos químicos”, añade Esperanza.
El festival incluyó en el desarrollo de sus actividades un intercambio de semillas criollas y nativas, promovido por la Colectiva Feminista. “Este es el quinto intercambio de semillas que tenemos, algunos han sido en las comunidades y este es a nivel general con todas las mujeres y porque ya estamos en la época de verano”, mencionó Fátima Landaverde.
Las semillas criollas y nativas forman parte de la identidad de los pueblos, ya que estas han alimentado por miles de años a las y los habitantes de ellos, mismas que están resistiendo a los impactos del cambio climático, “cuando el cambio climático aumente, las semillas criollas y nativas son las que tienen mayor posibilidad de resistir (…) estas semillas son las más resistentes a los cambios bruscos del climas y esas son las que van a salvarnos la vida, la existencia de la especie humana”, comenta Daniel Rivera.
Este tipo de festivales son una buena oportunidad para que se vuelva una costumbre el intercambio de saberes compartidos y rescatar el uso de las semillas criollas y nativas para los cultivos. También, para fomentar la resistencia de los pueblos y el rescate de la identidad cultural y alimentaria de las comunidades. Por ahora, las mujeres campesinas son las guardianas de los conocimientos ancestrales y la agricultura orgánica, y luchan por promover una agroecología sostenible.
Por Carolina Mena
