“Los que siembran con lágrimas, cosechan entre cantares” Festival del Maíz 2020, Suchitoto.
La celebración del XXXI Festival del Maíz, debido a la pandemia por el Covid-19, no pudo realizarse como en años anteriores. Sin embargo las Parroquias de la Iglesia decidieron no perder la tradición y realizar actos simbólicos que recordaran la importancia de agradecer los productos de la cosecha del maíz. En esta ocasión, la feligresía católica vivió tras la pantalla de su celular, por Facebook Live, una tradición que inició hace 31 años con el Padre Alberto Menjivar (Párroco de la Iglesia Santa Lucía en aquel entonces), junto a su concejo parroquial.
“El objetivo del Festival del Maíz es uno: crear la comunión. Debido a la guerra muchísimos Suchitotenses tuvieron que emigrar, algunos a Honduras, pero cuando vino la paz regresaron y repoblaron, y de nuevo empezaron a cultivar; pero había que crear la unidad sociológica, es decir, la unidad con la parte urbana y rural de Suchitoto. La forma que encontraron para crear unidad fue el Festival. Por eso los campesinos, el mundo agrícola, trae el maíz y los habitantes de Suchitoto trasforman ese producto en platos típicos” –Párroco Adonay Orellana.
¿Cómo ha sido la realización en los años anteriores del Festival de Maíz?
“Ha sido muy positiva, hasta el día de hoy nunca hemos tenido algún acontecimiento negativo, siempre hemos estado contentos con cada festival. Todas las personas tienen memoriales de cada festival, todos tienen recuerdos, fotos, imágenes; todo siempre ha sido a más, nunca a menos porque como sabemos las nuevas generaciones a lo mejor no continúan el trabajo de sus padres en la agricultura”
Hoy, en medio de la pandemia del Covid-19, ¿qué significa para la iglesia católica y los fieles creyentes celebrar el Festival del Maíz?
“Un momento para estar juntos. Lo hemos dicho varias veces, la pandemia ha venido a afectar nuestro ser más profundo, somos un ser social, nos relacionamos, no podemos enfrentar esta pandemia solos, necesitamos del otro. De manera que el festival va a significar un momento para poder estar un ratito juntos, siempre con las medidas de distancia e higiene, mascarilla, etc.”
A raíz de la pandemia, fue imposible realizar las actividades que durante años han venido marcando la tradición del Festival. Los reyes y reinas del maíz, procedentes de las comunidades de Suchitoto, en esta ocasión no lucieron sus trajes elaborados con tusa y en la Plaza Central del pueblo no se pudieron observar las ventas de pupusas, elotes locos, tamales atol, riguas y otros.
“Siempre hemos tenido una procesión que salía de la Iglesia La Cruz y que terminaba en el templo Santa Lucía, se hacía la misa de acción de gracias y se pasaba a la plaza a hacer actos culturales. Es decir, habían dos momentos: el religioso y después el momento cultural” –añadió el Padre Adonay Orellana.
Los cohetes que resonaban en las afueras del templo indicaban que la celebración estaba a punto de empezar y con el canto “¡qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!”, entonado por el coro de la Parroquia Santa Lucía, daba inicio la tradicional misa de acción de gracias por las cosechas, a la cual asistieron algunos agricultores que representan las 50 capillas que tiene la Iglesia Católica en Suchitoto, a quienes antes de ingresar al templo se les tomaba la temperatura y proporcionaba alcohol gel, siguiendo un protocolo para cuidar la salud de todas y todos.
Mientras que en el Centro Monseñor Romero se preparaba, acompañado de recuerdos de los festivales pasados, un delicioso atol y elotes salcochados para repartir de manera simbólica a los agricultores asistentes y a las personas que se encontraban en las cercanías de la Iglesia Santa Lucía. “Aquí estamos preparando el Festival chiquito”, -decían entre risas y nostalgia quienes se encontraban preparando la pequeña degustación de lo que la tierra nos provee-.
De esta manera Suchitoto, logra realizar su primer Festival en medio de la pandemia y logra mantener viva la alegría, las tradiciones y la fe de un pueblo que lucha por sobreponerse ante la adversidad.
Por: Carolina Mena
