El COVID-19 y el turismo.

 La pandemia del COVID-19 constituye una auténtica catástrofe para el turismo mundial. No hay viajeros ni de negocios ni vacacionales. Las líneas aéreas han paralizado sus flotas, los cruceros y los transportes terrestres están ociosos y los operadores, las agencias de viaje y los hoteles están cerrados por falta de clientes. En nuestro caso y a una escala minúscula, los salvadoreños tampoco pueden salir y eso pone en riesgo los empleos de muchas personas. Suchitoto no es la excepción.

La percepción de confianza que transmitan empresas y destinos, que aplaque el miedo a salir los fines de semana, será fundamental en una recuperación de la actividad turística, en nuestro caso y como se proyecto cuando se diseño Pueblos Vivos (2008), principalmente porque si bien ya recibíamos  viajeros internacionales, esta queda de momento “congelada”.  Aun con el entusiasmo de las autoridades y el proyecto Surf City tanto por la situación (temor al contagio y situación económica) como por la prudencia a la hora de desmantelar los controles establecidos (cuarentena, uso de desinfectantes, aislamiento social). Por ello, es necesario entender el fenómeno y las posibles reacciones por la concentración de viajeros y la idea que queda luego que muchos hoteles han sido utilizado como centros de contención. Hay un porcentaje alto de personas que evita las concentraciones (77%), seguido por evitar el transporte público (59%). O a posibles muestras de rechazo social por la duda de la la procedencia del visitante (como ya ocurre con los trabajadores del sector salud), mientras este drama aun este en el imaginario de la gente. La vacación de Semana Santa de 2020 se anuló de un plumazo y si que hayamos podido hacer nada. Se perdieron muchas reservas.

Por tanto, es a partir de estas observaciones que podemos adelantar las estrategias, las cuales deben ser más que reactivas. La opción es cambiar nosotros, mejorando nuestros productos/servicios, mas que pretender cambiar el entorno.Esto nos lleva a inferir que habrá un antes y un después en el modo en que la oferta y la demanda de servicios turísticos se relacionan, acelerando o modificando determinados aspectos de esas interacciones, que habrán de cambiar en la medida en que el comportamiento del consumidor/turista se altere y las políticas del MITUR /CORSATUR que condicionan la actividad turística también lo hagan.

No es descabellado pensar que este trauma nos lleve a un replanteamiento de nuestra forma de gestionar en la industria turística en su conjunto, para hacerla más sostenible, pero también más segura y consciente de los riesgos para la salud, considerando los protocolos que esta pandemia nos ha impuesto. Deberíamos aprovechar la oportunidad y el aprendizaje que nos brinda esta crisis para repensar los modelos de desarrollo turístico de forma que puedan contribuir a atajar de forma más decidida los desafíos del cambio climático, así como para diseñar modelos más respetuosos e inclusivos de las comunidades locales.

Inicialmente se ha de definir el futuro al que aspiramos; luego la definición de la estrategia para alcanzar los objetivos que nos hayamos trazado y, así, avanzar para hacer realidad ese futuro deseado.

El ejercicio de prospectiva que representa el diseño de los posibles escenarios, ayudará para decidir cuál de ellos es el que convertimos en nuestra meta y a pasar a la fase de planificación de las acciones a ejecutar.  Los profesionales del turismo en nuestro país han demostrado atesorar suficientes capacidades en ambas esferas (conocimiento científico-técnico e imaginación) para afrontar los nuevos desafíos del turismo post-COVID-19.

No debemos olvidar que, si bien el entorno nos condiciona, nosotros, con nuestras decisiones y acciones, también podemos alterar ese entorno. Somos producto pero, a la vez, también productores del mismo, tengámoslo presente.

Desconocemos si el impacto de esta recesión, los esfuerzos por la supervivencia y la posterior recuperación van a dejar a las empresas del sector con la suficiente capacidad financiera para enfrentar la nueva realidad, clave para la competitividad de las empresas y de Suchitoto como destinos turístico y las implicaciones que viajar y exponernos a aglomeraciones con el riesgo de la salud pública (preocupación social que ha vuelto a emerger con singular fuerza por el COVID-19) y que se deberá convertir en un aliado fundamental.

Este es, en esencia, el nuevo modelo al que nos referíamos, con un sector turístico que es capaz de contribuir mucho más significativamente a cumplir con las grandes metas de Desarrollo Sostenible, a las que el COVID-19 no nos puede hacer renunciar, bien al contrario. El turismo ha de ser el aliado de la seguridad de los viajeros y los establecimientos de servicios turisticos los lugares donde se ofrece la seguridad de los protocolos de bio seguridad en esta nueva etapa.

Mantener operaciones es el reto. Aquí los Gerentes han de hacer el ejercicio de ajustar los costos al máximo. Durante este largo periodo la demanda claramente será muy baja, pues aun después de unas semanas de que se hayan levantado las medidas, la gente viajara con medidas de precaución tal como hemos visto en China para evitar un rebrote del COVID-19. Por tanto, transmitir por todos los medios disponibles que en los hoteles se sigue las recomendaciones higiénico sanitarias de las autoridades competentes, ayudará a ganarse la confianza del cliente.

Por otro lado, no todo el mundo volverá a trabajar pues las empresas no pasaran de producir 0% al 100% en poco tiempo, esto necesita su tiempo, y por tanto no se va a necesitar a tanta gente de inicio.

Los efectos de la globalización mundial ya nos han demostrado que tiene tanto ventajas como inconvenientes, por lo que si se para la fabrica del mundo China, se para gran parte del mundo, y así con otras muchas relaciones internacionales que hacen que las economías de los países están vinculadas. En nuestro caso la situación de Estados Unidos nos afectara seriamente no por la “afluencia” de turistas norteamericanos, sino por la ausencia de remesas familiares, el desempleo en Estados Unidos traerá graves consecuencias a nuestra ya precaria economía.

Nuestra posición obliga estar atentos a cada cambio de situación y determinar si se ha mantenido la oferta de la competencia que antes había, escuchar mucho al cliente pues lo que antes funcionaba seguramente entonces ya no funcionará, transmitir seguridad higiénico-sanitaria, subir el valor del productos, etc.

No se puede obtener resultados diferentes haciendo lo mismo y ahora más que nunca, tenemos un reto por delante de unas dimensiones impresionantes y somos una generación que estamos haciendo historia.

El sector turístico ha hecho un gigante esfuerzo de competitividad que tiene que ser salvaguardado, con medidas urgentes, concretas y eficaces para poder estar en disposición de reanudar su actividad tan pronto se empiece a normalizar la situación. Entre esas medidas están las líneas de crédito para las empresas que han cesado completamente su actividad, con tasas bajas y plazos largos, así como el alivio de la presión tributaria.  II Parte.

Por Alejandro Gómez

Fotos: Gerson Tobar

Alejandro Gómez Lara, consultor originario de Suchitoto especializado de la Organización Mundial de Turismo OMT en temas de Desarrollo Local y Turismo.