La urgencia de volver a la normalidad de antes…

La urgente necesidad de volver a ser como antes, a vivir como antes, a recuperar “todo” lo que teníamos antes, está llevando irreflexivamente a muchas personas, a exponerse y romper todos los protocolos sanitarios de contención que se han procurado mantener durante los pasados meses.

Pareciera que la mayoría de personas tienen cierta urgencia en volver a la “normalidad de antes” a recuperar todo aquello que tenían a toda costa y cualquier precio, sin medir las consecuencias. Seguramente muchos tendrán razones justificadas para salir a sus trabajos o la rebusca para sobrevivir y llevar el sustento a sus familias, luego de semanas de inactividad y encierro.

Pese a la enorme cantidad de información que circula por los medios, muchos no están entendiendo que lo que ha terminado es la cuarentena obligatoria pero la amenaza de contagio del virus aún sigue presente y lo que se intenta es hacer una reapertura gradual, donde se espera que todos y todas cumplamos con las medidas sanitarias.

Por alguna razón, que es difícil de entender, a la mayoría de salvadoreños/as nos cuesta seguir normas, reglas y anteponer el bienestar común antes que el bienestar personal. Hemos crecido en un mundo tan nefasto y egoísta que pensar y poner en primer lugar el bienestar de las demás personas resulta cada vez más difícil. La norma que nos rige es el de ser siempre más “vivos” o listos que el otro, “la viveza” como norma de coexistencia y superación. Esto es tan grave que muchas veces a las personas que intentan cumplir con normas se les califica de tontas, débiles, miedosas y otros calificativos. Sin embargo, basta ver la situación en el mundo y las experiencias de otros países con sus reaperturas para comprender el peligro de intentar volver a la normalidad de antes, sin tener presentes todas las medidas sanitarias que se han dado.

Cada vez, es más es evidente que las autoridades están pensando en los intereses económicos y de poder sobre los intereses humanitarios. En medio de un mundo capitalista donde la normalidad es crear dinero y más dinero para volver al consumismo, pareciera que el mundo está desesperado por correr a las calles y volver al redil del capitalismo, del consumismo desmedido de antes, sin haber aprendido -quizá- la más mínima lección después de semanas de encierro y ser testigos de miles de muertes.

La necesidad de volver a la normalidad de antes, a puesto fin a la cuarentena y sin una campaña educativa de preparación a la población, se han impuesto fechas graduales de reapertura, poniendo de nuevo a la economía como el centro prioritario del cual depende toda la vida del país.

En estas circunstancias, hoy cada uno y una tiene la opción y libertad de elegir entre seguir los protocolos y medidas sanitarias del mundo nuevo con una actitud y conciencia más solidaria y responsable frente a su vida y la de los demás o desbocadamente salir a buscar su normalidad de antes y hacer lo que más le parezca, volviendo a sus rutinas, modos de vida y la convivencia de antes, ignorando todos los protocolos  que se han vivido en los últimos meses.

Recuerde son tiempos muy difíciles, donde si usted busca el camino perfecto o la fórmula mágica para salir de esta situación no la encontrará. Es momento de demostrar nuestra madurez como humanidad, nuestra capacidad para ser responsables y cuidar no solo de nosotros mismos, sino también del otro, de la familia y la comunidad.

Nadie tiene porqué recordarle las medidas sanitarias de distanciamiento físico, el uso de mascarillas junto a una buena higiene personal y lavado de  manos constante para contener la propagación del virus. A estas alturas  de la pandemia nadie debe desconocer las maneras de contenerlo y cómo protegerse y proteger a los demás.

No se trata de cumplir normas porque se lo exigen, se trata de cumplir normas por su bienestar y el de los demás. Y no, no se esfuerce, no será posible volver a la normalidad de antes, las cosas han cambiado. Debemos comprender qué hoy las cosas son diferentes, que las prioridades y normas de convivencia han cambiado y debemos aprender a vivir y convivir con ellas por un largo tiempo.

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