En el barrio Concepción se encuentra quien sea quizá la última purera* de una larga tradición en la ciudad de Suchitoto. Se trata de Laura Peña una señora que a sus 73 años sigue elaborando puros, un oficio que según nos cuenta ha sido el ingreso con el cual ha criado a sus tres hijos.
Su madre Albertina Parada, salvadoreña y su padre Wenceslao Peña, guatemalteco. Hermana de ocho mujeres y tres hombres quien ha radicado toda su vida acá en el municipio.
Doña Laura así conocida en Suchitoto, narra como desde muy pequeña con tan solo 7 años jugaba a hacer puros con hojas del monte que encontraba a su paso, ya que creció en un hogar donde el oficio era realizado por su madre quien también fue purera.
Asegura que aprendió muy rápido el oficio ya que era algo que veía y le gustaba. Ella nos cuenta que toda su vida creció en medio de estas labores, pues cuando ya era una adolescente, su madre le delegó también el trabajo junto con sus 8 hermanas. Así que por la mañana ayudaba con la realización de los puros y luego hacia el almuerzo para la familia.
Con el tiempo quiso independizarse y se fue a trabajar con otra purera para recibir un salario, pero no por mucho tiempo ya que solamente recibía 1 colón por el día de trabajo y no era lo suficiente para sostener a la familia. “A mí nadie me enseñó yo aprendí sola” afirma doña Laura.
En aquellos tiempos los puros se realizaban por pedidos ya que a la madre de doña Laura le encargaban de diferentes partes de El Salvador, pero el mayor comprador estaba ubicado en Chalatenango se trataba de un señor que tenía una “purería” o tienda donde se vendía tabaco y la familia de doña Laura era la principal proveedora. Ella recuerda que diariamente se hacían hasta 1,000 puros cada hermana ya que los hacían con gran facilidad por la experiencia que habían adquirido desde pequeñas.
Doña Laura comenta que antes de la guerra habían alrededor de unas 200 pureras en Suchitoto, todas producían grandes cantidades de paquetes de puros que luego eran vendidos y llevados por todo el país. Ella recuerda que muchas pureras tenia a cargo hasta 40 colaboradoras.
Pero nos explica que con la llegada del conflicto armado, se vino abajo la venta ya que la guerra hizo que la gente se fuera y los que se quedaron temían salir del municipio, y entonces muchas dejaron de hacer puros y comenzó a decaer la práctica y demanda del oficio y los puros en Suchitoto.
A pesar de que la demanda a decaído, doña Laura se mantiene fiel a su tradicional oficio heredado de su madre. En aquellos años su familia era conocida como “las Peña” y hoy con el paso del tiempo, ella sigue siendo reconocida en el pueblo como una de las últimas pureras del municipio. Extranjeros de todas partes del mundo llegan hasta su casa para conocer de este oficio y la producción del puro, al marcharse le compran paquetes de 25 puros como recuerdo de nuestro país.
Un minuto y medio es el tiempo que le toma a doña Laura para hacer un puro. Ella asegura que la experiencia que ha tenido por tantos años la volvió ágil, aunque a su edad solamente hace 100 puros diarios ya que el cansancio se hace notar.
Generalmente doña Laura trabaja de lunes a sábado y es frecuente poder observarla trabajando desde la puerta balcón de su casa, donde con mucha dedicación prepara y corta las hojas para elaborar uno a uno cada puro elaborado con sus manos.
Doña Laura afirma sentirse orgullosa de su trabajo, sin embargo, considera que es lamentable que esta tradición se está perdiendo tanto por la industrialización del tabaco como por el desinterés de las nuevas generaciones en continuar manteniéndolo.
Doña Laura Peña pertenece a una larga generación de mujeres que por muchos años hicieron de Suchitoto uno de los municipios más sobresalientes en la elaboración de puros, generando y construyendo un oficio artesanal que dio sustento e identidad a muchas familias del municipio. Sin embargo esta tradición amenaza con desaparecer en las manos de las últimas pureras de Suchitoto.
Desde su banquito de hace más de 50 años y una mesa de madera con el inconfundible olor a tabaco doña Laura asegura seguirá haciendo puros hasta que sus manos y ojos se lo permitan.
*(Purera: forma de llamar a las mujeres que elaboran puros).
Por Julissa Padilla