Hice el primer grado a los cinco años en 1941, en la Escuelita de “Cucas y pizarrines” de la Señora Profesora Eugenia Cristina Bonilla, que estaba frente a la esquina nororiente del Colegio Beata Imelda de la ciudad de Suchitoto.
Aquel espacio era una sala pequeña con alumnos del primero al sexto grado. Entre los estudiantes recuerdo a una hija de Salvador Galán, la Tere y Carmen “Pachino” López, William “El Cabezón” Mata, René “El Chato” López y Rafael “Lito Cañón” Quiñonez, puede ser que también Lucio “Frente e Chivo” Quiñonez.
Yo fui contratado desde El Caulote, por mi tía María Luisa Marinero, la enfermera de vestido blanco por siempre, cocinera, zacapina, niñera, etc. La de emergencia. Éramos de la misma edad, y fui contratado para cuidar al “niño Lito” para que no le pasara nada y quitarle el miedo de andar entre la gente -en realidad él me cuidaba a mí-. A cambio de eso, me darían estudio y lo necesario.
Nuestro lugar de juego era la esquina opuesta al parque San Martín, en la esquina de la actual casa de la Escuela Ana Dolores Arias, que en aquel tiempo era residencia del Dr. Miguel Ángel Quiñonez, allí era nuestro lugar de juegos, bajo la vigilancia de la mamá Licha. Recuerdo que en pencas u hojas de palmera nos deslizábamos en la ladera que estaba al lado norte. Llegábamos hechos una mugre a la casa. Algunas raras veces, estábamos solos con el tiempo limitado.
Una vez, Elías “Piscoyo” Barrera, empleado agrícola del Dr. Miguel Ángel Quiñonez, llegó con una carretada de leña, al regreso nos fuimos caminando hasta la esquina de los Mata Bosque y Luis Marinero Parada, luego cuando no nos podían ver, nos subimos a la carreta aún con los regaños de Elías, rumbo al río Lempa. Nos bajamos en la junta de la calle vieja, en las Pilitas y cerquita de la Hacienda San Juan.
Mientras en el pueblo, nos buscaban, andaban como locos preguntando a todo el mundo si nos habían visto. Llegamos, sudados y cansados y después de la gran regañada mi tía frente a Doña Elena, me pegó tres riendasos con la rienda de un freno. A “Lito” lo mandaron a acostar y encerrarse en su cuarto. No recuerdo bien si eso fue la causa de mi éxodo, pero eso no importa.
A lo que vine es a recordar que por esos años la casa actual de la CAJA DE CREDITO con fachada de riquezas anteriores y el tapial que daba el poniente a partir de las Escobares, se estaba cayendo a razón de millones de agujeros de moscardones que hacían un ruido infernal de día y de noche; remozado el lugar, muchos años después, fue el Cine Suchitoto y fue la residencia de Don Alfonso Coto Montalvo que era músico de coro y tenía una máquina impresora manual.
La industria del añil había terminado y muchas casas estaban en deterioro, la actual casa MALTA, se había convertido en un mesón con algunas piezas, el resto estaba en ruinas, decían que era del Obispo Rutilio Montalvo; el Dr. Quiñonez la reparó y fue su residencia después de vender la actual casa de la escuela Ana Dolores. El actual TEATRO DE LAS RUINAS, de que fue la casa de los Orellana, estaba deshabitada, luego se instalaron oficinas públicas. En aquellos años habían muchas casas solas, en ruinas y poca población. El mercado era un champón de lámina con pocas ventas. El mayor comercio, era de pulperías.
La médula del cuento es Juan Esteban Coto Montalvo, quien usaba el apellido artístico de “Cotto” como Nat Kings Col, es Natividad Reyes Colas. Juan E. Coto es reconocido por sus poemas, en especial los dedicados a Suchitoto. Radicó en México desde donde escribió.
Él se crió en esta casa, a una cuadra al sur del mercado actual, casa que aun cuando se tomó esta foto, tenía en la esquina un gancho que servía para colgar Farolito con el candil que alumbraba algunos sectores por la noche. Doña Florentina de Jesús Coto, hermana de Carmen que se casó con Santos Castillo “maleta” y Dorotea Coto casada con Juan Roque. Jesús Coto con Alejandro Montalvo procrearon a Juan Esteban autor de “Campánulas Rosadas” y Alfonso, este se casó con la Sra. Margot o Margarita Paz la mamá de Alejandro, Eusebio “Chito” y Alberto Coto que dicen que era adepto a la danza desapareció.
Nota: Muchas de las casas con trazas de buenos tiempos, deshabitadas, fueron ocupada legal o ilegalmente por gente de afuera, Vg. La Casa de los Alas en Concepción, las casas frente a Luis Marinero Parada, Los Almendros, el Instituto, La Pensión Castillo, la actual Caja de Crédito…etc.
Juan Esteban Coto (1900-1938) fue un poeta suchitotense. El INSU lleva su nombre, llamándose Instituto Nacional de Suchitoto Juan E. Coto.
Por Dagoberto Marinero
1 comentario en “Memorias de la ciudad y otros recuerdos de Dagoberto Marinero”
Este señor tiene muchas historias que contar. Ojala las sigan compartiendo