En estos tiempos de violencia y desmemoria tenemos que llenarnos de ARTE el corazón y la cabeza para poder transformarnos y sobrevivir, porque si no, nos va a comer el lobo feroz de la violencia. Este país, vive momentos de mucha violencia y vivimos estresados, y hasta cierto punto desesperanzados. Por eso es aquí donde el arte, puede ayudar a recupera la fe y esperanza y eso se logra con una movilización del espíritu a través del arte.

Cuesta muchísimo hacer entender a políticos y gobernantes, que cuando no se da a niños y jóvenes la posibilidad de ejercer la libertad desde los lenguajes del arte, desde las potencialidades del deporte, y en general de lo que consideramos cultura, entonces es muy difícil tener una sociedad que se comporte civilizadamente, dando lugar a una explosión de diversas formas de violencia. Y no es que el arte y la cultura sean las únicas salvadoras del mundo, pero su impacto en la vida siempre es transformador.

Por ello es importante preguntar sobre el papel de la cultura en las trasnformaciones sociales del país. A través del tiempo y diversos estudios se ha demostrado que la cultura es un espacio de la sociedad que la llena de sentido, identidad y significado. Recuerdo como los artistas de los 80 y 90 hablaban en su obra sobre la guerra, para denunciarla y transgredir ese lugar de lo correcto y lo establecido y poder decir cosas que la sociedad necesitaba escuchar y que desde los canales establecidos no se podían decir.

Hoy también la cultura y el artista están para contar y traducir ese dolor en esperanza, con una perspectiva en el futuro, en soluciones posibles. La cultura es la que tiene que, y puede transformar y construir las nuevas ciudadanías de la paz, entendiendo que desde el arte se puede construir, alimentar y fortalecer ciudadanías creativas, libres, con perspectiva de futuro, llenas de esperanza, capaces de transformarse a sí mismas y entender desde una perspectiva más amplia el contexto en el que viven.

La cultura nos ayuda a ser personas decentes, sensatas, humanas, sensibles, pacificas con la capacidad de entender cómo vivir en comunidad, por mejores cosas, y esa debería ser la apuesta de todas y todos los que hacen y trabajan por el arte y la cultura.

Si bien es cierto, que esto suena para muchos muy idílico o poco realista, también es cierto que muchas veces queremos la paz fomentando la guerra (compre un arma y defiéndase) y pensando que las soluciones muchas veces vienen de métodos coercitivos; porque finalmente la muerte, la violencia y las tensiones coyunturales de la violencia, nos empujan a creer que la violencia se combate con más violencia; pero siempre hay que respirar profundo, y decir no a la violencia, porque en algún lugar siempre estará el arte y la cultura. Siempre estarán la potencia creativa de la solidaridad, la hermandad, la cooperación, la palabra y los lenguajes del arte para resignificar el imaginario y poder creer en otra posibilidad, otra esperanza que nos dé luz en medio de este mundo tan convulso.

Para todo esto se necesita creer y apostar por el arte y la cultura. Apoyar a nuestros jóvenes artistas, brindadoles la oportunidad de acceder al arte, estimularlos, contribuir en crear condiciones para su desarrollo y crecimiento, así como dedicar tiempo al disfrute de todas las múltiples expresiones que con dedicación nos regalan.

Recuerde nunca estar tan ocupado como para escuchar su música preferida, para cantar, bailar y reír con una buena conversación entre amigos y amigas. En lo posible participe y disfrute de los eventos culturales y artísticos que se desarrollan en su entorno. Viva las tradiciones y costumbres, comparta en colectividad. Haga uso de las diferentes expresiones artísticas para comunicar ,transformar e influir positivamente en la comunidad, hagamos que la cultura sea el vínculo unificador para construir un mundo más humano.

md/

Fotografía: EsArtes.