El día que el agua llegó a Suchitoto: historia de la introducción del agua potable en 1879

En la memoria colectiva de Suchitoto, el agua siempre ha sido un bien vital y profundamente ligado a su identidad territorial. De acuerdo a investigaciones documentales del ingeniero Mario Ernesto Rodríguez Sosa, hubo un tiempo en que el agua potable no llegaba por cañerías, sino que se buscaba a pie, en cántaros y a lomo de bestia. Aunque el pueblo contaba desde su fundación con siete fuentes naturales que surtían de agua a su pequeña población, con el paso del tiempo y el crecimiento urbano, el abastecimiento se volvió una necesidad urgente, especialmente durante los veranos más secos. En esos tiempos los habitantes acudían a fuentes naturales como San Juan, Las Pilas, Apacinte, Hoja de Sal, El Ujuste y El Cacao, además de otros nacimientos ubicados en cantones como Aguacayo. Estas fuentes abastecieron durante siglos a una población aún reducida, pero con el paso del tiempo, y en especial durante el siglo XIX, el crecimiento urbano agudizó la escasez de agua, especialmente en época seca.

El problema no era exclusivo de Suchitoto. En todo el país, el acceso al agua potable comenzaba a convertirse en una urgencia. A pesar de las leyes promulgadas desde 1832 que obligaban a las municipalidades a resolver el abastecimiento, muchas alcaldías justificaban su inacción por la falta de recursos. Así lo denunció el comisionado J. Camilo Galván durante el gobierno del general Gerardo Barrios en 1861.

Fue hasta la administración del presidente Rafael Zaldívar, a finales de la década de 1870, que la historia de Suchitoto empezó a cambiar. En su informe de 1877 al Cuerpo Legislativo, Zaldívar informó que se encontraban en ejecución las obras hidráulicas para dotar de agua a la ciudad. La situación era crítica: la población vivía “privada de agua hasta para sus más apremiantes necesidades”, según describía el informe del Departamento de Gobernación.

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La solución llegó con una inversión significativa: el Estado contrató al empresario José Antonio Peña, quien importó desde Inglaterra tuberías de hierro y otros materiales esenciales. Para hacer realidad el proyecto, también fue necesario el respaldo del Poder Legislativo, que autorizó la creación de arbitrios municipales. Esta medida establecía que todos los jornaleros y albañiles debían aportar una semana de trabajo al año para la obra, mientras que artesanos y agricultores debían contribuir económicamente. Incluso las contribuciones voluntarias de los vecinos fueron convertidas en renta municipal obligatoria en caso de incumplimiento.

El ambicioso proyecto tomó como fuente el cantón El Roble, donde se realizaron captaciones de agua interconectadas. Durante el trayecto, se construyeron tanquillas para controlar la presión del flujo. El agua era almacenada en un tanque ubicado en la plazuela del barrio El Calvario, desde donde se distribuía a otras pilas públicas: La Cruz, San José (actual zona del mercado municipal), El Centro (hoy Parque Centenario), Santa Lucía (cercana al antiguo rastro municipal) y Concepción, cuya pila fue ubicada junto al amate frente al antiguo panteón.

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Finalmente, el 8 de septiembre de 1879, se inauguró oficialmente el proyecto de introducción de agua potable en el área urbana de Suchitoto. Esta fecha marcó un antes y un después en la historia del municipio, modernizando la infraestructura básica y mejorando significativamente la calidad de vida de sus habitantes.

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Cabe recordar que décadas antes, en 1840, el agua ya había sido reconocida como un recurso de valor público. En esa fecha, la alcaldía mandó construir una pila en el Ojo de Agua de San Juan, al norte de la ciudad, y se mejoraron los accesos para facilitar su uso. Esta fuente fue la más importante para los habitantes hasta la llegada del sistema moderno en 1879.

Hoy, casi siglo y medio después, la historia de la llegada del agua potable a Suchitoto nos recuerda que el acceso al agua es un derecho conquistado por la organización, la inversión pública y la voluntad política. En tiempos donde nuevas crisis hídricas amenazan al país, vale la pena mirar hacia atrás para entender que cuidar el agua es también cuidar nuestra historia.

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Fuentes de información, imágenes y bibliografía recopiladas por Mario Ernesto Rodríguez Sosa:

– Burgos, Hugo de, Suchitoto. Ediciones CONCULTURA, Sitios y Monumentos, San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, 1999.

– Diario Oficial, Tomo 4, Número 52, San Salvador, Viernes 1 de Marzo de 1878

– Diario Oficial de la República del Salvador, Tomo 14, No. 65, sábado 17 de marzo de 1883.

– Gaceta Oficial, República del Salvador. San Salvador, sábado 28 de septiembre de 1861, Tomo 9, Nº 96.

– López, Lorenzo. 1858 Estadística General de La República de El Salvador. 3ª Edición, 1974, El Salvador, Dirección de Publicaciones.

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