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Y vos ¿para qué vas a la U?: Reflexiones para las juventudes

En un país como el nuestro, donde los retos sociales, económicos y políticos son parte de la cotidianidad, estudiar una carrera universitaria se presenta como un sueño y, para muchas personas, un camino hacia el éxito. La presión social, familiar y económica puede reducir el objetivo de la educación superior a un simple trámite para conseguir empleo o ascender en una escala de éxito que se mide en dinero o estatus. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿es esto lo que realmente debería motivarnos a estudiar una carrera universitaria? ¿Es la universidad solo un camino para intentar ser “más” que los demás, o tiene un fin más profundo y transformador?

Durante mucho tiempo, se ha asociado el éxito personal con obtener un título universitario. «Tienes que estudiar para ser alguien en la vida», nos dicen repetidamente, como si nuestra identidad o valor como personas dependiera de ese pedazo de papel que certifica nuestras competencias en una profesión. Sin embargo, reducir el propósito de la educación superior a la obtención de un título, como un simple trofeo para mostrar, no solo es limitante, sino que también desconoce el verdadero poder de la educación.

 

En nuestras comunidades el acceso a la educación universitaria es un privilegio para pocos y puede ser una vía para mejorar la situación económica, pero hay que cuestionar la idea de que ese es su único fin. Tener un título no garantiza automáticamente el éxito económico ni la felicidad, y mucho menos, la transformación personal o colectiva. Entonces, ¿qué significa realmente estudiar una carrera universitaria?

Para muchos, la universidad es el medio para conseguir un buen empleo, lo cual es una expectativa legítima, especialmente en un país donde la oferta de empleo y las oportunidades laborales están cada vez más ligadas a la educación. Sin embargo, estudiar una carrera no debería limitarse a obtener conocimientos técnicos para ejercer una profesión. Tenemos que recordar, que también es un proceso de formación integral que permite a las personas desarrollar pensamiento crítico, sensibilidad social y ética.

 

Vivimos en un país, El Salvador, donde la desigualdad, la injusticia y la falta de oportunidades son desafíos reales para gran parte de la población. Ante esta realidad, la educación universitaria también debe verse como una herramienta de transformación social. ¿De qué sirve tener una carrera si no se utiliza para mejorar la vida de los demás? Las juventudes tenemos una responsabilidad: utilizar lo aprendido para contribuir al bien común, para promover cambios que construyan una sociedad más justa, equitativa y solidaria.

Es aquí donde el propósito de la educación superior trasciende lo individual y se vuelve colectivo. Cuando te conviertes en la única o primera mujer de tu familia o comunidad que accede a la universidad, cuando conoce los sacrificios de la familia por pagar tus estudios, o los esfuerzos de la comunidad facilitándote becas, entonces ya no eres no eres solo tú, eres el orgullo y la esperanza de la familia y la comunidad. Cuando entiendes esto, entonces comprendes que la educación universitaria tiene el potencial de ser una herramienta para la transformación social. Entiendes que los profesionales no solo deben buscar éxito personal, sino también tener un compromiso ético con la familia, con su comunidad, con la realidad que les rodea y con los cambios que desean ver en su comunidad, ciudad y país.

 

Estudiar una carrera profesional no solo debe prepararnos para enfrentarnos al mercado laboral, sino también para cuestionar y transformar las estructuras de poder, injusticia y desigualdad que existen en nuestra sociedad. Un médico no solo debería buscar salvar vidas en una clínica privada, sino también buscar maneras de mejorar la salud pública en su comunidad y luchar contra las condiciones que afectan a los más vulnerables. Un abogado no debería enfocarse solo en ganar casos, sino en garantizar que se haga justicia para todos, especialmente para aquellos que no pueden pagar un abogado en su comunidad. Así, cualquier profesión puede y debe ser una herramienta para construir y contribuir a la justicia y equidad en nuestras comunidades de origen.

 

Como juventudes, es vital que nos preguntemos cuál es el propósito de ir la universidad. ¿Queremos solo obtener un título para tener un trabajo bien remunerado, o buscamos algo más? El estudio debe ser visto como una oportunidad para formarnos como personas con principios, conciencia social y compromiso con el bien común. El futuro de nuestras comunidades depende de cómo utilicemos nuestros conocimientos para resolver los problemas que nos afectan a todos, no solo de cómo nos beneficiemos individualmente. No se trata solo de estudiar para salir de la comunidad, sino para devolverle algo de lo que nos dio, y hacer más fácil el camino para los que vienen detrás de ti.

 

En última instancia, el verdadero valor de la educación superior no está en el título que cuelga en la pared, sino en cómo utilizamos lo que aprendimos para transformar nuestras comunidades, para luchar por la justicia, la equidad y la dignidad de todas las personas. Solo así la universidad cumplirá su propósito más noble: formar personas capaces de cambiar nuestro mundo. Y ese, jóvenes, debería ser nuestro mayor objetivo.

La educación no consiste, entonces, en aprobar una serie de exámenes, acumular títulos y alcanzar cierto éxito académico y profesional, sino en transformarnos de tal manera que seamos capaces de responder a las exigencias de verdad, justicia y servicio al bien común con la propia vida.

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1 comentario en “Y vos ¿para qué vas a la U?: Reflexiones para las juventudes”

  1. Esto es una pena. Hoy hay muchos muchachos que estan estudiando en la universidad. Con mucho es fuerzo de sus padres o alguna beca de las que dan en Suchitoto terminan la universidad. Medio consiguen un trabajito y se alejan de la comunidad. Tienen prisa por sacudirse el polvo y tufo del campo. Y allá en el monte se queda la familia sintiéndose orgullosa por el triunfo de sus hijos, que de vez en cuando llega a visitarlos un fin de semana.

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