Seguramente ha visto en los parques de la ciudad, las casitas pajareras de libros, una pequeña iniciativa que desde hace un par de años busca promover el intercambio libre de libros y la lectura. Así como también habrá leído nuestra preocupación por el cierre indefinido de la biblioteca municipal de Suchitoto.
Promover al municipio como un lugar cultural o la capital de la cultura, implica apostar indudablemente por el incentivo de la lectura, como un hábito que se debe de cultivar en la niñez, adolescencia y la juventud, ya que enriquece el nivel cultural, sus mundos, mejora el lenguaje, estimula la imaginación y contribuye al desarrollo de las capacidades de entendimiento y análisis. Debemos recordar que la lectura es aquella capacidad de comprender textos, evaluar informaciones, construir hipótesis y aprovechar conocimientos, pero principalmente es la capacidad de reflexionar sobre lo leído.
Se ha preguntado ¿qué están leyendo nuestra niñez, adolescencia y juventud? ¿Qué estamos haciendo para facilitar y promover la lectura en casa y las comunidades?
En los últimos años lastimosamente el mal uso e influencia nociva de las tecnologías ha ido distrayendo y sustituyendo los momentos de lectura por largas horas en las redes sociales, donde sin duda leen algo, pero en su inmensa mayoría son cosas sin ningún provecho por su crecimiento personal. Ni hablar de la influencia y del tiempo que dedican a videojuegos.
Existen múltiples estudios que demuestran que la lectura a perdido terreno en el interés prioritario de las juventudes, mientras que antes se les encontraba leyendo un libro hoy se les encuentra pegados a un celular. Sin embargo, una de las razones más importantes de esta distancia para con la lectura es precisamente lo que sucede al interior de las familias y la relación que estas tienen con los libros; mientras haya incentivo y acompañamiento en esta actividad, los más pequeños del grupo familiar se relacionarán de mejor manera con la lectura. Algunos expertos plantean que, si esto se realiza desde más temprana edad, más favorable será para los niños y niñas su vínculo con los libros, así como también otros aspectos del desarrollo emocional y social de los infantes.
Sin embargo, ¿cómo se puede lograr esto cuando los espacios destinados o gestionados para la lectura se encuentran cerrados o no tienen los recursos y libros apropiados para aportar a nuestra niñez, adolescencia y juventud?
Recuerde la lectura no es una camisa de fuerza que solo se pone y se exige, la lectura se cultiva desde la infancia, y la familia es el primer círculo de fomento y cultivo por la lectura. Lo ideal sería que en los hogares hubiera un lugar destinado a tener libros, una librera que se alimentara regularmente de nuevos y buenos libros más allá de los libros de texto de la escuela. Pero seguramente no todas las familias podrán tener esta capacidad de comprar libros. Y es aquí donde cobran importancia los lugares públicos que ofrezcan libros y un espacio apropiado para el disfrute de la lectura.
Importante es destacar el aporte de organizaciones sociales del municipio, que hacen grandes esfuerzos por crear y mantener espacios abiertos para la consulta de bibliografías y libros en sus espacios. Especial mención merecen: la mediateca con libros especializados de la Casa de las Mujeres; el espacio de documentación que abrirá el Centro Arte para la Paz; algunas escuelas y comunidades con espacios de lectura; y por parte del gobierno la Casa de la Cultura.
Claramente si no nos decidimos a defender, fomentar y promover la lectura, difícilmente podremos esperar que nuestras juventudes tengan las capacidades de reflexión, análisis y entendimiento de las realidades que vivimos. No olvide que la lectura, va más allá de una tarea escolar. La lectura es un hábito para la vida. Fuente de conocimiento. Sin conocimiento las juventudes quedan expuestas a la manipulación mediática de aquellos que en mensajitos de colores los entretienen y enredan con facilidad.
Por eso le invitamos a seguir defendiendo y promoviendo la lectura en su hogar y en la comunidad, a cuidar los pocos recursos e iniciativas que buscan incentivar la lectura y a exigir los espacios adecuados para nuestra niñez, adolescencia y juventud. La lectura no es un privilegio, es un derecho. !Leamos más!
Fotos: Edwyn Guzmán