Amelia Martínez es una mujer rural, reside en las faldas del Cerro Guazapa, cantón San José Palo Grande, de Suchitoto. Durante mucho tiempo se dedicó al oficio de la costura. La “tía Mela”, como es conocida en el cantón, a sus 81 años de edad ha decidido, por primera vez, cultivar sus propios alimentos en un huerto casero. “Voy a hacer mi huertito pero lo voy a llamar el reciclado”. Reunió los guacales que ya no usaba para rellenarlos con tierra, ahí sembró sus semillas.
Su primera cosecha estaba dando frutos en el mes de diciembre de 2021, cultivó rábanos, cilantro, lechuga, apio, hierba buena y cebollín. Ahora está experimentando con la siembra de fresas. “Tenemos la tierra y es de aprovecharla (…) a mi edad sí necesito hacer cosas que me ayuden emocionalmente y en mi salud.
María Melgar vive en la zona baja de Suchitoto, para ser más exactos en la comunidad Valle Verde. Esta joven mujer, de 27 años de edad, también ha tenido su primera experiencia cultivando tomates, chiles jalapeños y verdes, cebolla, piña y algunas hierbas aromáticas. “Tengo pensado producir más y vender a un precio cómodo a las personas de la comunidad; ya no van a tener que ir a comprar hasta a Aguilares o a Suchitoto… Nos ayudamos mutuamente, hago mis fichitas (dinero), saco productos para mi familia y ayudo en la comunidad”.
A María, producir sus alimentos le ha ayudado a mejorar su salud emocional, “pasaba tensa y ahora paso más entretenida, y emocionada a la vez cuando veo nacer mis semilleros y que las plantitas van creciendo hasta verles el fruto, eso es lo más emocionante y dice una ¡vale la pena! (…) lo más importante es que es saludable porque no usamos químicos, solo cosas orgánicas y me ha servido mucho para mi salud y cuidar la de mi familia”, agrega.
Ambas mujeres, Amelia y María, han recibido acompañamiento y formación de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local. “Fue una capacitación bien productiva porque estaba enfocada en la tierra, en el cuido de ella y conocimientos ancestrales (…) para mí eso es de una gran importancia porque ahorita todo está carísimo y también van con otros ingredientes que son dañinos para la salud”, dice Amelia.
María se nombra como una mujer productora y describe su experiencia cultivando como “increíble”. “Me dieron la oportunidad de aprender y me ha gustado porque he conocido de muchas cosas que no tenía idea que una misma podía hacer; también tener mis propias semillas para sembrar”.
Durante 4 años la Colectiva Feminista ha trabajo la parte educativa en alimentación sana, corresponsabilidad de cuidado en el hogar y procesos formativos para la producción de alimentos, elaboración de insumos orgánicos para el cuido de los huertos y cosecha con 129 mujeres de 11 comunidades de Suchitoto: Chaguitón, Huerta Enana, Hacienda, Apolinario Serrano, Altos de Montepeque, San Antonio, Valle Verde, Laura López, Copapayo y San José Palo Grande.
“Todo este proceso ha sido financiado por la organización Horizont 3000. Han sido 4 años y este es el último en el que se les da acompañamiento y formación a las mujeres en diferentes comunidades de Suchitoto. Como Colectiva priorizamos que las mujeres produzcan y consuman lo que ellas producen; que las mujeres vayan teniendo sus propias semillas (…) seguir soñando para no depender de semillas de agroservicios, sino que las mujeres vayan cuidando y resguardando sus semillas en cada cosecha”. Damaris Hernández, técnica del equipo de Economía Feminista y Justicia Ambiental de CFDL.
En los procesos impartidos, las mujeres rurales han aprendido prácticas, costumbres, hábitos y conocimientos para que puedan ser aplicados desde el ámbito personal hasta lo comunitario. “Hoy apreciamos, no quemamos las hojas y las cáscaras, todo lo orgánico, sino que lo ponemos en la composta (…) lo bonito es que cuando una va a cocinar solo llega a su huertecito a traer sus hojitas, tomatitos, chilitos, todo lo que se le pueda poner y es propio de una, que las manos de una lo han cosechado, esa es la satisfacción más grande”, dice Amelia.
También, con estos procesos se han logrado mejorar las relaciones familiares, logrando cambios de imaginario social en los roles, papel o función que se les asigna a las mujeres; involucrando también a las y los integrantes de la familia en las labores del hogar y cuido de los huertos para que las mujeres no se sientan sobrecargadas de trabajos.
“A las mujeres se les deja de último, están cuidando todo su entorno, su comunidad y nunca su salud, entonces también reflexionamos desde eso, desde los cuidados y la alimentación, cómo las mujeres van priorizando y mejorando su salud a través de la alimentación; cuidar e involucrar al resto de la familia en lo doméstico pero también en el huerto, para no sobrecargar en el cuido del huerto solo a la mujer, si la mujer cuida el huerto hay integrantes de su familia, hombres de la familia que asumen lavar, hacer limpieza, cuidar a los niños y las niñas para no sobrecargar a las mujeres”, menciona Damaris.
En el caso de María, ha involucrado a sus pequeños hijos desde las jornadas de capacitación para que vayan aprendiendo y habituándose a la producción de alimentos sanos, sin uso de agroquímicos. Ahora le ayudan en pequeñas tareas, como la siembra de las semillas y regarlas con agua. “Yo tengo a mis hijos, pregunté si los podía llevar a la capacitación y me dijeron que sí, yo por eso me siento mucho más agradecida porque en otras partes no admitían (…) con mascarillas y las medidas de bioseguridad estuvimos yendo y yo siento que sí he aprendido mucho”, añade.
Las mujeres beneficiadas, de las 11 comunidades, están en diferentes dinámicas y niveles de producción, unas cultivan en verano y otras en invierno, “como Colectiva Feminista también apoyamos la parte de reciclar agua para que pueda ser usada en la producción; hay mujeres que no tienen agua y están esperando que entre el invierno para empezar a producir”, Damaris.
La producción de las mujeres es diversa, desde la Colectiva Feminista promueven con las mujeres el rescate de raíces y tubérculos. Ellas producen lo básico para la preparación de las comidas: tomates, chiles, pepinos, rábanos, espinaca; si reciben semillas de agroservicio también pueden tener zanahoria, lechuga, cilantro, cebolla y cebollín, “son semillas que no hemos logrado aclimatarlas porque requiere un proceso también y mucha conciencia con esas semillas”, enfatiza Damaris. También, plantas aromáticas para darle sabor a las comidas y que puedan sustituir el uso de consomés y similares productos procesados. Promueven, además, el rescate de la chaya y la moringa.
“Yo estoy muy agradecida con la Colectiva Feminista porque nos han capacitado de varias cosas. Todo ha sido importante, tenemos otra visión porque antes las mujeres del campo teníamos miedo hasta de hablar, ahora nos sentimos empoderadas, estos son los logros que hemos alcanzado después de las capacitaciones”, Amelia.
Para mostrar el trabajo que hacen las mujeres productoras, recientemente se realizó en la Casa de las Mujeres en Suchitoto la 1ra feria de saberes y comercialización “Consumo Sano, Responsable y Soberano”. Había estaciones temáticas sobre abonos, fertilidad de suelos, repelentes, semillas, lombricultura, diseño de huertos e intercambio de semillas y participaron alrededor de 70 mujeres de Suchitoto, San Bartolomé Perulapía y Santa Cruz Michapa, a estos dos últimos municipios les han incorporado desde la Colectiva Feminista para fortalecer la labor organizativa de las mujeres.
“Esta feria es el resultado de 4 años de trabajo con las mujeres, aunque en diferentes momentos hemos hecho intercambios comunitarios, pero ahora la hicimos en el espacio de la Casa de las Mujeres para estar todas juntas y que entre ellas se conozcan y que también se cuenten experiencias porque puede ser que alguna haya tenido una experiencia diferente con cierta planta y con eso ya se van intercambiando experiencias desde la práctica”, finaliza Damaris Hernández.
Para la Colectiva Feminista es importante hablar sobre soberanía alimentaria y producción, pero también del componente educativo de nutrición para mejorar la salud de las mujeres que tienen algún diagnóstico médico de hipertensión o diabetes, pero también cómo la alimentación sana puede ayudar a la prevención de enfermedades.