Como han cambiado los tiempos. Antes las tardes de diversión de la niñez y juventud se vivían de manera tan diferente, que se podrida decir que, esas son cosas del pasado. Hoy la tecnología los tiene atrapados, porque casi todos los niños y jóvenes cada vez más son absorbidos por los teléfonos celulares con los que se levantan, juegan, comen, hablan, bañan, ríen, lloran y duermen.
Cuantas generaciones de Suchitotenses crecimos jugando con los amiguitos de la escuela o el barrio, en medio de los más maravillosos juegos y pasatiempos infantiles tradicionales que marcaron nuestra niñez y adolescencia con los recuerdos más bonitos y memorables de un tiempo que ya se fue. Como no recordar esos momentos de recreo en la escuela, o esas tardes después de la escuela donde nos reuníamos en el parque o las calles para compartir largas jornadas de juegos tradicionales que nos unían y hermanaban como comunidad.
Hablar de los juegos tradicionales del pasado, para muchos suchitotenses puede ser algo que los llene de mucha nostalgia e interminables recuerdos, nombres de amiguitos de infancia, el barrio, anécdotas, y muchos momentos memorables que se han ido.
Diferentes generaciones de salvadoreños crecimos en medio de rondas, juegos infantiles tradicionales y pasatiempos que marcaron nuestra época de niñez con los recuerdos más gratos y memorables junto a los primeros amigos de la cuadra y la escuela. Los recreos y las tardes libres en el parque o la calle del barrio eran los mejores momentos para compartir en comunidad y no lo sabíamos.
Recordemos algunas dinámicas de aquellos juegos. Muchas veces, las reglas eran definidas por el que se consideraba el “dueño del juego”, que generalmente era aquel que era dueño de la pelota o las herramientas del juego y quien decidía también quién podía jugar. Los turnos y los roles se definían con el conocido “zapatito cochinito” o con los tradicionales “par o non” o “piedra, papel o tijera”. Las demás reglas se acordaban en grupo y generalmente eran respetadas por todos. Ya existía la TV, pero nada, nada era comparado con la experiencia de salir y jugar con los amiguitos del barrio. Quien vivió esas experiencias sabe, que esos fueron los años más maravillosos de la infancia.
¿Pero cuáles eran aquellos juegos tradicionales que jugábamos entonces?
A continuación, haremos un ejercicio de recuerdo, a través del tiempo para evocar aquellas épocas en las que no necesitábamos ningún aparatito para ser felices. Sólo se necesitaba el permiso de salir de mamá o papá y las ganas de divertirse sin mayores requisitos. Quienes vivimos esos tiempos hoy y solo hoy sabemos que aquellos fueron los pasatiempos que nos unieron en familia, amistades y formaron en comunidad.
Dejando a un lado la nostalgia, a continuación compartimos algunos de los juegos tradicionales que se jugaron en los recreos de escuela, en los patios de la casa, en las calles y parques de Suchitoto. Están sin orden de importancia y sin duda quizá nos falten algunos.
El trompo
Una de los juegos preferidos de los chicos, en las horas de recreo escolar era el infaltable juego del trompo, los famosos juegos de trompo. El trompo era un objeto de forma cónica hecho de madera, que al ser envuelto y lanzado, con una pita delgada, empezaba a girar o bailar sobre el suelo.
Traído en los bolsillos de los pantalones, o en el bolso de la escuela, los trompos eran el juego preferido en los recreos. Una vez aprendida la técnica de enrollarlo bien y lanzar, la tarea era perfeccionar diferentes trucos: ponerlo a girar sobre la mano, que bailara al revés o hacerlo volar. El trompo sin duda aporto largas e interminables de juego en la escuela y en los patios de la casa.
Las chibolas o canicas
Tener chibolas o canicas, eran una de las colecciones más preciadas de los niños y adolescentes, muchas se obtenían en las tiendas o luego de intensos ‘duelos’ en la escuela o el colegio. En el juego se lanzan las chibolas con la mayor puntería posible desde el suelo para poder conseguir sacar de un círculo dibujado en el suelo unas cuantas al ser golpeadas.
El yoyo
Dos discos gruesos de madera o plástico, unidos con un pequeño eje en el cual se envolvía un pedazo de pita para subir y bajar con el impulso de la mano, así era el yoyo. La destreza estaba en aprender diferentes trucos del yoyo o maniobras entrecruzando la pita para hacer varias figuras.
Mica
Este era un juego de velocidad, donde había que correr mucho. El juego consistía en que un niño es el que debe perseguir y tocar a los demás para pasarles la mica, al que lo toque ese será el nuevo que andará la mica y deberá perseguir a los demás.
El capirucho
El capirucho era otro de los juegos preferidos en las horas de recreo escolar. Hacer competencias para ver quién podía incrustar más veces el palito en la copa del capirucho era la meta. El capirucho generalmente era hecho de madera, una copita en forma de campana amarado a un palito. Aunque parecía sencillo, requería de bastante destreza y puntería. También se presta para diferentes trucos y jugadas.
Peregrina o Rayuela
El juego de la peregrina es otro de los más tradicionales en cada generación, también se conoce como «rayuela». Se trata de una especie de tablero con varias casillas dibujado con carbón o tiza sobre el piso. Se juega en grupo y el objetivo es lanzar una pequeña piedra, para luego irla a recoger, saltando en un pie, cuadro por cuadro, sin pisar las líneas de división.
Futbolito
Este era el juego clásico de la escuela y el barrio, un juego de chicos donde se hacen dos equipos, de igual número, se usaba una pelota de plástico y se colocan dos piedras como portería. Se ponían algunas reglas generales. Era un juego interminable donde ganaban los que hicieran mas goles. Quien no jugo un «masconcito» con sus amigos, no tuvo infancia.
Saltar cuerda
Un buen trozo de cuerda era suficiente para convocar a un buen grupo de chicos y chicas, para jugar y saltar la cuerda individual o grupo, aumentando cada vez la dificultad saltando en un pie o con diferentes velocidades.
Escondelero o las escondidas
Este era un juego grupal, uno de los jugadores tenía que cerrar los ojos y contar en voz alta hasta diez, y gritar: “1, 2, 3 para mí y todos mis amigos” y luego salir a buscar a los demás jugadores. La frase que identificaba a este juego es: . el juego termina cuando es encontrado uno, para luego volver a reiniciar el juego. La habilidad de esconderse sin ser hallado para luego correr al sitio de conteo, era una de las mayores adrenalinas jugando escondelero o a las escondidas.
Yaks
Este era uno de los juegos preferidos de las niñas en los recreos y horas de juego en casa. El juego estaba compuesto de una pelotita de hule y 12 piecitas de plástico en forma de asterisco. El juego consiste en lanzar las piezas de plástico, los yaks en el piso y luego hacer salta la pelotita e ir atrapando las piezas, antes de que vuelva a caer al piso empezando por una, luego dos y tres, hasta alcanzar a atrapar todas.
Chancha Balancha
Este era otro juego divertido y grupal, todos los niños del juego hacen una fila y hay uno que se coloca enfrente y debe cantar: “Chancha balancha hojita de laurel, me ha dicho una señora que cien hijos tenés” El resto de niños de la fila responden: “Aunque los tenga pero ni uno te daré, aunque las tenga pero ni uno te daré”…Y luego todos salían corriendo y el que estaba en frente debe perseguir a los niños para atraparlos, el juego terminaba cuando atrapaba alaguno y entonces se repetía el ciclo del juego.
A la víbora de la mar
Los niños hacen una fila y pasan por un arco formado por los brazos de dos jugadores, luego cantan una letra de la canción que podía variar, pero casi siempre decia de la siguiente manera: “A la víbora, víbora de la mar por aquí pueden pasar los de adelante corren más y lo de atrás se quedarán, tras, tras, tras”. “Campanita de oro déjame pasar con todos mis hijos menos los de atrás, tras, tras, tras. Luego al terminar la canción el arco atrapaba al que iba pasando en ese instante. Era un juego divertido.
Piscucha
Los vientos de octubre eran los días propicios para las piscuchas. Generalmente algunos niños las hacían ellos mismos con papel de china o plástico, varitas de castilla, engrudo y papel periódico para la cola, luego se le amarraba con hilo. Los niños menos habilidosos las compraban en las tiendas donde se vendían ya hechas. Las piscuchas o cometas proporcionaban largas horas de diversión, elevarlas requería fuertes vientos y un buen cordel o hilo, para elevarla lo mas alto posible.
Fotos: Edwyn Guzmán y tomadas de Internet.
(I parte)