El mundo se enfrenta desde hace más de un año a los efectos de un nuevo virus al que se le atribuye la muerte de más de un millón de personas alrededor del mundo. En El Salvador, han pasado más de 8 meses desde que se confirmó la primera persona contagiada de la Covid-19, se vivió un periodo de cuarentena obligatoria que dejó en mayor evidencia las desigualdades socioeconómicas en las que vivimos.

Actualmente, se registran cerca de 40 mil personas contagiadas. Los organismos internacionales de salud continúan insistiendo que se deben mantener todas las medidas de prevención para protegernos individual y colectivamente, siendo las principales el uso del tapabocas, el distanciamiento físico con personas con las que no vivimos en la cotidianidad y evitar aglomeraciones innecesarias de personas. En este contexto es necesario entender que el Covid-19 no es un juego, sino realidad que está amenazando nuestras vidas, siendo algunos grupos poblacionales los más vulnerables con los cuales se debe contribuir colectiva y responsablemente a su protección.

En Suchitoto, desde el viernes 4 de diciembre está circulando el calendario de actividades de celebración de las fiestas patronales, lo cual es totalmente inconcebible ya que parece que no se comprende la gravedad de la situación que vivimos. Pero resulta más incoherente que desde las instancias públicas se promuevan este tipo de actividades cuando por muchos meses la población se ha estado esforzando por adoptar y seguir las medidas de bioseguridad que por hoy son las únicas formas de evitar el contagio del coronavirus.

Con este anuncio surge la duda ¿Se cuenta con un plan de bioseguridad a implementar en estas actividades? Si existe, es lo primero que se tuvo que divulgar para generar conciencia en la población que asista a las diversas actividades. Pero sin una planificación para el manejo de la pandemia y evitar contagios, el anuncio de la celebración de las fiestas patronales es una afrenta abierta y desafiante a las medidas de bioseguridad que se han venido promoviendo por las máximas autoridades científicas y medicas que estudian la pandemia del Covid-19.

En medio de una pandemia que lejos de disminuir su impacto este va en aumento, no podemos anteponer la tradición ni el entretenimiento antes de la vida, la salud y el bienestar de nuestras comunidades. Hacer y promover reuniones públicas y masivas no solo es irresponsable sino un atentado contra la empatía y el sacrificio de centenares de doctores, enfermeras y personal de primera línea que han estado trabajando día y noche por salvar la vida de miles de personas contagiadas con el virus.

Hay una gran distancia y diferencia entre manejar nuestras vidas como individuos, con la de conducir y ser responsable por la vida de miles de suchitotenses. Estar al frente de una comuna significa anteponer la vida, salud y bienestar de todas y todos. La vida antes de la tradición.

Si bien el manejo de la pandemia en el municipio ha venido siendo improvisada como la mayoría de otros lugares, la decisión de celebrar las fiestas patronales de la manera tradicional e invitar a salir a las calles en desfiles y promover bailes públicos, es una decisión errónea con la cual no se está pensando en las consecuencias al propiciar focos de contagios públicos a los habitantes sin justificación justa y razonable; salvo seguir la costumbre, la tradición y el entretenimiento.

Enunciar esta verdad con la mayor claridad posible es lo mínimo que podemos hacer desde Gaceta Suchitoto. Por eso, alzamos la voz para decir que estamos a tiempo de evitar exponer a la población a un contagio mayor en el municipio. Tengamos prudencia y antepongamos el sano juicio y el sentido común. 

Ser plenamente conscientes de esto es entender que la invitación a celebrar las fiestas patronales en el municipio es una enfrenta y desafío a todo lo que hemos aprendido sobre el comportamiento de la Covid-19 y las formas de contagio.

Queda en las autoridades municipales, en cada persona hacer uso de nuestra sabiduría y sentido común, para comprender qué es más importante: si seguir una tradición o salvaguardar la vida y salud de nuestras familias y comunidad.