Suchitoto no es solo un lugar en el mapa con casitas de adobe y teja. Suchitoto es un testimonio vivo de nuestra historia, un espacio donde cada calle, cada piedra y cada espacio patrimonial susurran relatos de identidad y memoria. Sin embargo, resulta preocupante observar cómo este inmenso legado y algunos sitios, en lugar de ser motivo de orgullo y preservación, se encuentra en un preocupante estado de indiferencia, abandono y olvido. En el contexto de los 500 años de historia de Ciudad Vieja, es necesario hacer un alto reflexivo y un llamado tanto a las autoridades nacionales y municipales como a la ciudadanía para no perder el interés en el cuidado, conservación y difusión de nuestro patrimonio histórico.
Uno de los ejemplos más tristes de este abandono es precisamente Ciudad Vieja, con una declaratoria de Sitio Arqueológico Nacional desde 1975. Este lugar representa una de las primeras fundaciones coloniales de El Salvador y es una ventana a nuestro pasado. Para historiadores, arqueólogos y antropólogos este lugar guarda trascendental importancia para nuestra historia nacional. No obstante, la falta de atención evidencia una preocupante indiferencia hacia un sitio que debería ser punto de referencia histórico, cultural y turístico. Este descuido no solo refleja la desidia de las autoridades responsables, sino también la falta de atención y compromiso por parte de las instituciones encargadas.
El patrimonio histórico de una ciudad no es un lujo ni una carga; es el cimiento de nuestra identidad. Sin memoria no hay raíces, y sin raíces somos vulnerables al olvido y la imposición de nuevas narrativas que niegan nuestro pasado. No se trata de construir una nueva historia para ajustarla a los tiempos actuales o conveniencia de gobernantes en turno; se trata de valorar, reconocer y proteger lo que ya tenemos. Es fundamental que tanto las autoridades nacionales de cultura, la municipalidad y la población comprendan que preservar nuestro legado no es un capricho o lujo, sino un deber histórico con nuestro pasado y ancestros.
La conservación del patrimonio es una responsabilidad compartida. Las autoridades deben asumir el compromiso de gestionar recursos y programas para la protección y restauración de estos sitios. Asimismo, es imperativo que se promueva la educación patrimonial desde las escuelas y comunidades, para que las futuras generaciones crezcan con el orgullo de pertenecer a una tierra rica en historia.
Por otro lado, la ciudadanía también juega un papel crucial. No podemos limitarnos a señalar el abandono sin involucrarnos activamente en la solución. Es importante organizar jornadas de limpieza, participar en actividades educativas, culturales y exigir a las autoridades una mayor inversión y atención al patrimonio de Suchitoto, estas son acciones que pueden marcar la diferencia.
Suchitoto tiene el potencial de seguir siendo un referente nacional e internacional en la conservación patrimonial. No permitamos que nuestros sitios históricos se conviertan en simples ruinas sin voz. Protejamos y valoremos nuestro pasado, porque en él están las respuestas para entender quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Es hora de mirar hacia atrás, no para quedarnos en el pasado, sino para caminar hacia el futuro con raíces firmes y la memoria viva. En el contexto de los primeros 500 años de Ciudad Vieja, exijamos el respeto que se merece nuestro patrimonio e impulsemos una iniciativa por rescatar del abandono y el olvido el sitio arqueológico de ciudad Vieja. Suchitoto es la ciudad patrimonial del país, hagamos que la luz de su pasado brille e ilumine nuestro presente.
Acompáñenos el próximo sábado 5 de abril, en el cierre de nuestra serie «Ciudad Vieja: 500 años de historia» donde tenderemos un foro de discusión abierto con representantes, ciudadanos y ciudadanas de Suchitoto. Alejandro Gomez, Pascal Lebaille, Elizabeth Cañas, Luis Figueroa, Narciso Baires y Elmer Martinez conversarán sobre el sitio arqueológico de Ciudad Vieja: su significado, importancia y trascendencia para la vida y desarrollo cultural y turístico de Suchitoto.
