Día Mundial del Agua
Este 22 de marzo, en el marco del Día Mundial del Agua, Suchitoto no solo refleja sus paisajes hermosos y su historia cultural, sino también sus heridas más profundas: ríos contaminados, el crecimiento de granjas agroindustriales, un lago cada vez más enfermo y contaminado, comunidades que cada día luchan contra la amenaza de la escasez del recurso hídrico. En tiempos donde el agua se ha convertido en un recurso más valioso que el oro, el estrés hídrico que enfrentamos no es solo una alerta, es un grito desesperado que pide acción inmediata.
Las agroindustrias, con su extracción desmedida, contaminación y afectación a sistemas de agua comunitarios, se han convertido en un factor que junto a la tala de árboles, y mono cultivos van aumentando la crisis climática. Las fuentes de agua se agotan al ritmo de políticas que privilegian la producción y economía de unos sobre la vida de comunidades enteras. Mientras los monocultivos prosperan, los ríos se secan y el Lago Suchitlán, antes espejo de belleza natural, cada vez se convierte en una cloaca silenciosa de contaminación y abandono, con una apariencia apacible.
Y como si la situación no fuera crítica ya, hoy se suma una nueva amenaza: la reciente y aprobada ley de minería metálica. La posibilidad de reactivar esta industria en El Salvador es un peligro inminente para el agua, el medio ambiente y la salud de las comunidades. No podemos olvidar que las heridas del pasado siguen abiertas. La memoria de ríos envenenados y tierras infértiles es demasiado fresca como para permitir que la historia se repita.
El agua no es solo un recurso, es la esencia de la vida. Sin embargo, para muchas comunidades en Suchitoto, conseguir agua limpia se está convirtiendo en una lucha diaria. La falta de acceso no es casualidad; es consecuencia de políticas que benefician a unos pocos mientras sacrifican el bienestar de la mayoría. En Suchitoto, son decenas de sistemas de agua que sobreviven y luchan por defender, cuidar y suplir una necesidad básica en las comunidades que el gobierno central no puede hacer.
Hoy, más que nunca, es urgente unirnos en la defensa del agua. Las comunidades deben levantar su voz y exigir políticas que protejan este derecho fundamental. La organización comunitaria, el activismo ambiental y la presión social son herramientas poderosas que han demostrado, en otros momentos de nuestra historia, que la gente unida puede detener la ambición desmedida.
Cuidar el agua es cuidar la vida. Es tiempo de entender que no podemos seguir hipotecando nuestro futuro por ganancias efímeras que obtendrán unos pocos. La economía de un país no se construye destruyendo la naturaleza ni poniendo en peligro la vida de quienes la habitan. El agua es un recurso finito; si no la cuidamos y defendemos hoy, no tendremos nada que proteger mañana.
El llamado es claro: la defensa del agua y del medioambiente es un compromiso colectivo. No podemos dejar esta lucha en manos de unos pocos. Las comunidades deben unirse, alzar la voz y exigir políticas que prioricen la sostenibilidad sobre el lucro. El agua es vida, y defenderla es defender nuestro futuro. No permitamos que los intereses económicos nos arrebaten lo que nos pertenece a todas y todos. Hoy, más que nunca, es momento de unirnos en una sola voz que clame: ¡El agua no se vende, se cuida y se defiende!
Porque el deterioro ambiental no es inevitable; es la consecuencia de nuestras acciones o de nuestra indiferencia. La decisión está en nuestras manos. Que este Día Mundial del Agua sea un recordatorio de que el compromiso de protegerla debe ser diario y colectivo. Es nuestra responsabilidad y nuestro legado para las generaciones que vendrán.