La minería metálica ha sido históricamente una amenaza para el medio ambiente, el agua y la salud de las comunidades. En El Salvador, un país pequeño con recursos hídricos muy limitados, la reactivación de la industria minera representa un peligro inminente. Es por eso que, las comunidades están manifestando su rechazo y oposición firme a cualquier intento de explotación minera, levantando cada vez más sus voces en defensa del agua y la vida.
En los últimos días varias pancartas y afiches han empezado a ser colocados en las calles y comunidades de Suchitoto con mensajes claros y contundentes como: «No a la minería, sí a la vida» “el agua vale más que el oro” estas expresiones simbólicas son más que una protesta; son una declaración de principios comunitarios. Son la expresión de un pueblo que entiende que el agua vale más que el oro, que la vida no tiene precio y que el bienestar de las futuras generaciones depende de las decisiones que se puedan tomar hoy. Las comunidades saben que no pueden permanecer indiferentes ante una amenaza tan grande y destructiva como la minería metálica. Por eso, su resistencia es fundamental para exigir la derogación de la nueva ley de minería, una normativa que abre las puertas a la devastación ambiental bajo el falso discurso de una «minería verde y sostenible» que enriquecerá a pocos pero que empobrecerá y afectará negativamente a todos.
No existe ningún proyecto de minería metálica que sea realmente sustentable ni sostenible. Todos los procesos mineros son invasivos y destructivos: destruyen la naturaleza, contaminan los ríos con metales pesados, destruyen ecosistemas, afectan la calidad del aire y generan enfermedades en la población. La minería no solo consume grandes cantidades de agua, sino que también la envenena, poniendo en peligro la vida de miles de personas que dependen de este recurso para su supervivencia.
Es por eso, que las comunidades de Suchitoto y de todo el país se están uniendo en una sola voz para decir NO a la minería metálica. La historia ha demostrado que la organización comunitaria y la presión social son clave para frenar proyectos extractivistas que solo benefician a las empresas transnacionales mientras empobrecen y destruyen los territorios. La lucha contra la minería metálica no es solo una causa ambiental, es una causa de justicia social, de dignidad y de defensa de los derechos fundamentales de toda la población.
El Salvador ya hizo historia al convertirse en el primer país del mundo en prohibir la minería metálica en 2017. Esa victoria fue producto de la resistencia de las comunidades, de la voz de quienes no se dejaron engañar por promesas vacías de desarrollo. Hoy, ante una nueva amenaza minera, es momento de volver a alzar la voz con más fuerza que nunca. No podemos permitir que intereses económicos comprometan el derecho humano al agua y la salud ambiental de nuestras comunidades y territorios.
Es necesario que más comunidades se sumen a la protesta activa, que más voces se unan en esta lucha y que el mensaje de rechazo a la minería se multiplique en cada rincón y comunidades del país. La minería no será un problema de un territorio, se trata del futuro de toda la nación. El agua es vida, y ningún proyecto minero puede garantizar su protección. Por eso, la única opción viable es decirle un NO rotundo a la minería metálica en El Salvador.
Las comunidades de Suchitoto comprenden que la minería metálica es una sentencia de muerte para el equilibrio ecológico del país. La defensa del agua y el medio ambiente es responsabilidad de todas y todos. Es por eso que las comunidades están expresándose en las calles con pancartas, pintas y afiches, alzando sus voces con fuerza, para que sus voces se escuchen y la resistencia siga viva. La consigna es clara: No a la minería, sí a la vida. Los tiempos exigen defender el agua con toda la fuerza de la organización popular, porque el futuro de El Salvador depende de ello. No a la minería. Sí a la vida.