En marzo de 2017, tras años de lucha, la Asamblea Legislativa prohibió la explotación minera en El Salvador. Sin embargo, siete años después, en diciembre de 2024, el órgano legislativo bajo el gobierno de Nayib Bukele aprobó su reactivación, alegando que se implementará una “minería verde y responsable”.
Desde que se conoció la noticia, diversas organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil se han pronunciado en contra de la reactivación minera en el país, advirtiendo sobre la grave amenaza de contaminación ambiental que esta representa.
A lo largo de esta lucha, han surgido diversas consignas, entre ellas “Toda mina contamina” y “No a la minería, sí a la a la vida”, como las más emblemáticas. Conscientes de que solo a través de la unión colectiva podrán frenar esta medida, buscan recolectar al menos un millón de firmas de salvadoreños para exigir que la Ley General de la Minería Metálica sea declarada inconstitucional.
Cada vez más sectores de la sociedad salvadoreña se unen a esta lucha. El 24 de enero, la Conferencia Episcopal de El Salvador emitió un comunicado en respuesta a la entrada en vigor de la Ley General de la Minería Metálica. En este, exhorta a los creyentes a orar, ayunar y firmar peticiones dirigidas a la Asamblea Legislativa para solicitar la derogación de dicha ley, argumentando que la actividad minera provocaría “una irreparable pérdida de mucha flora y fauna”.
El domingo 26 de enero, las iglesias católicas Santa Lucía y El Calvario, de Suchitoto, iniciaron la recolección de firmas para pedir la derogatoria de la Ley General de la Minería Metálica. A través de las firmas, la feligresía católica busca enviar un mensaje contundente al gobierno central: rechazan la minería debido a los impactos negativos que causará en el medio ambiente.
Declaraciones de sacerdote de la diócesis.
“Todos sabemos que la minería no nos conviene. Sus consecuencias afectan a las futuras generaciones, y es nuestra responsabilidad actuar ahora”, expresó un feligrés. La preocupación de la comunidad se centra en la contaminación del agua, el aire y los suelos.
«¿Queremos la minería? No, no nos conviene». Declaraciones de feligrés.
Entre las opiniones de la feligresía católica prevalecen en consenso aquellas sobre las consecuencias ambientales que traerá la explotación de la minería.
«¿Por qué oponerse a la minería metálica? Sencillo, no hay una razón justa que nos diga que la minería es sustentable hacia la madre tierra», declara un suchitotense.
A medida que las protestas y las recolecciones de firmas se multiplican, queda claro que la población salvadoreña, tanto la iglesia como otros sectores sociales, está unida para proteger el medio ambiente y garantizar un futuro sostenible para las siguientes generaciones. Sin duda, la movilización popular determinará el rumbo de la lucha contra la minería metálica en El Salvador.
Por Carolina Mena
