Luego de la algarabía de las fiestas patronales, las calles del centro de Suchitoto, se llenan de una atmosfera decembrina que no solo trae consigo los juegos mecánicos, ruedas y el olor a natividad, sino también una de las tradiciones más arraigadas de esta histórica ciudad: las posadas. Este tradicional ritual religioso y cultural, que evoca el peregrinaje de José y María en busca de un lugar para que naciera el Niño Jesús, se convierte en un espacio de encuentro comunitario, devoción y celebración.
Desde el 16 de diciembre hasta lo que se conoce como la Nochebuena, las familias de los barrios se organizan para recibir a la imagen de los peregrinos en sus hogares. Entre cantos tradicionales y rezos, se recrea una vez más el momento en que María y José pidieron posada. Las puertas se abren y, con ellas, los corazones de los anfitriones, quienes comparten no solo su espacio sino también comida y bebidas típicas como tamales, pan y café.
Una tradición que une
Las posadas en Suchitoto no son solo un acto de fe; son también una manifestación de la importancia de la comunidad y el sentido de pertenencia. Cada recorrido nocturno se transforma en una oportunidad para fortalecer los lazos entre vecinas y vecinos, para compartir historias y para transmitir valores a las nuevas generaciones.
En una época donde las pantallas y la tecnología amenazan con aislar a las personas, estas tradiciones cobran un significado e importancia especial. En este contexto tienen un valor simbólico, porque nos recuerdan que las fiestas decembrinas no se tratan solo de regalos y consumo, sino también de solidaridad, empatía y unidad.
El desafío de mantener vivas las tradiciones
A pesar de su belleza simbólica y significado, las posadas enfrentan retos. La migración, el ritmo acelerado de la vida moderna, el modernismo y la pérdida de interés en las tradiciones por parte de algunos sectores de la juventud son factores que amenazan esta costumbre. Sin embargo, en Suchitoto, la Parroquia de Santa Lucia junto a la comunidad busca maneras de revitalizarlas, involucrando a los barrios, vecinos y vecinas, jóvenes que contribuyen en la organización, ensayando los cantos y promoviendo actividades complementarias como pastorelas y nacimientos.
Sin duda la parroquia Santa Lucía, juegan un papel clave en mantener vivo este legado, recordando que las tradiciones no solo son un reflejo del pasado, sino también una semilla para el futuro.
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La magia de compartir
Al participar en una posada en Suchitoto, se percibe algo más que el simbolismo religioso. Hay una magia especial en el acto de abrir las puertas y recibir a vecinos, conocidos y extraños con la misma calidez. Esa magia reside en el acto simple pero poderoso de compartir: compartir el pan, la oración, la alegría y la esperanza de un mejor mañana. Algo que poco a poco estamos perdiendo.
Mantener vivas estas tradiciones es, en esencia, mantener vivo el corazón de la comunidad. Las posadas de Suchitoto son un recordatorio de que, en un mundo cambiante, las raíces culturales y la fe pueden ser un faro de luz y una guía hacia una convivencia más humana y solidaria. Algo que nos recuerde que la magia de estas fechas no está en regalos costosos, ni en el consumo, la magia de estos días está en compartir en familia y en comunidad.
Fotografías: cortesía Parroquia Santa Lucia