Suchitoto, Gaceta noticias -El Slavador-

Cuando la neutralidad, la indiferencia y el miedo callan a una Comunidad

 

Suchitoto, El Salvador – Atrás van quedando los días de auge en la participación activa de las comunidades en las transformaciones y luchas sociales de Suchitoto. Enclavado entre las montañas y rodeado de la belleza del Lago Suchitlán (cada vez más contaminado), Suchitoto ha sido por mucho tiempo un símbolo de la riqueza cultural y el espíritu resiliente de El Salvador. Sin embargo, en los últimos años, un creciente silencio ha comenzado a envolver a esta comunidad. Cada vez son menos las organizaciones y voces ciudadanas que participan y opinan abiertamente sobre las necesidades y problemas locales. Este fenómeno no es producto de la casualidad, sino de una combinación de diferentes factores como el cansancio, la neutralidad, la indiferencia y, sobre todo, el miedo, ese miedo que silencia y calla.

 

La historia de participación ciudadana en Suchitoto

Suchitoto, no sólo ha sido conocido por su rica herencia cultural y sus festivales de arte llenos de vida, sino también por ser un espacio de activismo y organización comunitaria. Desde la lucha por los derechos humanos durante la guerra civil salvadoreña hasta las luchas por el derecho humano al agua y los derechos de las mujeres, así como por iniciativas de desarrollo sostenible en tiempos más recientes. Históricamente la ciudadanía ha desempeñado un papel crucial en modelar y construir el destino de una comunidad que busca la armonía con la naturaleza, el desarrollo y la paz social.

 

No obstante, el panorama actual presenta un contraste inquietante con ese pasado de compromisos lucha y acción. Tal es el punto que muchos prefieren ya ni hablar del pasado heroico de personajes y comunidades de Suchitoto. Cada vez es más evidente que las voces que antes clamaban por justicia y progreso ahora parecen irse apagando o silenciando por la aprehensión. ¿Qué está llevando a este cambio en Suchitoto?

 

Neutralidad: la aparente seguridad del silencio

La neutralidad, esa postura que algunos consideran prudente y otros cobarde, ha ganado terreno en Suchitoto. La lógica detrás de esta actitud es sencilla: evitar conflictos y mantenerse al margen de controversias. Muchos habitantes prefieren no tomar partido en los debates comunitarios, adoptando una posición de espectador. Sin embargo, esta aparente neutralidad contribuye a la parálisis social y al estancamiento de iniciativas que podrían mejorar la calidad de vida de todas y todos.

La neutralidad, en teoría, debería representar un estado de imparcialidad. Sin embargo, en Suchitoto ha sido utilizada como un escudo para evitar la confrontación y el compromiso. Muchos ciudadanos optan por no tomar partido en cuestiones sociales y políticas, temiendo represalias de un régimen o simplemente por no querer involucrarse en lo que consideran luchas inútiles.

Cada vez, es más común escuchar esas frases explicativas como «eso no es asunto mío», «no quiero problemas» o “prefiero no opinar” que reflejan una mentalidad de distanciamiento y desinterés. Esta actitud, aunque aparentemente inofensiva, poco a poco mina la cohesión comunitaria y dificulta la resolución de problemas locales. Si bien, la neutralidad puede parecer una forma de protección, pero en realidad, es una barrera que impide el dialogo constructivo y la participación activa de la ciudadanía.

Este comportamiento de neutralidad se ve reforzado por una educación y una cultura que valoran la paz por encima de la justicia, fomentando una actitud de conformismo. La idea de «mejor no meterse en problemas» prevalece, haciendo que las voces disidentes sean cada vez más raras. La apatía ha tomado el lugar de la pasión, y el silencio se ha convertido en el lenguaje común.

 

Indiferencia: el desgaste del compromiso

La indiferencia, alimentada por un desencanto con la política y la gestión pública, también ha ganado terreno. La percepción de que los esfuerzos individuales o colectivos no producen cambios significativos puede llevar a la apatía y la desconexión. En Suchitoto, esta sensación se ha ido manifestando en una baja participación en asambleas comunitarias, elecciones locales, actividades de voluntariado o foros de opinión ciudadana.

Esta indiferencia se ve exacerbada por la sobrecarga de información y la distracción que ofrecen las redes sociales, donde la lectura constructiva sobre las realidades locales, compiten con una aplastante cantidad entretenimiento trivial, que la mayoría consume sin reparos. El resultado es una ciudadanía desinformada, distraída y desmotivada, que ha perdido la fe en su capacidad para influir en su entorno. Una ciudadanía dispuesta a tomar una medicina amarga sin quejarse ni decir nada, preocupada -en su mayoría- por una foto que mantenga actualizada sus redes sociales y dispuesta a mirar hacia otro lado, pero no comprometerse con los problemas comunitarios.

 

Miedo: el silenciador más poderoso

El miedo, quizás el más insidioso de los factores, ha jugado un papel crucial en la desmotivación de la ciudadanía. En un contexto donde la violencia y la represión pueden ser respuestas a la disidencia, el temor a las represalias se convierte en un poderoso inhibidor de la acción.

Este miedo se manifiesta en diversas formas, desde el temor a expresar opiniones contrarias hasta el miedo a participar en actividades comunitarias que puedan ser mal vistas por ciertos grupos. La autocensura se convierte entonces en una herramienta de supervivencia, pero a un alto costo: la erosión del tejido social y la pérdida de la voz colectiva.

Este miedo paralizante no solo afecta a los individuos, sino que también debilita las diferentes estructuras organizativas comunitarias. Las redes de apoyo y resistencia se fragmentan, y los líderes comunitarios, que alguna vez fueron valientes portavoces de las comunidades y la justicia social, se ven forzados a replegarse y a actuar en la sombra. Este miedo histórico, combinado con las amenazas contemporáneas de un régimen crean un ambiente donde el silencio es considerado como una forma de autodefensa y protección.

 

El camino hacia la participación activa

El desafío para Suchitoto -y el país en general- es inmenso. Superar la neutralidad, la indiferencia y el miedo requiere un esfuerzo conjunto y decidido. Fomentar espacios seguros para el diálogo y la participación es crucial. La educación cívica y la creación de plataformas donde las voces de todas y todos los ciudadanos puedan ser escuchadas y respetadas son pasos esenciales para revitalizar el espíritu comunitario.

Organizaciones locales y líderes comprometidos tienen el reto y la responsabilidad de liderar y hacer esfuerzos para vencer el miedo y mostrar que la participación activa puede llevar a cambios reales y positivos. Recuperar la confianza en el poder de la voz ciudadana no es fácil, pero es indispensable para construir una sociedad más justa y equitativa.

La situación en Suchitoto refleja una lucha común en muchas comunidades del país y alrededor del mundo: la batalla entre la pasividad y la participación. Para que el pueblo recupere su voz, es necesario que sus habitantes superen la neutralidad, venzan la indiferencia y enfrenten el miedo. Solo entonces, Suchitoto podrá florecer plenamente y construir un futuro donde todos sus ciudadanos y ciudadanas tengan una voz activa y significativa.

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1 comentario en “Cuando la neutralidad, la indiferencia y el miedo callan a una Comunidad”

  1. Lo que pasa es que la gente a caído otra vez en un juego que es peligroso para ellas mismas. Les han hecho creer nuevamente que la culpa de la situación negativa del país, es de las comunidades. Entonces son las comunidades pobres las que deben de reprimirse, y autocensurarse, porque su pobreza, falta de oportunidades y de superación, los hace merecedores de ser recetados con la medicina amarga de la persecución, estigmatización y la carcel, todo para que los que si tienen dinero y son negociantes, empresarios o pudientes puedan vivir bien y gocen de un país libre de violencia para crear más negocios y surf citys para el crecimiento de los ricos de siempre a costa de la paz y tranquilidad de los pobres de siempre…nada a cambiado..solo el discurso.

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