El ejercicio del periodismo comunitario permite dar voz a la comunidad local y visibilizar algunas realidades que de otra manera podrían pasar desapercibidas. Aunque pueda parecer que a veces su impacto es limitado, su valor radica en generar conciencia, empoderar a la comunidad y contribuir a la construcción de una sociedad más informada y participativa.
Sin embargo, en la encrucijada del ejercicio periodístico y la apatía ciudadana se encuentra el desafío del periodismo comunitario en Suchitoto. En un contexto donde la indiferencia parece imperar, ¿qué sentido tiene el ejercicio de informar, cuestionar y reflexionar sobre el entramado político y social que rige el municipio de Suchitoto si el eco de estas voces se pierde en el vacío del desinterés colectivo?
El entramado de desinterés y apatía ciudadana respecto a verse diacríticamente, examinando y cuestionándose como comunidad, plantea un dilema crucial. ¿Para qué invertir esfuerzos en informar, denunciar y cuestionar si, al final del día, las páginas quedan intactas, los reportajes sin lectores y las voces disonantes enmudecidas por la indiferencia colectiva?
El periodismo comunitario emerge como una herramienta esencial para dar voz a realidades invisibilizadas, para poner en tela de juicio el statu quo y para empoderar a las comunidades en la toma de decisiones. En el caso de Suchitoto, su importancia es incuestionable. Sin embargo, la realidad muestra un panorama desalentador: la falta de interés y participación ciudadana parece socavar su relevancia. En este municipio, donde la lucha por la transparencia y el escrutinio público deberían ser prioridad, el periodismo comunitario se ahoga en un mar de desinterés y apatías. Entre su corto razonamiento, pareciera que a muchos les han instruido en que si alguien cuestiona es contrario y opositor. Pareciera que en el nuevo modelo de ciudad instaurada no hay lugar para cuestionar, tienes que aceptar y obedecer para pertenecer al nuevo gueto en crecimiento.
La paradoja del periodismo radica en que, si bien la información fluye, carece de receptividad. En este nuevo modelo cuesta hacer entender que, la falta de trasparencia es el velo mágico para esconder actos de corrupción. ¿Cómo sabrá alguien de malversación de fondos si nunca tiene acceso al detalle de las cuentas, transacciones y gstos? La ocultación de la información es la varita mágica para esconder los errores y faltas de cualquier gobierno, pero la aceptación y obediencia ciega es el paraíso que ostentan. Los cuestionamientos a fondo sobre la gestión municipal, la exigencia de transparencia e informes detallados sobre proyectos, rutas y planificaciones, fondos gubernamentales y acciones en el desarrollo de la ciudad, se estrellan contra un muro de indiferencia y apatía. La audiencia local, en su mayoría, se sumerge en un letargo informativo de indiferencia que perpetúa la impunidad y el descontrol gubernamental.
El papel del periodista comunitario no se limita solo a informar, sino a generar una conciencia crítica, a sacudir la apatía ciudadana y a despertar el interés por la realidad circundante. Pero ¿cómo lograrlo cuando el público parece más interesado en distracciones superficiales que en la vitalidad de su comunidad? ¿Cómo motivar la participación ciudadana en la esfera informativa? ¿Cómo inyectar interés en la rendición de cuentas y la transparencia local? Estas preguntas son el núcleo del desafío que enfrenta el periodismo comunitario en Suchitoto. La responsabilidad no recae únicamente en los medios, sino en las organizaciones sociales y comunitarias y una sociedad que, inadvertidamente, permite que el status quo prevalezca y se perpetue.
Es imperativo despertar la conciencia colectiva, incitar a la reflexión y promover la acción ciudadana. Y no dejarse engañar por simplismos baratos de contrarios y opositores. Cuestionar y pedir explicaciones sobre cómo se están invirtiendo nuestros impuestos no es cosa de contrarios u opositores es cosa de honestidad, transparencia y ciudadanía responsable. En tal sentido, el periodismo comunitario debe trascender la mera divulgación de eventos mediáticos y convertirse en un catalizador de cambio, inspirando la participación activa de los habitantes en la construcción de un municipio más justo, equitativo y transparente.
La falta de interés generalizada en cuestionar el sistema que gobierna Suchitoto es quizá un obstáculo, pero también representa una enorme oportunidad. Es el momento de repensar estrategias, de reavivar la llama colectiva y seguir involucrando a la comunidad en el proceso informativo y de seguir apostando por generar espacios de diálogo que fomenten la crítica constructiva.
El periodismo comunitario no debe desfallecer ante la apatía generalizada. Su verdadero poder radica en su existencia, insistencia y persistencia, en su capacidad para despertar conciencias y en su compromiso con la comunidad y sus luchas. Ahora más que nunca, es hora de romper el ciclo de la indiferencia y encaminarse hacia una sociedad informada, comprometida y activa en la transformación de Suchitoto.
El periodismo comunitario no puede operar en aislamiento; necesita del apoyo y la participación activa de la ciudadanía para poder cumplir su cometido. Es un esfuerzo conjunto que requiere de un diálogo constante y una colaboración mutua.
El actual desafío del periodismo en Suchitoto, y en cualquier comunidad, no radica únicamente en informar, sino en cultivar un sentido de pertenencia, participación y compromiso cívico en la población. Solo así se podrá romper el ciclo de la indiferencia y generar un cambio significativo en la forma en que la sociedad interactúa y se involucra en los asuntos que la afectan directamente.
La llama del periodismo comunitario no debe apagarse; es responsabilidad de cada ciudadano avivarla, darle luz y calor para iluminar el camino hacia un municipio más justo y equitativo para todas y todos. El desinterés y la apatía no puede ser la sentencia final, sino el punto de inflexión que impulse la acción colectiva por un cambio real.