Los prejuicios, estereotipos y estigma social sobre los tatuajes han prevalecido durante los años, tildando de delincuentes u otros comentarios despectivos a las personas que han decidido marcar de manera permanente con tinta su piel. Pese a ello, en Suchitoto encontramos a un artista que, con su llamativo trabajo, ha logrado ir cambiando este pensamiento en la población.
Yasseer Artiga se dedica desde hace 24 años al arte del tatuaje y durante ese tiempo se ha encargado de interpretar ideas y significados que le piden sus clientes, para luego, mediante su experiencia, técnica y su creatividad, plasmar en la piel sus habilidades.
Cuenta que desde pequeño le gustaba dibujar y descubrió su vocación como tatuador a los 11 años, cuando vio a dos hombres tatuando con una máquina hechiza, expresa “lo primero que hice fue correr a la casa a hacer una máquina hechiza (…) ya podía dibujar”. Su primera experiencia tatuando la tuvo con un amigo, “fue una ramita de apio que le hice en el pie, de ahí le hice una tela metálica. Hasta la fecha todavía los tiene el chamaco”.
¿Fue con la práctica que aprendió o quién le enseñó?
“Cuando yo empecé a tatuar ya se escuchaban unos cuantos tatuadores en el país, pero eran pocos, no tantos como hay hoy, a unos cuantos me les acerqué para que me dieran algunas técnicas, pero prácticamente todo lo aprendí yo solo, las técnicas y todo”.
¿Qué opina su familia de su trabajo?
“Ahora me aceptan. Como empecé bien pequeño y mi papá era sargento de la policía, yo hacía mis cosas a escondidas de él para que no me viera. Cuando me hice mi primer tatuaje, que fue un puntito, mi hermana me vio y me dijo que le iba a contar a mi papá y siempre recibía comentarios de mis primos y tíos “este quizá anda metido en cosas”, decían, con el tiempo fue cambiando y hasta el momento me apoyan”.
¿Qué piensa del estigma social de los tatuajes y las personas tatuadas?
“Antes sí era bien difícil, te estoy hablando de unos 5 años atrás, cuando yo andaba mis primeros tatuajes yo me cubría, me ponía camisa manga larga, la gente te miraba tatuado y era “callejero” o “malandro” pero hoy en día ya se ve bien diferente ¿quién no anda tatuajes? Como hay muchos profesionales tatuados la gente ya lo ve normal. Ya se percibe como arte, lo ven diferente”.
Yasseer dice que para ser un buen tatuador se necesita saber dibujar, practicar e ir innovando para estar en el nivel que exige esta profesión y es que ser tatuador no es fácil “en los tatuajes no te podés equivocar, una oportunidad tenés para hacer un trazo y solo eso tenés, no hay forma de cómo equivocarse, nada más es de aprender, de ser necio en lo que estás haciendo y practicar dibujo”.
Según el artista, el trabajo como tatuador es más apasionante cuando no es visto como tal, sino que para él es un hobbie, “te tiene que gustar para que estés de 15 a 12 horas tatuando, no es fácil”.
¿Qué le habría gustado ser en lugar de tatuador?
“También manejo tráiler y máquinas pesadas, pero quizá me hubiese gustado ser chef, me gusta la cocina, a parte del tatuaje me gusta bastante cocinar”.
¿Cuál ha sido el tatuaje más difícil, el más raro y el más común que le han pedido?
Lo más difícil fue tatuar los párpados. Los más comunes son los infinitos, estrellitas, florcitas; uno tiene que adaptarse al cliente y lo que quiere. Raro ha sido tatuar las zonas íntimas.
Yasseer ha plasmado en su piel tatuajes con significados importantes, en uno de sus brazos está representada su familia, “cuando murió mi abuela me hice su nombre con una cruz y una rosa, ando el nombre de mi papá todo este brazo (izquierdo) es por mi familia. Lo demás es puro arte de otros artistas”.
Su hijo mayor, Jaret, también se ha mostrado interesado en el arte del dibujo y, por supuesto, en el trabajo de su padre. “A él igual desde pequeño le ha gustado, recibe clases con el pintor Shanay y en Centro Arte para la Paz, ya tiene unos cuadros bien bonitos, dibuja bastante y ya me ha hecho unos tatuajes a mí, tiene 12 años”. Por su parte, el menor de 6 años, también quiere ser tatuador. “Al principio quería arreglar cabello como la mamá, hoy ya cambió”.
¿Cree que el interés de Jared ha sido porque lo ha visto a usted o es algo con lo que nació?
“No, ya lo trae porque cuando yo estoy tatuando es bien raro que él esté aquí, sino que de repente cuando yo llego él está dibujando o está haciendo otras cositas con el arte, pero sí ya lo trae”.
Entonces, ¿un artista nace o se hace?
“Para mí las dos cosas. Puede ser que por naturaleza te guste o, vaya en mi caso yo ya dibujaba pero nunca pensé que iba a ser tatuador, pero cuando vi un chamaco que se estaba tatuando para mí fue impactante, un boom ver lo que estaban haciendo y ver cómo la aguja entraba en la piel y ver cómo iba quedando marcado, ahí fue cuando yo me impacté”.
En este camino lo ha acompañado Roxana, su pareja desde hace 16 años. “Ella ha sido mi pilar y toda mi superación se la debo a ella. Ella me inspira para continuar, arrancamos de cero y gracias a Dios vamos para arriba. Espero algún día verla diferente a ella, más que todo esa es mi ambición, verla en otra posición”.
También, otro joven artista del ha estado siguiendo los pasos de Yasser, su nombre es Gustavo Durán. “Cuando lo vi por primera vez él quería comprarme una máquina, yo pensé que nunca iba a agarrar el feeling de querer aprender. Yo le enseñé algunas técnicas pero Gustavo ya sabía los contrastes de colores, ya podía dibujar y se le hizo muy fácil aprender. Cinco años tatuando juntos. Lo que él hace es de él, me ayuda con los gastos de acá pero lo que hace es de él; yo solo abrí el espacio para que él pudiera desarrollarse, lo demás es mérito propio”.
¿En qué eventos han participado y cómo han sido las experiencias?
“En la Expo Tattoo El Salvador, se hacía en CIFCO pero como se cerró ya no quedaron opciones para hacer eventos grandes, tal vez en hoteles. El encargado de la Expo Tattoo El Salvador vino aquí a Suchitoto, le gustó, eligió al municipio como sede y el evento funcionó bien porque vino mucha gente, vinieron más de 50 artistas. En junio se hará de nuevo en Suchitoto. Hemos empezado a meternos a las expo y en marzo participamos en Inkorporarte. Pues las experiencias te digo, así es como se da a conocer uno, en las expo tattoo, yo puedo tener muchos años de trayectoria pero mucha gente no me conocía, clientes míos que sí me conocen y todo pero ya internacionalmente por la expo tattoo se da a conocer uno y sí son buenas y a eso se debe, a exponer los artes, y se hace una competición interna entre todo los tatuadores, pero sí, las experiencias son bien agradables en el aspecto de que uno agarra experiencia, conoces más gente y te das a conocer”.
¿Han ganado alguna?
“No, son bastantes participantes, pero lo que uno gana es experiencia, el hecho de participar y que tu pieza sea bien criticada eso es bueno porque nosotros hemos comprobado que después de cada expo el nivel crece porque participamos en seminarios y eso es lo que le ayuda a uno a superarse. Con Gustavo ganamos un segundo lugar en Santa Ana, porque se han hecho expo tattoo departamentales… sí se va con la mentalidad de ganar algo pero también ves el potencial de los otros artistas y uno es consciente en ese aspecto”.
¿Hay una manera para que la gente les apoye?
“Compartiendo nuestro trabajo en las redes sociales. Aquí en Suchitoto sí hemos tenido mucho apoyo de la gente pero siento que ya nos acabamos el mercado, sí tenemos unos cuantos clientes pero más que todo de afuera vienen. Pusimos un estudio en San Salvador, con intención de que la gente que venía desde allá le quedara más cerca y no viniera hasta acá. Cuando le empezamos a decir a la gente, dijeron que no, que les gustaba venir a Suchitoto; estando cerquita no llegaban ahí, la gente lo hace por venir a Suchitoto por el turismo y por venir a tatuarse, entonces de nada nos servía estar allá si la gente se quería venir para acá, por eso lo cerramos”.
¿Cómo se ve a futuro?
“Hay sueños, uno es soñador. A futuro me veo en una expo, llegar con mi hijo, es lo que pienso, que mi hijo esté tatuando y que yo lo llegue a ver. Mis planes son estar en un estudio mejor, superarme, llegar a viejo y seguir tatuando, creo que nunca se me van a quitar las ganas de tatuar, porque entre más pasa el tiempo más quiero tatuar”.
Por Carolina Mena
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