Todo el tiempo nos pasamos diciendo que las esperanzas de un mejor futuro están cifradas en nuestra niñez y juventudes. ¿Pero que estamos haciendo para que estos niños niñas y jóvenes estén preparados para enfrentar el futuro?
Si bien es totalmente cierto que las personas jóvenes tienen el poder y la responsabilidad de generar cambios positivos en sus comunidades. También es cierto que debemos darles las herramientas, recursos y oportunidades para que sus opiniones y propuestas sean escuchadas y tengan espacios dignos para formarse, crecer y liderar.
Si bien muchos jóvenes se enredan en redes en las cuales el sistema las sumerge, también hay jóvenes preocupados y comprometidos con la realidad y sus comunidades que están construyendo y forjándose un camino para sacar adelante sus luchas, individuales o colectivas.
La ONU define a las juventudes como aquellas personas de entre 15 y 24 años. Si usted es mayor ¿Recuerda esa edad? Si, es la edad que los abuelos llaman la edad de la rebeldía. En esta edad el mundo se abre a las juventudes, y los sueños y ganas de luchar por ellos tienen una fuerza casi invencible. Pero ¿en qué están soñando?, ¿cuáles son los sueños de nuestros jóvenes en Suchitoto?
Suchitoto tiene grandes jóvenes con una capacidad infinita de resiliencia, con sueños y propuestas nobles para sus comunidades. Las juventudes están allí, dispersas, en la ciudad y la comunidad, librando luchas personales por superarse, defendiendo los recursos naturales en las comunidades, luchando por sus territorios, hay tantos jóvenes enfocados en querer ser útiles a su comunidad, con grandes sueños y enormes capacidades, jóvenes con hambre de aprender, conquistar y comerse el mundo. Jóvenes a la espera de una oportunidad que los catapulte al siguiente nivel de su desarrollo y crecimiento, que les haga comprender que nada es imposible, que si se cree y lucha todo -casi todo- es posible.
Las personas mayores siempre van por allí creyendo que la experiencia lo es todo y lo saben todo, pero las juventudes tienen miradas diferentes y soluciones innovadoras para los problemas y desafíos de la comunidad. Sin embargo, hay varios desafíos que tenemos que superar. Por ejemplo, las juventudes han sido uno de los grupos demográficos más afectados durante la pandemia actual. Aunque no son el mayor número de contagiados, sufrieron la peor parte con la perdida de la escuela presencial, (a esta edad socializar es parte de su aprendizaje), los pocos espacios culturales y de formación fueron cerrados y con ello se interrumpieron procesos de aprendizaje, fueron expuestos a violencia intrafamiliar, perdieron empleos y enfrentaron problemas de salud emocional y siguen sin ser atendidos.
Entre la comunidad y la ciudad
Cada vez están desapareciendo más espacios de formación y apoyo a Suchitoto y los que sobreviven enfrentan serios, pero serios problemas financieros para poder dar continuidad a procesos gratuitos de talleres, para la niñez y juventud. Los Centros Escolares públicos del municipio enfrentan serios problemas de infraestructura, falta de recursos, herramientas y estímulos para continuar su labor docente comprometida con la población estudiantil.
La municipalidad a pesar de las buenas intenciones, sigue sin un plan de apoyo a las artes y cultura; la retención del FODES sigue siendo el impedimento o la excusa para asignar recursos económicos y apoyar la vida artística y cultural del municipio. El Centro Cultural de Convivencia sigue sin ser un epicentro cultural. Es gracias al apoyo de algunas organizaciones que se siguen manteniendo y desarrollan un par de nuevos proyectos enfocados a las juventudes.
La Cultura, el gran estandarte de la ciudad sigue estancada, sin mayores avances, propuestas, planes ni iniciativa por salir adelante. Pareciera que la pandemia no fue suficiente para hacerles reflexionar -a las pocas entidades culturales que sobreviven- en la importancia de crear vínculos y unirse para enfrentar las crisis y construir en colectividades recursos y herramientas comunes para desarrollar e impulsar iniciativas para apoyar a la niñez, adolescencias y juventudes.
La migración
A medida que el mundo avanza, las juventudes siguen mirando hacia afuera. Sus pantallitas de cristal en las manos les ofrecen y acerca a otros mundos, tentadores pero casi imposibles de alcanzar desde sus territorios. Sus ansias de volar se ven limitadas por sus realidades y vulnerabilidad. Los tiempos han cambiado, las metas y sueños de nuestras juventudes también cambian.
Luego de la familia, la comunidad es el segundo gran circulo donde las juventudes viven y sueñan, algunos logran salir a la ciudad o la gran urbe. Mientras muchos extenderán la mirada y migrarán al norte en busca de la oportunidad que nunca encontraron en su pueblo natal, y que quien sabe si en el norte las logren alcanzar.
Por ello es de vital importancia enfocar la mirada y atención en las juventudes, pero no solo como sujetos de necesidades, sino como actores claves para las transformaciones sociales, los cambios y retos que enfrentan las comunidades y el municipio. Reconstruir el tejido social desde las juventudes implica despojarse del prejuicio, la división y los sesgos. Dejemos de crear guetos, grupitos iluminados de superioridades inexistentes en la juventud. Si hay un poder invencible es el de la unidad. En tal sentido se debe entender que la colectividad es el camino hacia la resistencia.
Los colectivos y asociaciones de jóvenes deben superar diferencias de colores, visiones, sesgos partidarios y enfocarse en fortalecer sus coincidencias y luchar por fines y metas en común. El mensaje y la consigna debe ser la unidad. No es competencia es subsistencia, es prioridad de enfoque hacia superar las divisiones y generar un cambio en las formas de actuar y enfrentar el futuro. Las juventudes no deben repetir viejos esquemas, deben rescatar principios y valores y crear sus propias formas de hacer e interactuar marcando su huella por la resistencia, la unidad y colectividad de Suchitoto.