Desde 1987 cada 28 de mayo se conmemora el Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres, esto surge a propuesta de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, como respuesta a los problemas de salud que sufren las mujeres en diferentes países, debido a situaciones de pobreza, violencia, guerras, discriminación y exclusión social.
Unidas por la salud y vida de las niñas y mujeres, activistas feministas, defensoras y diferentes organizaciones de mujeres salieron a marchar desde el Parque Cuscatlán, San Salvador, hasta la Asamblea Legislativa pidiendo que se garanticen sus derechos, principalmente el acceso constitucional a la salud.
En este día reivindicativo donde las mujeres exigen que se creen las condiciones para gozar de la salud sexual y reproductiva, también han condenado los actos realizados por el nuevo órgano legislativo, entre ellos el envío a archivo de propuestas de leyes que se han trabajado desde el movimiento social y feminista, “Años de lucha han sido enviados al archivo sin diálogo, sin estudiarlas. Nos parece que eso además de ser irresponsable es una violación a nuestros derechos. Estamos acá para exigir que se despenalice el aborto, que se apruebe una ley de identidad de género, que se reconozca la problemática de los feminicidios y violencia sexual”, dijo Sara García, de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto.
En El Salvador el aborto no siempre estuvo penalizado, el código penal de 1974 contemplaba el aborto no punible, que en su artículo 169 no sancionaba el aborto si la mujer era menor de edad, cuando el embarazo fuera a consecuencia de un delito de violación o estupro y cuando su propósito era evitar una deformidad grave en el producto. En 1998 las mujeres y niñas sufrieron un grave retroceso en cuanto a sus derechos humanos, en ese año se eliminó el aborto punitivo, quedando penalizado de forma absoluta y vulnerando derechos como la salud, vida y autonomía reproductiva.
La necesidad que en el país se despenalice el aborto en sus cuatro causales es evidente, y esta se ve reflejada en las alarmantes cifras de embarazos en niñas y adolescentes. El año 2020 registró 12,982 embarazos, de este número 303 fueron niñas entre 10 y 14 años, lo que también hace visibles las vulneraciones que han sufrido durante la pandemia.
Así mismo, las niñas tienen derecho a gozar de la educación integran en sexualidad, esta es necesaria para el bienestar físico, mental y social, y que esté libre de prejuicios. Por ello, según el movimiento feminista, el Estado debe implementar, fortalecer y actualizar los programas de Educación Integral en Sexualidad e involucrar a distintas instancias, sobre todo educativas y de salud. Esto garantizará el derecho a vivir la sexualidad sin someterse a violencia, abuso o acoso; pero también a contar con información oportuna y completa, relacionadas a sexualidad. Sin duda esta es una deuda para las niñas y adolescentes que el Estado deberá cumplir.
En razón a esto las organizaciones feministas exigen al Estado Salvadoreño:
- Servicios especializados de salud sexual y reproductiva para adolescentes, con garantía de confidencialidad y adecuados a su desarrollo.
- Brindar atención adecuada a niñas embarazadas, incluyendo la opción de interrupción del embarazo y en caso que decida continuarlo, garantizarle acompañamiento psicológico y económico, porque son niñas, no madre.
- Que la Asamblea Legislativa retome, debata y apruebe las propuestas de Ley que desde la ciudadanía se introdujeron, en especial la ley por la despenalización del aborto y la ley de identidad de género.
- Garantizar el derecho de todas las mujeres y niñas a disfrutar del más alto nivel de salud física y mental, incluyendo la salud sexual y reproductiva.
- Entre otras.
La marcha de este año se vio marcada por el incremento de las desapariciones forzadas de mujeres jóvenes, y la grave situación de violencia que este sector enfrenta actualmente en el país; y por si esto no fuera suficiente, se encuentran ante una legislatura que muy poco o nada prioriza el derecho de las mujeres a vivir libres de cualquier tipo de violencia, lo que se vuelve una amenaza para las salvadoreñas.
Por Carolina Mena
