La comunidad y sus luchas ante los virus que le amenazan

Si las comunidades no logran controlar “el virus de la politiquería partidaria,” estas se encaminan a un colapso mayor que la amenaza del Covid-19.

“Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable”  Voltaire.

Se dice que uno de los mayores legados dejados por el conflicto armado fue la capacidad de organización de las comunidades. Luego de la firma de los acuerdos de paz, esto resultó muy cierto con el florecimiento de diversas comunidades muy organizadas en el municipio. Comunidades que pusieron el primer lugar la vida, la convivencia pacífica y el bienestar común de todos y todas, ante todo y sobre todo.

Sin embargo con el pasar de los años los problemas, las diferencias y las crisis han puesto a prueba esta fortaleza de las comunidades. Hay muchas experiencias comunitarias y territoriales que luchan por mantener el interés comunitario y colectivo por encima de los intereses particulares y políticos que han venido carcomiendo la unidad y el sentido de colectividad.

Casi todas las comunidades acumulan múltiples y enriquecedores saberes, prácticas y conocimientos que han desarrollado a lo largo de los años como a) formas de autogobierno y de organización como las ADESCOs para atender necesidades e implementar proyectos de interés común; b) pequeñas redes de salud comunitaria y sistemas de agua comunitaria, c) formas de producción colectivas o cooperativas, con importantes aportes en materia de preservación de la biodiversidad y avances en permacultura, soberanía alimentaria y derechos de las mujeres.

La importancia de ver y reconocer los avances y aportes comunitarios no significa idealizar a la comunidad, la cual, como toda forma de organización social, experimenta sus problemas, prácticas contradictorias e incluso antagónicas en sus relaciones y dinámicas. Lo que deseamos rescatar y hacer ver, es la importancia de volver a la comunidad y recuperar sus ricas experiencias y capacidades para afrontar los impactos actuales y futuros de la pandemia del Covid-19.

Si bien es cierto que la actual situación con esta crisis requiere un abordaje con medidas sanitarias puntuales que contengan el contagio masivo, también exige abordajes sociales, económicos y culturales, en un contexto donde a tres meses de una larga cuarentena, la crisis del hambre y las necesidades se van agudizando en las comunidades; la capacidad y el desempeño del gobierno central y municipal están resultando lentas, escasas y débiles con la agravante de ser contaminadas con otros fines, donde se mezcla lo político partidario con las necesidades de la población.

Por eso, consideramos que es de suma importancia aprovechar, fortalecer la capacidad y protagonismo comunitario para afianzar el interés común en esos ámbitos de relacionamiento social, indispensables; además, para identificar y atender directamente casos de familias, personas con necesidades especiales, mujeres, adultos mayores y niñez, cuya atención exige corresponsabilidad, colaboración y solidaridad.

A lo largo de los años las comunidades han creado sus propias redes de relaciones con otras comunidades, organizaciones, agencias de cooperación, brigadas médicas y movimientos sociales, con los cuales pueden potenciarse la gestión del conocimiento, la experiencia y la atención sanitaria, así como el trabajo productivo, el intercambio comercial, etc. Esto implica que las comunidades deben asumir la responsabilidad de mantenerse unidas, con censos comunitarios actualizados, con las condiciones socioeconómicas identificadas, que permitan mostrar y exigir al gobierno municipal e instituciones estatales vinculadas a la problemática, necesidades puntuales y requerirles garantía de derechos (a la salud, al agua, a la vida), medicamentos, recursos productivos e insumos alimentarios para enfrentar la pandemia con apoyos económicos y asistencia social que responda a los efectos primarios y secundarios de la crisis.

Por tanto el protagonismo de la comunidad en los territorios y su sentido de comunidad es el que debe de prevalecer y hacerse prevalecer para poder enfrentar la crisis provocada por el Covid-19.

Sin embargo, a estas alturas, debemos advertir que las comunidades deben de resolver urgentemente un problema mayor, se trata del “otro virus”, que ha estado afectando sus vidas en comunidad y las posibilidades del trabajo colectivo. Este virus los está llevando a dividir las comunidades, al fanatismo, al enfrentamiento y debilitamiento de su capacidad de convivencia y sobre todo a un desgaste de su capacidad de dialogar civilizadamente. Si las comunidades no logran controlar “el virus de la politiquería partidaria,” las comunidades se encaminan a un colapso mayor que la amenaza del Covid-19.

Este otro virus puede afectar mucho más que otros, donde no se ven propuestas integrales de desarrollo sustentable para el municipio. No se ve un debate serio y respetuoso entre quienes dirigen diferentes grupos con intereses de optar a cargos públicos a nivel municipal, ya se está viviendo una crisis a nivel nacional con la lucha de poderes entre los órganos del Estado, donde el bien común y los derechos fundamentales de la población no se ven reflejados como la prioridad. ¿Queremos seguir la misma dinámica de lucha poder a nivel local? No olvidemos el contexto de crisis que estamos viviendo, una crisis sanitaria que nos debería unir, solidarizarnos y construir puentes y propuestas colectivas en pro del bienestar de las comunidades.

Sin darse cuenta -quizá-, la competencia y la división político-partidaria está haciendo mucho daño a las comunidades y su capacidad de acuerdos y de trabajo en colectividad. Cada vez es más evidente como este virus va debilitando el sentido de colectividad comunitaria y los va enfermando de dogmas, fanatismo, prejuicios y posiciones enfrentadas donde al color de una camiseta pesa más que el bienestar de la comunidad. Lo alarmante de todo esto, es que las juventudes están siguiendo el ejemplo enarbolando banderas con lemas que lejos de abonar a la búsqueda de diálogos, encuentros y soluciones, los dividen y enfrentan en una lucha de descréditos, insultos y calumnias, donde al final todos pierden y se van profundizando las distancias y posibilidades de trabajo en colectividad.

Por eso es importante ante la pandemia del Covid-19, llamar la atención a este otro virus silencioso que muestra cada vez más sus síntomas de fanatismo, con enfrentamientos peligrosos que pueden terminar en el extremismo sectario y la violencia. En Suchitoto se necesitan construir puentes de diálogo con racionalidad,  no fanatismos que nos dividan y alejen del sentido de comunidad y solidaridad ante la crisis.

Si las comunidades no logran controlar “el virus de la politiquería partidaria,” estas se encaminan a un colapso mayor que la amenaza del Covid-19.

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1 comentario en “La comunidad y sus luchas ante los virus que le amenazan”

  1. Lastimosamente los partidos han llevado mas división que unión a las comunidades. En mi comunidad la gente de nuevas ideas y los rojos ni se hablan, se portan casi como si fueran enemigos. Pero llegan y dicen que son nuestros amigos que nos quieren ayudar que quieren conocer nuestras necesidades porque solo ellos las van resolver, porque los otros no pueden, solo unos pueden y los otros no, no hay unión, solo división y todos nos van a prometer y prometer un monton de cosas durante la campaña…
    Que nos van a ayudar dicen, pero yo digo ¿como? si ni siquiera pueden hablar, discutir ni respetarse y comportarse como personas civilizadas entre ellos, y entonces ¿como nos van a ayudar? Que podemos esperar?

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