Tiempo de esperar y estar con nosotros mismos

Es un tiempo para pensar, tiempo para reflexionar, tiempo para descubrir muchas cosas, como: ¿qué es lo primero que haré después, en qué o quién invertiré mi tiempo y compartiré mis emociones, de qué manera voy a aprovechar mis días cuando este bendito tiempo termine? Porque no es malo del todo, estar días enteros en casa, ese lugar del que tantas veces decimos que no nos queda tiempo de estar, que ya parece un hotel dónde solo se llega a dormir.

Ahora es cuando tenemos que aprovechar estos días que el universo nos regala con sus sorpresas. Ahora tenemos todo ese tiempo que una vez reclamábamos que nos hacía falta. Ahora podemos hacer todas esas cosas que un día dijimos, “cuándo tenga tiempo”… Pues el universo nos escuchó a todos y tenemos ese tiempo ahora para hacer todas esas cosas que un día dijimos que haríamos.

Ahora tenemos que aprovechar al máximo, porque una vez que todo esto termine, porque se va a terminar.  Entonces nos daremos cuenta de un par de cosas, que todos los que decimos que no tenemos tiempo para hacer algo, son solo excusas. Porque si algo como esto no nos marca y nos hace diferentes, entonces quedará en evidencia que no supimos aprovechar el tiempo que tuvimos para pensar en las cosas que hacíamos solo por rutina e internar corregir y hacerlas diferente para estar mejor con nosotros mismos y con la naturaleza.

Este tiempo podemos verlo como un regalo de la vida para cada uno de nosotros, es un tiempo para recuperar lo que se nos había escapado, es un tiempo para pensar en lo que hemos estado haciendo, porqué lo hemos estado haciendo y hacia donde nos llevaría todo eso. Este es el momento para decidir cuál es el rumbo que quiero para mi vida.

Es un tiempo para ver las cosas que son verdaderamente importantes y necesarias para convivir; para dejar a un lado las monotonías y vivir la vida tal cual, un día a la vez. Porque nada dura para siempre y menos la vida, porque al final la vanidad, el dinero, riquezas, posesiones, y el físico no son importantes, ni nos sirven de nada. Porque al final lo más importante es la solidaridad, la empatía, la amistad, el respeto, la honradez, pero sobre todo, la buena educación, las buenas costumbres y una cultura bien enriquecida con cosas que nos hagan ser cada vez  humanos y mejores personas.

Al final, no importarán los carros y mansiones de lujo, los atuendos de marcas, los accesorios de renombre, no me servirán de nada. Por eso es necesario comenzar a cosechar lo que en verdad tiene un valor incalculable, invertir mis días y mis horas en momentos memorables con las personas que aprecio. Llenar mi memoria de recuerdos valiosos y de personas que harán mis días más llevaderos, eso es lo que me voy a llevar, los mejores recuerdos de mi vida, los que nadie puede robar ni comprar, porque el valor que tiene no se puede calcular.

Estos días, no son para ponerme a lamentar por tener tiempo de sobra para hacer lo que siempre quise, no son para llenarlos de tristeza, ni desesperación. Tampoco es tiempo de quejas, de miedo, o incertidumbre; estos días son para llenarlos esperanza y pensar de que cuando todo esto acabe, tendré la oportunidad de hacer las cosas diferentes.

Estos días son para adentrarme en mis más profundos pensamientos y reflexionar sobre la vida que he estado haciendo. Estos días son para redescubrir mis talentos, encontrarme con mis emociones, ocupar mi mente en lo que me hará ser mejor mañana. Estos días son para encontrar al yo más interno, para escuchar mi corazón y respirar junto con el viento, porque en lo más simple se encuentra lo más esencial para vivir y entonces nos daremos cuenta de que no necesitamos tanto para ser felices.

Este tiempo es el mejor regalo que puede hacerle el universo a la humanidad.

¿Qué podemos hacer en todas estas horas y en todos esto días?, un sin fin de cosas, desde limpiar y ordenar la casa, ponerme a cocinar o a inventar recetas para compartir momentos en familia. Aprovechar que estamos juntos para desayunar, almorzar y cenar juntos, conversar y de paso limar algunas asperezas. Inventar juegos con la familia, pasar esos momentos que la vida y la falta de tiempo nos habían robado. Descubrir o mejorar esa habilidad, cualquiera que sea, aprender a dibujar, a pintar, a tocar un instrumento, mejorar la lectura, la escritura… En fin, dormir todas las horas que el acelerado ritmo de la vida nos había succionado. Ver todas las series y películas que quería ver, jugar, soñar, reinventarme, reiniciarme y reencontrarme con la vida y la humanidad.

Por Getsemani Villalobos.

Getsemaní Villalobos soy arquitecta, tallerista y músico. Me atrae el arte y las historias de gente sencilla. Soy de Suchitoto y quiero dejar mi huella por aquí.
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