Suchitoto tiene muchos talentos, uno de ellos es el Ruiseñor de Suchitoto nombre artístico de José Antonio Álvarez («Toñito») un cantante de 32 años, que ha logrado ganarse un lugar muy especial en los corazones de muchos habitantes de Suchitoto.
Desde pequeño por sus tradiciones y por las circunstancias de la vida la música lo ha acompañado interpretando a muchos artistas del género musical ranchero. Su estancia en esta tierra que lo vio nacer lo ha marcado y desde luego su profundo amor por sus habitantes, cultura y paisajes de campiña que lo acompañan y le han dado vida.
Entre un ambiente agradable y hogareño de su casa en barrio Concepción, el Ruiseñor nos comenta parte de su recorrido, experiencias y anécdotas en todos estos años interpretando a muchos artistas.
«Yo nací en el barrio San José en el año 1988 en la clínica de Malta que en ese tiempo funcionaba como Unidad de Salud cuando el Hospital viejo se quemó, nací entre los brazos del doctor Chávez van y las atenciones y cuidados de las primeras hermanas franciscanas»
¿Cómo comenzaste a cantar y a interpretar a los artistas?
“Quiero decir que está es la primera vez que expresó mis sentimientos y opiniones de vida, toda la formación que la vida me mostró y me ofreció para mí ha sido de respeto y sagrado”
«Para mí comenzar en la música fue como un chiripazo, yo comencé a los 7 años en el coro de la Parroquia. En el 93 mandaron a Suchitoto al padre Héctor Figueroa ahora Monseñor Figueroa, y pues en realidad el canto fue como un sentimiento que brotó en mi para poder refugiarme, para poder desahogarme de cosas que desde niño tenía.
Una de las personas que me ayudó a descubrir sentimiento al canto fue mi maestra de primer grado la Niña Ana Lidia de Cativo, ella me escuchaba “las carambaditas”, pedacitos de canciones de Pedrito Fernández una de ellas era la «Mochila azul» y pues me eligió para interpretar un punto artístico en el día de las madres en la Escuelita Eugenia Cristina Bonilla, y pues yo salí haciendo fono mímica pero la profesora quería que yo cantara a viva voz.
Para ese tiempo había un grupito llamado «Aventureros de Suchitoto» dirigido por Mauricio Portillo y que tenía como vocalista a Don Rigo Cerón un hombre con una gran voz. En Suchitoto hay muchos talentos lo que siempre ha faltado es apoyo. Mi voz se había adecuado al grupo y sin tantos repasos ya era parte del mismo.
¿Cuáles son las reacciones del público al que le cantas?
Al público hay que tenerle un cuidado muy grande sobre todo en el respeto, la forma en que uno se va a identificar con ellos. Cualquiera puede hacer gracia para hacer reír a un público, pero a mí me gusta llegar a la puerta del corazón y una de las cosas que yo pude descubrir es la entrada y el sentimiento que se transmite, alegrar y meterse en el papel que uno interpreta, y lo más chulo que la gente disfruté.
Ahora tu hijo te acompaña en algunas interpretaciones ¿Qué significa para ti?
Bueno quiero ser sincero, mi niño hace sus pininos musicales, es un niño muy bondadoso y de buen corazón, lleno de inocencia, le gusta mucho el recital de poesía, aprenderse poemas; pero pienso que él no trae para esto del canto. Sin embargo ya cuando el crezca y quiere dedicar a esto tendrá todo el apoyo de su mamá y el mío.
¿Alguna anécdota que haya marcado tu vida en estos años. Hay personas que ya no están en este mundo terrenal?
«Recuerdo cierta vez cuando la directora de la Casa de la Cultura una señora con un gran corazón y un excelente ser humano que tenemos la dicha de aún tenerla y su madrina la Niña Ana Herrera quien era la presidenta del grupo del adulto mayor en ese tiempo. Ellas me mandaron a llamar a mi humilde casa para que yo cantara en una fiesta, para mi sorpresa habían invitado a personajes esenciales de mi pueblo empezando por nuestra inolvidable niña Flor Díaz una mujer que me brindo su ayuda, apoyo y amor, una señora que marco mi vida como un pilar importante, su noble corazón siempre busco la forma de ayudarme también recuerdo que estaba la niña Rosita Rivera la niña Conchita Vaquero personas de grandes familias de aquí del pueblo de historias de mi pueblo.
Cuando yo cante tanta fue la algarabía de aquel niño que miraban sólo, en su Iglesia al llegar. Había dos señoras ancianitas en el público y una de ellas dice “ese niño parece un jilguerito cantando, y la otra le responde, no, parece un ruiseñor, un ruiseñor de Suchitoto” y de allí el nombre que quedó bautizado como un símbolo de amor a mi pueblo también.
Y pues la mayoría de estas grandes personas ya pasaron a una mejor vida pero me dejaron la dicha de tenerlos como mi primer público, de interpretar para ellas y ellos y grandes enseñanzas que me dejaron, enseñanzas de amor, de vida que marcaron y aún siguen en mí.
Entre risas y lágrimas el Ruiseñor de Suchitoto le salen remembranzas, un vientecito de libertad se mueve en el pequeño mirador de su casa, los pájaros cantan en medio de la entrevista, el lago está azulito, la tarde cae suave entre las plantas frescas de su casa mientras el ocaso cae en la ciudad pájaro flor.
Algún comentario positivo para la ciudad de Suchitoto.
Bueno mi hermano, yo desde hace tiempo he querido dar este mensaje como dos puntos. Primeramente, enfocado en los jóvenes. Échenle ganas, no abandonen sus sueños, que los tropezones de la vida no los hagan caer, que las personas vacías que se interpongan en el camino sólo sirvan de impulso para alcanzar su estrella. Yo he tratado de alcanzar la mía y aunque ha sido difícil tengo la dicha Suprema del cariño, admiración y el respeto de mi gente pues cada vez que les canto lo hago con el alma.
Yo les quiero decir jóvenes, luchen, no caigan en la garras de los vicios, en los caminos de la violencia, disfruten toda esta belleza natural que la vida nos regala, el sol, las montañas, el lago, los pueblitos de chalate que se observan desde aquí, la brisa de la mañana y de la tarde, la familia y el amor.
El otro punto es para las personas que tengan un gran corazón, que apoyen los talentos de Suchitoto, que se les trate con respeto, que haya una motivación, que no se les humille ni se les vea de menos.
Por mi parte tengo una inmensa gratitud por las personas que me tendieron la mano en los momentos más difíciles, principalmente cuando era un niño, cuando era un mendigo de amor y aunque muchos se burlaron y trataron de pisotearme todas esas cosas me ayudaron a ser lo que soy, una persona agradecida con la vida y Dios.
Por Gerson Tobar