Por Elmer Martínez
“Dos cruces en la neblina/todos, todos, duermen en la colina”. (Waldo Chávez Velasco)
Cuando el cielo pinta arreboles y las calles y veredas se adornan de campanillas rosadas, blancas, azules, moradas…es señal que el verano casi llega y que el Dos de Finados se acerca. Es entonces que las familias comienzan a preparar flores bañadas en parafina, a seleccionar las ramas de los mirtos y cipreses caseros con los que elaboraran las coronas que adornaran las tumbas y lápidas de sus deudos.
Cada dos de noviembre, los panteones se visten de gala- dejando el luto – luciendo alegres colores y frescos aromas que entre rezos y cánticos, traen recuerdos de quienes ahí descansan. Es una mezcla de alegría, tristeza, de reencuentro entre los vivos con el recuerdo de los muertos y de encuentro entre quienes irónicamente sólo se ven y abrazan en duelos y cementerios.
Aunque haya tristeza, también hay paz en el alma de quienes tienen un lugar físico donde colocar una flor o elevar una plegaria en memoria de quienes se han adelantado a la eternidad, a diferencia de aquellos que solo pueden ver al cielo y suspirar con sollozo llanto al no saber cuándo ni dónde falleció y sepulto (en el mejor de los casos) su ser querido.
Suchitoto por su historia no es ajeno a esto. Como una forma de sanar esa herida, de mitigar el dolor que en silencio muchas familias han guardado, la artista Daniela Heredia hace una año- con el apoyo del Centro Arte para la Paz y entusiasmo de la Hermana Peggy- llevo la idea a muchas familias que elaboraran un pequeño altar en honor a sus familiares fallecidos, los cuales fueron expuestos al igual que este año 2019 en la Capilla del otrora Colegio Beata Imelda.
Hoy, más de cien altares/camarines se exponen sacrosantamente y han sido decorados con flores, fotografías, objetos personales y no más de una lágrima y sonrisa, describiendo brevemente quien en vida fue el ser a quien honran con este altar, que más que un Altar en Memoria, es una oración de amor que unida al humo del incienso se eleva al cielo como un dulce recuerdo y agradecimiento por la vida.
Cuanta historia hay en cada uno de estos altares. En cada elemento que lo decora. En cada persona que lo elaboro. Y en cada difunto a quien hoy se le conmemora de manera individual o colectiva, recordando las masacres de Copapayo, Guadalupe-Tenango, Zacamil, Palo Grande… Por ello y por ellos es importante reflexionar y apreciar esta ofrenda de arte/amor/oración/recogimiento y gratitud que las familias nos hilvanan como un símil a las flores parafinadas, el aroma de los nardos y el verde esperanzador del ciprés que adornan las cruces del Campo Santo y que artísticamente Daniela Heredia ha reunido en la magnífica exposición Altares en Memoria.
¡Paz a las almas de los fieles difuntos! ¡Que se mantenga vivo el recuerdo de la Burrita de Suchitoto, a quien también hoy se le evoca en esta exposición! Genial idea Daniela!
Por: Elmer Martínez Fotografías: Daniela Heredia.