Recientemente hemos visto como algunas entidades culturales del municipio, han sufrido ciertas crisis internas producto natural de su evolución, desarrollo y búsqueda de crecimiento y nuevos liderazgos. Las crisis según los estudiosos son buenas oportunidades para refundar, reorientar y responder a los nuevos tiempos y retos, siempre y cuando estas crisis o conflictos sean bien manejados y gestionados.

Y es que, en cierta forma, muchas de estas situaciones son el encuentro o choque entre viejas visiones con las nuevas formas de ver y entender las realidades, donde es evidente como las juventudes están reclamando su lugar y derecho a crecer, opinar y demostrar que ellos también tienen sus propias ideas y sueños, que no pueden seguir todo el tiempo persiguiendo sueños desde el sueño soñado por otros, que ellos también quieren la oportunidad de vivir y aventurarse bajo su propio riesgo y por su propia cuenta en el mundo de las realidades.

Este florecimiento de sueños y ambiciones, o rebeldía como lo llamarían algunos, es más que natural y necesario en las juventudes, este rebelarse a lo establecido es lo que ha generado cambios a lo largo de la historia. O ¿quién no ha sentido la necesidad de independencia? ¿la necesidad de aprender a volar por sí solos?

Pero todo esto debe de gestionarse de la mejor manera para evitar infructuosos conflictos, que de no manejarse correctamente llevaran a la división y desaparición lenta de ideales y organizaciones. En muchos casos lo que los jóvenes reclaman es autonomía, condiciones y oportunidades para crear sus propios colectivos donde puedan construir sus sueños y propuestas. Por eso una de las tareas pendientes en el trabajo de formación artística por parte de la ciudad, es precisamente la generación de condiciones y oportunidades para que los chicos y las chicas puedan volar. Porque si bien es cierto que el arte puede servirnos para concienciar, ser más sensibles, humanos y mejores personas, olvidamos una de las necesidades fundamentales de las juventudes: vivir o mejor dicho sobrevivir, ser protagonistas de su vida y lograr independencia para ir tras sus sueños.

Si bien es cierto que no es obligación de las entidades culturales dar oportunidades laborales, si debe existir el compromiso para construir condiciones y procesos que den pie al surgimiento de emprendimientos creativos que les permitan a las juventudes desde las artes forjar sus propios formas de trabajo colectivo con pequeñas empresas y negocios, para aspirar a ser independientes, y dejar de ver el arte como entretenimiento, o no solo aspirar a unirse como empleados asalariados a una empresa.

Las organizaciones, instituciones y fundaciones de Suchitoto deben de comprender que ya termino la época del asistencialismo, que los retos y necesidades actuales exigen nuevas formas de construir el futuro. Debemos comprender que no basta con enseñar un oficio, una técnica, debemos cerrar el círculo del aprendizaje ayudando a nuestros jóvenes no solo a sentir y vivir el arte, si no a vivir del arte y la cultura, pero con dignidad. De otra manera los procesos artísticos, culturales y formativos en Suchitoto estarán condenados a convertirse en simples pasatiempos y un montón de sueños y frustraciones acumuladas entre las juventudes.

Pero ¿cómo podemos ayudar a las juventudes? Desde este periódico en repetidas ocasiones hemos insistido en la importancia que las organizaciones deben sentarse a discutir y dialogar sobre el cómo y qué se está haciendo por las juventudes en Suchitoto. No se puede seguir trabajando cada uno, por su lado, como si esto fuera un mercado de competencia donde el que acapara más fondos, más jóvenes en los talleres, o tiene mayor publicidad en los medios es el mejor. Hablamos de nuestras juventudes, del presente y futuro de Suchitoto.

Aquí debe de jugar un papel fundamental la municipalidad, quien debe de aportar recursos financieros, pero no solo para apoyar a grupos afines a su visión política partidarista de agenda, sino generar programas de capital semilla concursables, donde los jóvenes puedan competir de manera transparente por recursos públicos para la generación de sus pequeños emprendimientos culturales.

Pero este también es un llamado para las y los jóvenes, quienes deben organizarse mejor entre sí, ser más serios, propositivos y construir consensos, propuestas y proyectos, estando dispuestos a trabajar juntas y juntos, unidos y entender que para ver frutos hay que creer y trabajar duro.

Si bien es cierto que existen varios colectivos de jóvenes en el municipio, también es cierto que cada uno atomiza sus intereses y lejos de construir en colectividad se centran en ver sus diferencias y descalificarse entre sí. Creemos que los colectivos deben aprender a respetarse, deben trascender esa visión político-partidarista heredada por los adultos, porque entre más cerca estén del color político más lejos estarán de encontrar unidad.

Como siempre hemos dicho no hay varitas mágicas para resolver los problemas, pero si hay voluntad y un café servido a la mesa, bien vale la pena sentarse a dialogar y construir consensos, donde todos los dialogos y todos los mundos sean posibles.

md/       Fotografías: Gerson Tobar