El oficio que ha unido al hombre con la tierra: la alfarería de Salvador López

Es un arte  que muere lentamente en El Salvador, sin embargo en los tiempos remotos fue el trabajo más apreciado por las civilizaciones. Su materia prima proviene de la tierra y con ella se  hacen  un sinfín de utensilios que sirven tanto para la cocina como para el jardín, el barro.

Salvador López es uno de los pocos alfareros de Suchitoto, sus pies que hacen girar la máquina de torno junto a sus manos en compás creando figuras de barros, demuestran el cansancio de la vida. Pero, su rostro refleja aún las ganas de seguir conservando esta tradición.

López se levanta, todos los días muy temprano, para viajar desde el Barrio La Cruz en su bicicleta hacia una casita de adobe que se pierde entre los matorrales, ubicada en el caserío Los Cacarés, en el cantón el Caulote. En ella tiene su pequeña alfarería donde elabora vasijas y ollas.

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La alfarería es parte una cultura ancestral que recuerda la contribución de la vida rural. Los viejos cacharros que en antaño fueron indispensables para la vida cotidiana se resisten  a desaparecer.

Salvador, de piel blanca y de cálida  sonrisa, llegó hace cinco años a Suchitoto, es originario del municipio de Quezaltepeque, La Libertad, nació en 1975 y a sus 44 años cuenta lo importante que es este oficio y lo triste que sería si dejará de existir.

“prácticamente en esto he trabajado desde que tenía diez años y quienes me enseñaron ya murieron, no fue algo que aprendí de familia, pues soy el único que lo hace” afirmó López mientras moldeaba sigilosamente el barro.

Aprenderlo  no es fácil, pues asegura que para llegar a la perfección tuvo que pasar un año, “la clave es aprender a manejar el barro, pues al no tener práctica, el barro le hace las manos para donde él quiere y no deja hacer una pieza grande” dijo al momento de terminar su décima olla.

Por ello, salvador se ha empeñado en mantener vivo el espíritu de un oficio que ha unido al hombre con la tierra. Orgulloso del legado de sus antepasados pone a diario sus manos sobre el torno y moldea las ollas que nacen de la arcilla y del polvo. Sus 30 años en la alfarería demuestran lo perseverante que ha sido por mantenerlo y transmitirlo a quien tiene el deseo de aprenderlo.

En su pequeña casa de trabajo, lo acompaña su hermano quien le ayuda a mezclar y afinar el barro. Así como también le ha enseñado a su hermana a elaborar comales y platos, los cuales junto a sus ollas los llevan a vender a municipios de los departamentos de La Unión, Cuscatlán, San Salvador y La Libertad. Además, de los  que  comercializan en las ferias de emprendedores en Suchitoto.

Considera que no ha tenido la mejor vida, ya que desde pequeño había soñado ser mecánico, pero por cosas del destino terminó enamorado de una profesión que no necesita título para ejercerla, pues la lleva innata en su cuerpo.

Su cooperación y deseo es  tan grande que teme morir  sin haber heredado su profesión “como le digo yo estoy dispuesto ayudar, lo que uno aprende hay que compartirlo”.

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López, de un metro sesenta y cabello negro, elabora alrededor de 60 ollas al día, trabaja desde las 6: 00 a.m. hasta las 3:00 p.m. Luego de moldearlas las pone al sol para el secado, posterior espera tener una gran cantidad para someterlas al fuego de un honor que también se encuentran en su alfarería. Esto lo hace cada quince días y lo denomina “la quema” en la cual se utilizan 300 rajas de leña.

A pesar que Suchitoto no es tierra de barro, seguirá existiendo Salvador López en su humilde casa para todos aquellos que desean conocer y aprender la alfarería. Una tradición de las mujeres y hombres de antaño que salían de sus casas de bajareque y tejas para comercializar los comales y cacharros que por amor a la tierra eran elaborados.

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1 comentario en “El oficio que ha unido al hombre con la tierra: la alfarería de Salvador López”

  1. Sharon Keegan-Bernstein

    Si Suchitoto es una ciudad de artes y turistas porque no podemos ver Y comprar su arte aqui? Hay muchas cosas básicos de barro que yo compraría con gusto.

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