#8M2019 Pienso en las mujeres que han marcado mi vida y sus historias. Pienso en mi abuela Margarita mujer que, según me cuenta mi madre, casi se desangraba en cada parto. Parió 6 hijos y no siguió pariendo porque en 1981 fue asesinada junto a su hijo menor y su esposo por el ejército.
Pienso en mi tía Elena, mujer de temple, aún en medio de la pobreza estudio hasta noveno grado, y antes de cumplir 18 años se cortó el cabello – estilo chero dice mi padre -, se puso pantalones y se metió a colaborar con la guerrilla. En una de las tareas asignadas desapareció en 1979. Nunca más supimos de ella.
Pienso en Mirna – su seudónimo en la guerra – que me acogió mientras mi mamá aportaba en el frente occidental. Me llevó al mercado, me compró cuadernos, me ayudó a forrarlos y me matriculó en la escuela má cercana, de los momentos más alegres que tengo de mi infancia (no tengo muchos). No terminé primer grado, Mirna salió un día a un «conecte» y no regresó más. La asesinaron. Agarramos a su pequeña hija y la fuimos a dejar con sus abuelos. Siempre pienso en esa niña. Pienso en mi madre como referente de lucha, tenacidad, valentía y ternura. Qué dicha tenerla con vida.
Pienso en mi hija, cuando supe que era niña no pude evitar una lágrima, porque falta mucho en esta lucha por la igualdad y la equidad.
Mientras camino para el trabajo, como, todos los días, veo a la señora que vende el pan, a la par de sus hijos. A la mujer que barre la calle, la miro y le sonrío con una sonrisa cómplice.
Vamos avanzando compañeras, de a poco. Pequeños rayitos de esperanza, se cuelan ciertas alegrías: ayer dejaron en libertad a tres mujeres acusadas de aborto y esta semana una delegación de jovencitas con síndrome Down salió del país a competir en gimnasia.
He traído a mi pensamiento a todas estas mujeres, con un sentimiento de gratitud. Como dice Silvio: Me estremecieron mujeres que la historia anotó entre laureles y otras desconocidas gigantes que no hay libro que las aguante.
Por: Margarita Rodríguez
