El punto de encuentro fue una construcción a medias que tenían como proyecto transformar en un anfiteatro “La Mariposa”, la concha acústica. Se fundieron en largos abrazos luego años de no encontrarse y recordaron las anécdotas de antaño y las vivencias de sus vidas de hoy.
Muchos se identificaban en la proyección de fotos, donde aparecían con sus uniformes de la desaparecida guerrilla salvadoreña. Mientras al fondo, la música sonaba y las voces familiares de los viejos amigos y amigas; seguía resonando como una sinfonía que se negaba a reconocer el tiempo había pasado.
Sus caras reflejaban felicidad, como niños que jugaban con pintura en una manta en el suelo, donde recrearon mensajes de paz; pero no fueron los únicos, los adultos también dejaron notas alusivas a sus colectivos en la época de guerra, pero también sobre la conmemoración la firma de los Acuerdos de Paz, alcanzados en 1992. Nicolás
La noche empezó el teñir el lugar con su característica oscuridad, el tiempo para regresar a sus viviendas llegó, con la esperanza que el próximo año pueden volver compartir las peripecias de ayer y hoy.